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La empresa española saca su músculo innovador para responder a una transformación histórica
La digitalización, la urgencia medioambiental y la irrupción de tecnologías disruptivas obligan al sector privado a acometer su propio 'big bang' con el combustible de los fondos europeos, pero en un complejo contexto económico y político
Las alianzas entre gigantes dan una nueva energía a la descarbonización

Rara vez asistimos a un momento histórico como el que vivimos: la transformación de una economía analógica y basada en combustibles fósiles a otra digital, descarbonizada, circular y resiliente. Y eso da de lleno en el corazón de nuestras empresas, que sacan músculo y activan sus arterias para cambiar sus modelos de negocio y sistemas productivos, con el oxígeno financiero que proporcionan los fondos Next Generation. La revolución 4.0, como se conoce a esta profunda transformación, no tiene precedentes: se produce bajo el pulso que marca una institución supranacional, la UE, y a un ritmo vertiginoso, como lo hace el desarrollo tecnológico, que ya ha dado el salto a avanzadas herramientas como la IA, el 'big data' y el 'bockchain'.
Momento de incertidumbre
La transformación se vio acelerada con el Covid, que también puso al descubierto la gran dependencia que tiene el Viejo Continente de otras regiones tanto en energía como para hacerse con toda la cadena de suministros de muchos productos necesarios para los europeos. Además, ha sobrevenido un contexto de total incertidumbre, con una espiral inflacionista que dibuja la sombra de una recesión económica; con una guerra en Ucrania, a las puertas de Europa, y un mercado global tremendamente competitivo liderado por China y EE.UU. Y ahora con la inestabilidad política instalada en España.
Sólidas bases para el despegue
Pero no hay marcha atrás. La digitalización y la transición energética para reducir las emisiones de CO2 son los músculos con los que desarrollar esa nueva estructura económica que quiere Europa. Y, si se sabe aprovechar, supone también una oportunidad histórica para nuestro país.
España ha sido el segundo Estado europeo más beneficiado con los fondos Next Generation: 140.000 millones de euros que se distribuirán a través del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia. Somos una potencia europea en renovables y un referente en el desarrollo de la tecnología del hidrógeno verde, el santo grial de la transición energética. Contamos con una posición geoestratégica privilegiada y excelentes infraestructuras de telecomunicaciones de última generación, que abren la puerta a nuestras empresas (y a las que vengan) al mercado latinoamericano y a todo el arco mediterráneo. Tenemos talento en un marco laboral más competitivo que otros países. Sin olvidar nuestra calidad de vida.
Progreso adecuado
En el proceso hacia la digitalización, España cuenta con un buen punto de partida. En el Índice de Economía y Sociedad Digitales (DESI) nuestro país destaca entre los vecinos en despliegue de redes de alta capacidad, de fibra óptica y de cobertura de 5G. Además somos atractivos por nuestros cables submarinos de última generación que nos alzan como firme candidato para ser el 'hub' de los centros de datos en el sur de Europa, los lugares por excelencia donde se implantan las 'scaleups' tecnológicas. También nos encontramos por encima de la media europea en las capacidades digitales básicas de la población y en los servicios online de las administraciones.
El círculo vicioso de las pymes
Sin embargo, como asegura Ana Peñuela, socia de Technology Enablement de KPMG en España, «queda bastante camino por recorrer, incluso en las empresas grandes y más avanzadas en su digitalización». Pero son las pymes las que se están quedando rezagadas. «Son el principal caballo de batalla para acelerar la transformación digital en España», afirma Pedro Mier, presidente de la patronal digital Ametic. Y eso que, según el DESI, el porcentaje de pequeñas empresas con al menos un nivel básico de intensidad digital solo está ligeramente por debajo de la media de la UE (68% frente al 69%).
Pero tienen una gran incidencia, porque España es fundamentalmente un país de pymes. Las que cuentan con menos de diez trabajadores representan, nada más y nada menos, que el 95,6% del total. «Se encuentran en un terrible círculo vicioso ya que para sobrevivir, a falta de tamaño, tienen que concentrarse en aumentar su productividad y la digitalización es el arma que necesitan para lograrlo. Pero no consiguen hacerlo, ya que la dura realidad de su día a día empresarial les come la capacidad real de abordar estos procesos», explica Nacho de Pinedo, CEO y cofundador de la escuela de negocios ISDI. Sin embargo, su digitalización resulta vital porque generará un nuevo tejido productivo más competitivo. Y mejorará la situación de las pymes que podrán diversificar sus productos y llegar a nuevos mercados con el uso de herramientas como el comercio electrónico. Para ello cuentan con el Kit Digital: 3.000 millones en subvenciones para adquirir 'hardware', 'software' y servicios de consultoría. «Se ha puesto demasiado el foco en la herramienta (el Kit Digital), pero no en su implantación y uso eficiente. Es necesario también un plan de formación», dice De Pinedo.
