España da las primeras puntadas para convertirse en 'hub' del reciclaje textil
El nuevo marco normativo obliga a acelerar los deberes de la circularidad con las prendas usadas, un desafío económico y tecnológico en el que nuestras empresas juegan con la carta a favor de su experiencia en los procesos de producción
Ecodiseño, o cómo forjar la sostenibilidad desde el minuto cero
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Iniciar sesiónUn nuevo sistema para recoger, reutilizar y reciclar los residuos textiles está llamando a las puertas del país. Al igual que los que ya tenemos para los envases y el vidrio, por ejemplo. Y a eso está respondiendo un nutrido grupo de actores: desde ayuntamientos, ... grandes marcas de moda y la industria textil de cabecera (hilaturas, tejedurías, tintura de tejidos, estampación, empresas de confección) hasta empresas especializadas en la gestión y transporte de residuos. Toda una nueva infraestructura que va mucho más allá de instalar en las calles contenedores donde depositar la ropa usada. Se trata de dar circularidad a un ecosistema que va a sufrir una profunda transformación, porque a la par habrá que generar un mercado que demande tanto fibras recicladas como prendas de segunda mano. Incluso habrá que escalar avanzadas tecnologías todavía en desarrollo como el reciclaje químico. Retos que supondrán, no obstante, una gran oportunidad para que afloren incipientes empresas y negocios.
En el mercado ya se están produciendo movimientos. Ence–Energía&Celulosa se ha aliado con la startup sueca ShareTex para construir en la antigua central térmica de As Pontes una planta piloto de reciclado químico de residuos textiles. El grupo industrial turco Sanko Group ha creado una filial en España, Re&Up, que está buscando la apertura de una nueva planta de reciclaje textil en diferentes regiones españolas (Castilla-La Mancha, Comunidad Valenciana o Madrid). La Xunta de Galicia está impulsando la construcción de una planta pública para la gestión y recuperación de ropa usada dentro del complejo de la empresa Sogama, en Cerceda (La Coruña), que estará operativa a mediados de 2026. Lo más reciente proviene del gigante Inditex que junto a la multinacional química BASF han lanzado el primer nailon 100% producido a partir de residuos textiles.
Iniciativas que pueden conducir a España a convertirse en un 'hub' del reciclaje textil. «Somos uno de los países europeos mejor posicionados para desarrollar toda esa cadena de valor porque tenemos conocimiento, capacidad y competencia en el reciclaje de residuos textiles», defiende José Monzonís, director general corporativo del Observatorio del Textil y la Moda.
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Experiencia
A lo largo de los últimos cincuenta años nuestras empresas han cogido experiencia en dar una segunda oportunidad a los residuos textiles y de calzado preconsumo, es decir los que se generan a lo largo del proceso de producción. Ahora gran parte de esos desechos son importados desde países del sureste asiático debido a la deslocalización de las empresas de moda. Un estudio realizado por Deloitte para el Observatorio del Textil («Transformación innovadora, sostenible y digital del sector textil moda y calzado»), estima que suponen unas 50.000 toneladas al año.
Pero ahora el foco está puesto en dar circularidad al postconsumo, es decir a la ropa que una vez usada (o no) desechamos en nuestras casas. Suponen el 83% de todos los residuos textiles que generamos. También se tiene en cuenta la ropa de hogar (8%) y el calzado (6%). En 2022 todo ese amasijo de telas y fibras supusieron unas 900.000 toneladas de residuos textiles. Más o menos 20 kilos por persona al año, lo que está por encima de la media europea que es de 16 kilos.
Y sólo el 12% (108.000 toneladas) es recogido por gestores autorizados, estima el informe de Deloitte. Es decir, que el resto, casi 800.000 toneladas, se incineran o terminan depositadas en vertederos.
Eso no tiene nada de sostenible. Y es algo con lo que quiere acabar el Gobierno de España. Una de las medidas aprobadas para ello está recogida en la ley de residuos y suelos contaminados de 2022. En ella se dice que las 'entidades locales' establecerán la recogida separada de los residuos textiles antes del 31 de diciembre de 2024. Y bajo el principio «quien contamina paga», obliga al productor a asumir el tratamiento de sus residuos y los costes por la gestión de los mismos (desde la recogida, transporte y clasificación hasta el reciclaje). «Los productores se tienen que hacer cargo del todo el ciclo de vida del producto textil. No tienen por qué ser fabricantes, sino que son los que ponen por primera vez un producto textil en el mercado bajo su marca. Una plataforma online que vende bajo su marca también es productor», especifica José Monzonís.
