Misterios y consecuencias

El riesgo de pobreza es un indicador muy impactante y por eso lo usan quienes lo usan, pero es un indicador relativo

Otra sociedad pública (27/2/24)

La vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz efe

La economía española muestra una bonita paradoja. El Gobierno nos asegura, día sí y día también, que el empleo rebosa por las costuras. Desde la elecciones gallegas, la vicepresidenta Yolanda Díaz ha perdido parte de su deslumbrante brillo natural y está un tanto ... alicaída y apagada, pero aún en tiempos de KoldoVisiones nadie en el gabinete se recata en mostrar los éxitos logrados en las cifras de empleo. Vale, apartemos eso de que trabajan más personas, pero se trabajan menos horas; nos olvidamos del misterio de los fijos discontinuos y pasamos por alto el elevado nivel alcanzado por el empleo público, que se verá desbordado en cuanto empiecen a cumplir los distintos ministerios la orden europea de transformar en fijos a todo aquellos empleados públicos que hagan trabajos de carácter permanente. Va bien.

Como el empleo va bien (o así), es lógico que la desigualdad se haya reducido, pues ya es sabido que la mejor manera de terminar, tanto con la pobreza como con la desigualdad, es conseguir que haya más gente cobrando un salario. Y cuanto mayor sea este, tanto mejor. En la clasificación por ingresos, el 20% con los mayores gana 5,5 veces más que el 20% con los menores, que es la brecha más exigua desde 2008. Correcto. Pero, si el empleo va bien y la desigualdad se reduce, ¿no es extraño que, a la vez, aumente el porcentaje de la población que se encuentra en riesgo de pobreza? Es cierto que esto del riesgo de pobreza es un indicador muy impactante y por eso lo usan quienes lo usan, pero es un indicador relativo, de tal manera que si los de arriba mejoran, puede ser que tu te alejes de ellos, aunque hayas mejorado.

Hasta ahora, se me ocurría que la culpa de todo esto era de la inflación, un impuesto atroz e injusto que se ceba en las personas más necesitadas. Por eso, cuando oí por la mañana que, tanto la general como la subyacente habían disminuido, tuve que ir al rincón de pensar. Ahí sigo. ¿Será que la inflación baja en términos comparativos, pero que ha subido una barbaridad en términos absolutos a lo largo de estos tres últimos ejercicios? ¿Será que la inflación se ha cebado con saña en los productos más básicos, que son los más demandadas por esas personas? Puede ser, no estoy seguro. Una pregunta más, ¿Qué pasará mañana con la inflación, cuando el IVA que soporta haya vuelto al 21% que tenía antes de todos estos líos? Si el Gobierno se apuntó el tanto de la bajada del IVA, tendrá que cargar ahora con el gol de su subida. Es automática, pero alguien hizo la fórmula que ahora impone la subida. Es decir, la sube ahora el mismo que la bajó antes.

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