Análisis
Era de esperar
Mientras se acuerdan límites a la solidaridad entre regiones para favorecer a Cataluña, se imponen mayores niveles de solidaridad interpersonal para perjudicar a los contribuyentes madrileños
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Iniciar sesiónLa oficina jurídica de la Moncloa -lo que antaño conocíamos con el nombre de Tribunal Constitucional-, ha decidido por las mayorías habituales derribar el recurso presentado por la Comunidad de Madrid en contra del nuevo impuesto de Solidaridad, también llamado el 'impuesto a ... los ricos'. Esto de las votaciones en la Oficina se ha convertido en un trámite a todas luces innecesario, vista la contumacia de los resultados. La decisión adoptada choca de frente con los nuevos usos y costumbres. Justo ahora que se acuerdan límites a la solidaridad entre regiones para contentar a los independentistas catalanes y favorecer a Cataluña, se imponen mayores niveles de solidaridad interpersonal para perjudicar a los contribuyentes madrileños.
Ya sabíamos que se trataba de un impuesto ideológico lo cual ha quedado demostrado con los paupérrimos datos de recaudación producidos por el nuevo tributo. En parte por culpa, o gracias, a la chapucera redacción del mismo. Y hasta Manolo el del Bombo sabía que solo estaba destinado a 'meter en cintura a la díscola Ayuso', una vez que más del 90% de los afectados son contribuyentes madrileños, con una pequeña ayuda de los andaluces ricos.
A pesar del esperpento que supone que el Estado se empeñe ahora en imponer la armonización fiscal, justo en el momento en que concede la Agencia Tributaria a Cataluña y usa el atrabiliario mecanismo de imponer un impuesto estatal 'al lado' del autonómico, todo era de esperar y nadie apostaba porque sucediera algo diferente.
Lo que se desconocía hasta el momento era la reacción de las autoridades madrileñas. Ahora vemos que la Señora Ayuso ha decidido priorizar el huevo y olvidarse del fuero y por eso va a tratar de quedarse con el botín. La decisión tiene lógica: 'Si va usted a meterle la mano a mis ciudadanos, al menos deme a mí lo que rasque de sus bolsillos'. Lo cual, le abriría la puerta a compensarles a través de algún mecanismo tributario, por ahora oculto.
En Euskadi el asunto nunca ha sido un problema. Aquí se aplicaba ya el impuesto, que no estaba bonificado y, a pesar del nulo interés en hacerlo por parte del PNV, se aprobó por aquello de no hacerle un feo al PSE. Se aplica con escaso daño para los contribuyentes y sin impacto apreciable en la recaudación. Con el plus añadido de restar incentivo al 'desarraigo'.
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