Para gestionar todo un sistema de recogida y tratamiento de residuos, una de las fórmulas jurídicas más extendidas en Europa (y que ya existe en España para envases, vidrio, neumáticos, aceite usado...) es la que se conoce como Sistema Colectivo de Responsabilidad Ampliada del Productor (SCRAP) (también está la modalidad individual), que «financia, organiza y coordina cada flujo de residuos», indica Monzonís. «Un SCRAP garantiza una gestión eficiente y sostenible de los residuos textiles. Y facilita la coordinación entre todos los actores involucrados —productores, gestores de residuos y administraciones públicas—, promoviendo una gestión más estructurada y eficiente, y generando una información fiable y trazable del destino del material recogido. Con ello, se mejorará el tratamiento de los residuos textiles, priorizando la preparación para la reutilización y el reciclado, al tiempo que se reducirá el vertido y el impacto ambiental asociado», explica Juan Ramón Meléndez, director general de Reviste, una organización creada para impulsar la gestión de los residuos textiles en España a través del SCRAP. En ella están las grandes marcas de moda como Decathlon, El Corte Inglés, H&M, IKEA, Inditex, Kiabi, Mango y Tendam.
Las empresas que se adhieren al SCRAP pagan una cuota por la recogida, transporte, tratamiento y valorización de los residuos que generan. «La tasa la ponen los productores en función de los costes operativos que tengan que cubrir de todo el sistema», explica Monzonís. «Los responsables de la financiación del SCRAP serán los productores de textiles y calzado, entendiendo por tales aquellos que lo pongan en el mercado español», también entiende Meléndez.
Falta un real decreto
Pues bien, poner en marcha la recogida selectiva de residuos textiles en los ayuntamientos, que se retrasa en muchos, y el sistema de tratamiento de los desechos textiles está a la espera de que el Gobierno apruebe un real decreto que contengan todos los detalles, especificaciones, obligaciones, conceptos... Entre otras cosas, tendrá que enumerar las obligaciones de los productores, las cantidades que se tienen que reciclar... Tiene que «definir las obligaciones y responsabilidades de cada eslabón de la cadena», detalla Meléndez. «Establecerá las reglas del juego para muchos años en este flujo de residuos -prosigue-. Uno de los elementos que el decreto regulará es el plazo que se dará para que el sistema esté plenamente operativo y quién deberá financiarlo. Parece que esta obligación recaerá en aquellos que pongan productos textiles y de calzado en el mercado español, por lo que será muy importante que quede claro cuándo se va a considerar que se produce la puesta en el mercado. Otro elemento crucial es que esta obligación recaiga con igual grado de claridad y severidad sobre las empresas extranjeras que sobre las nacionales». El Ministerio para la Transición Ecológica (Miteco) prevé tener listo el real decreto para la primavera de 2025.
La ley española ya fija que el productor es responsable de financiar la gestión de los residuos
Los recicladores esperan que la nueva regulación también resuelva una cuestión de competencia. «La ley de residuos limita a los gestores de residuos ya que dice que el 50% de las adjudicaciones por la recogida y tratamiento de residuos textiles deberá entregarse a empresas de inserción y centros especiales de empleo de iniciativa social. En la práctica los municipios no quieren dos gestores de residuos y están lanzando licitaciones para la colocación de contenedores solo a empresas de integración social, limitando la participación de ONG, fundaciones, o empresas mercantiles», se queja Pedro Andrés Sánchez, director general de Texlimca, una de las empresas españolas más veteranas en la circularidad del textil (nació en 1945).
Para la primavera de 2025, la Unión Europea también habrá aprobado la revisión de la directiva marco de residuos, que introducirá novedades sobre el tratamiento de los desechos textiles y que el Miteco quiere incorporar al real decreto. Entre otros, los trílogos europeos tienen que decidir si será o no obligatorio en toda la UE que los productores se hagan cargo de todos los costes de recogida y tratamiento de los residuos textiles, si se les va a obligar a contar también con un SCRAP, cómo tienen que ser tratados los residuos en los puntos de recogida... Aspectos algunos de ellos que ya resuelve la ley española.
Un mercado por nacer
Pero no solo se trata de un tema de plazos y regulación, también es económico. Desde luego, «hay que vestir bien la ley, que también debe impulsar un mercado que asuma el uso de la fibra reciclada. Hoy todavía no hay contenedores donde depositar la ropa usada porque son residuos que no tienen salida en el mercado», destaca Jordi Marlasca, Managing Director en Margasa, una compañía con sede en Cerdanyola del Vallès (Barcelona), dedicada al desarrollo y construcción de instalaciones y de equipos para el reciclado de todo tipo de residuos textiles. «La fibra reciclada de algodón es más corta -continua-, menos resistente y presenta peores características físicas que la nueva. Además, es más cara que la fibra reciclada preconsumo, incluso más que la fibra original. Y la sintética reciclada aunque conserva sus prestaciones, aún no se ha desarrollado a escala industrial el proceso para producirla, que es a través de reciclaje químico», explica Marlasca.
