Los precios, a lo suyo
La inflación dificulta el retorno a unos tipos de interés más confortables
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La imagen de un supermercado
La inflación no remite. Es más, ha subido en agosto al 2,6% y amenaza con comportarse peor hasta finales de año, lo cual, aparte de ser un engorro para la renta de las familias, que han de hacer frente a la siempre desagradable ... vuelta de vacaciones con todo más caro, dificulta el retorno a una política monetaria laxa, con unos tipos de interés más confortables.
El Gobierno se congratula con el mal de muchos, ya que la situación es peor para nuestros socios europeos, y se felicita por que tal cosa suceda a la vez que mantenemos tasas de crecimiento pequeñas, pero sensiblemente superiores las suyas, pues coquetean con el parón absoluto, a un paso de la recesión.
No es un gran consuelo. Primero, porque dudo mucho que el consumidor español que ha comprado hoy un litro de aceite de oliva encuentre alivio en el hecho de que un consumidor sueco pague más por él; y, segundo, porque el BCE utiliza la inflación europea a la hora de fijar su política monetaria y no encuentra ahí razones para suavizarla.
Tenemos un grave problema, pues la realidad parece demostrar que la subida de los tipos de interés está a punto de arruinar el crecimiento europeo, sin lograr detener la subida de los precios. Mal asunto. Y puede empeorar, pues las previsiones no son halagüeñas y apuntan a un final de año con precios más altos. La media anual se sitúa en la actualidad en el 3,9% y puede llegar a superar el 4%, con el impacto que puede provocar en el gasto en pensiones.
Con esta previsión, la subida del 2024 puede ser de nuevo espectacular y aumentar la factura anual en 7.000 millones más. Por si fuera necesario, aclaro que yo no le exijo al Gobierno que baje las pensiones –cosa que no va a hacer porque no se puede hacer; no hay fuerza capaz de enfrentarse a un ejército de nueve millones de efectivos–. Solo digo que no podemos seguir inmóviles y con los ojos cerrados, como si esto no fuera con nosotros.
La reforma de Escrivá ha sido más un acicate electoral que una solución definitiva. Algo más hay que hacer. Será doloroso, pero es inevitable y cuanto más tardemos en hacerlo más grande será el problema, y más dolorosa su solución.