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El encarecimiento del recibo del gas y de la cesta de la compra relanzan el IPC hasta el 3,3% en abril

La inflación se estanca en España en el entorno del 3% mientras en el resto de Europa converge hacia el objetivo del 2% marcado por el BCE

La retirada de las rebajas fiscales a gas y electricidad y la presión del precio de los alimentos retrasa la normalización del índice

La inflación subyacente se modera al 2,9% y cae por debajo del índice general por primera vez en dos años

El Gobierno presume de subir las pensiones casi un 30% en cinco años pese al aviso de Bruselas por el alza del gasto y el déficit

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Los hogares españoles tardarán unos meses más que sus vecinos europeos en sentir el alivio para sus bolsillos del fin del histórico episodio inflacionista que se prolonga ya por tres años y que ha llevado el IPC a marcar sus niveles más altos en 40 años. El dato de avance del mes de abril difundido este lunes por el Instituto Nacional de Estadística (INE) refleja un repunte de una décima del IPC hasta el 3,3% y confirma la tendencia observada en los últimos meses de una evolución más acelerada de los precios en España que en el resto de las economías del euro.

Según la nota publicada por el INE, la aceleración del IPC en abril, derivado de una fuerte subida de siete décimas de los precios respecto al pasado mes de marzo -la cuarta subida intermensual consecutiva- se explica por la subida de los precios del gas, ya sin la rebaja fiscal decretada por el Gobierno en su día, frente a la caída que experimentaron hace ahora un año, por el encarecimiento de la cesta de la compra y por una caída de los precios de la electricidad también inferior a la registrada hace un año. En este último factor opera también la reinstauración del IVA del 21% a partir del 1 de marzo tras el desplome de los precios de la electricidad en los mercados mayoristas, según la cláusula que había establecido el Gobierno para mantener el alivio fiscal al recibo de la luz.

El IPC encadena ocho meses anclado en el entorno del 3% después de la rápida moderación registrada en la primera mitad de 2023 en el que se desaceleró del 6% al 1,9% en apenas tres meses por el efecto comparación con lo más duro de la escalada de los precios energéticos.

La evolución coincide con lo avanzado con los analistas que vienen anticipando desde hace meses que España tardará más que sus vecinos europeos en retornar sus precios a la normalidad por el efecto de la retirada progresiva de los incentivos que contuvieron la subida de los precios, especialmente de la energía y de los alimentos, durante el tramo final de 2022 y todo 2023.

Mejor aspecto ha presentado la evolución de la inflación subyacente, el indicador que elimina los elementos más volátiles del IPC (básicamente energía y alimentos frescos) y que el BCE ha decidido tomar como referencia a la hora de orientar su política monetaria, que se desaceleró en abril hasta el 2,9% y tras dos años puso fin a la anomalía de que se situara por encima del índice general.

A esto precisamente se agarró el Ministerio de Economía en su habitual comentario sobre el comportamiento de los precios, en el que subrayó la caída de cuatro décimas de la tasa subyacente de la inflación.

La lectura del Ministerio de Economía es que la evolución del IPC en abril «se vio afectada por el efecto base, debido al mejor comportamiento de los precios del gas y los alimentos el año pasado», mientras que la electricidad siguió abaratándose, y que estos datos «reflejan la capacidad de la economía española para compatibilizar el mayor crecimiento económico entre los principales países de la zona euro con la moderación de los precios».

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