Es necesario crear un mercado para la reutilización de prendas y fibras recicladas
Entre otros motivos el proceso de reciclado se encarece porque la ropa usada hay que recogerla, transportarla y clasificarla. «Si es usable puede ir al mercado internacional y a las tiendas de segunda mano o vintage. En España están empezando pero en países como Reino Unido y Alemania son habituales», cuenta Pedro Andrés Sánchez. Según el informe de Deloitte, de los residuos textiles que se recogen en España el 3 y 5% pasa a tiendas de segunda mano de aquí y el 30% se exporta.
Si no es posible reutilizar, la ropa usada pasa al reciclaje. «Primero se eliminan los impropios como cremalleras, botones, abalorios... Y se separa según composición, color y material. Las prendas que llevan multicomposición son más difíciles de reciclar», prosigue. Texlimca recicla los textiles para producir trapos de limpieza que emplean diferentes industrias (talleres mecánicos, gráficos, siderurgias, impresión, pintura...).
Por tanto, una de las claves está en potenciar los mercados de materias secundarias. «Esta revolución no es instalar contenedores y levantar más plantas de clasificación y reciclaje. El reto está en ser capaces de desarrollar un mercado de segunda mano en España, como el que existe en Reino Unido y Alemania, para los residuos textiles que se pueden reutilizar. Y los que no se pueda, pensar en cómo los vamos a reciclar, qué tecnologías usaremos, qué plantas de producción de fibras recicladas y a qué mercados industriales vamos a dirigirnos para que incorporen esas fibras recicladas a sus procesos productivos. La industria va a tener que absorber parte de los residuos textiles. Por ejemplo, se pueden utilizar en tableros para muebles o en paneles acústicos, o como refuerzos o como aislantes en materiales de construcción. Y luego tiene que existir inversiones muy significativas en plantas de reciclaje y en desarrollo tecnológico para cumplir con las especificaciones que necesita cada una de las industrias que son potenciales clientes de fibras recicladas», considera Monzonís.
Proyecto piloto
Aún con todos esos retos que resolver, están surgiendo iniciativas para poner en marcha ese nuevo sistema de recogida y reciclaje de residuos textiles. Como el proyecto piloto en el que trabaja Reviste en colaboración con la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP) y que se implementará a partir de abril del próximo año en seis ayuntamientos de diferente tipología: Zaragoza, Rubí (Barcelona), San Miguel de Abona (Tenerife), Trujillo (Cáceres) Titulcia (Madrid) y Arbo (Pontevedra), abarcando una población de 300.000 habitantes.
El objetivo es «ensayar diferentes formas de recogida separada: contenedor en acera, puntos limpios, tiendas de textil y calzado que voluntariamente quieran convertirse en puntos de recepción y otros puntos como parroquias, centros comerciales, etc. Juntos hemos de encontrar las maneras de ofrecer al ciudadano fórmulas de participación con un grado razonable de comodidad y un eficiente servicio de recogida», detalla Meléndez.
El material recogido se gestionará siguiendo la jerarquía señalada por la Unión Europea. «Es decir, se trasladará a plantas donde se seleccionará aquel material que pueda estar en condiciones de ser reutilizado y el que no se llevará a unas plantas donde se clasificará para prepararlo para su reciclado, preferiblemente dentro del sector textil pero subsidiariamente en otros como la construcción o la automoción. El objetivo es desviar de vertedero todo lo que sea posible para minimizar su impacto ambiental», cuenta Meléndez.
El piloto tendrá una duración de un año y concluirá con la elaboración de una guía de buenas prácticas para que se pueda replicar en otros territorios.
Alianza empresarial
También la empresa Margasa ha firmado un acuerdo con Textil Santanderina, Moda-Re (una cooperativa impulsada por Cáritas) y Hallotex para poner en marcha la nueva compañía ThePostFiber. Esta se encargará de levantar una nueva planta de reciclaje en Sabadell (Barcelona). «Vamos a montar una línea para un proceso de reciclado mecánico con el fin de demostrar que la fibra reciclada se puede utilizar. Contamos con toda la cadena de valor: desde la recogida de residuos, hasta su tratamiento, reciclaje y la posterior fabricación del tejido y la confección de ropa», cuenta Jordi Maslasca.
Dentro del Perte de Economía Circular Textil se ha lanzado este año la primera convocatoria, con 97,5 millones, para subvencionar proyectos de circularidad y sostenibilidad en el sector textil, de moda y calzado. Un acicate para enhebrar la aguja que puntada a puntada hilvane el nuevo sistema de recogida, tratamiento y reciclaje de los desaprovechados residuos textiles.
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