El 95,6% de las empresas españolas tiene menos de 10 trabajadores
Despliegue insuficiente
También vamos retrasados en la penetración de las tecnologías más disruptivas: solo el 9% de las empresas españolas utilizan 'big data' (frente al 14% de las europeas), un 27% 'cloud' (34%), aunque, se equiparan a la UE en el uso de inteligencia artificial (8%). «Los casos de uso de estas tecnologías son muy concretos y no se aplican en la mayoría de empresas, y es totalmente ciencia ficción para nuestras pymes. Hay muchas otras tecnologías que aplicar antes de entrar en estos temas, como los CRMs, el ecommerce de calidad y las herramientas de marketing digital. Debemos propiciar la rápida adopción de esta nueva generación de herramientas, que sin duda puede ser facilitadora de una mayor productividad para empresas grandes como pymes», advierte De Pinedo.
No obstante, se avanza en algunas de esas nuevas tecnologías, como defiende Mier. Por ejemplo, en computación cuántica, «España ha sido uno de los primeros países en realizar grandes proyectos y disponemos de diferentes clústers. Nuestro país ya está en posición de exportar esta tecnología», destaca. También en inteligencia artificial tomamos posición. «Europa -añade- solo tiene el 7% de las patentes de IA a nivel mundial, pero estamos regulando para dar confianza al sistema y España es pionera. De hecho, el objetivo es lanzar la ley de Inteligencia Artificial durante la presidencia española del Consejo de la UE. Hemos sido pioneros en hacer un 'sandboxing' de todo eso».
Miles de vacantes sin cubrir
Otra de nuestras heridas es la falta de especialistas TIC entre la población activa (suponen el 4,3%, una cifra ligeramente por debajo del 4,6% de promedio comunitario), aunque contamos con un mayor porcentaje de graduados en estas disciplinas (4,8%, por encima del 4,2% europeo). Así no es de extrañar que «el 74% de las compañías de nuestro país afirme tener dificultades para encontrar ciertos perfiles», asegura Mier.
Eso ha traído como consecuencia que el pasado año más de 120.400 vacantes quedaron sin cubrir en la industria digital, según la patronal DigitalES. «Hay un claro 'gap' entre lo que las empresas están demandando y lo que el mercado académico tradicional ofrece, que se manifiesta en el inmenso contraste entre la demanda de miles de puestos de trabajo digitales que quedan sin cubrir y la oferta de un mercado laboral en el que los jóvenes no encuentran un primer trabajo y los mayores de 50 años son expulsados por no estar actualizados», señala De Pinedo.
En ese sentido se ha pronunciado la Comisión Europea que en el 'Informe de la Década Digital 2023' recomienda a nuestro país «acelerar sus esfuerzos en el ámbito de las capacidades digitales, en la mejora y recapacitación de la fuerza laboral, y en tecnologías avanzadas y emergentes, para abordar la falta de especialistas en TIC».
El 74% de las empresas tiene dificultades para encontrar ciertos perfiles
Recualificación pendiente
La brecha de talento resulta más acusada en el sector TIC, pero se extiende a otros ámbitos, como vienen advirtiendo diferentes estudios realizados por consultoras y empresas de Recursos Humanos, incluso de la propia CEOE. Faltan ingenieros de todas sus disciplinas, profesionales en conocimientos en sostenibilidad, en el ámbito industrial hasta en logística... Se requieren trabajadores más cualificados y con nuevas habilidades para afrontar el paradigma al que nos dirigimos.
«En España afrontamos el doble desafío de conciliar oferta y demanda de trabajo y el de formar a las personas y los profesionales del futuro. Mientras ocho de cada diez empresas en nuestro país tienen dificultades para encontrar los perfiles que necesitan, los empleos están cambiando y nos dicen que más de la mitad de los niños que hoy van a la escuela realizarán un trabajo que hoy aún no existe. Además, a medida que la digitalización avanza, el 50% de los trabajadores necesitará reciclarse y aprender nuevas habilidades en los próximos dos años», explica Leopoldo Maestu, vicepresidente de la Fundación I+E. De hecho, en un estudio de KPMG ('Perspectivas España 2023: Transformación digital'), «un 45% de los encuestados señalaba que las habilidades y capacidades existentes dentro de su compañía está ralentizando la transformación digital de la organización en un grado alto y muy alto», apunta Peñuela.
Un radical cambio de sistema
Para acaba con el 'gap' de talento, todos los expertos coinciden en que hay que dar un giro radical al sistema educativo, que «es eminentemente académico, obsesionado con 'titulitis' oficial y acusadamente desvinculado de las necesidades reales de la empresa», se queja De Pinedo, quien propone «transitar a modelos de formación que entronquen directamente con la productividad empresarial, por ejemplo, a través de la FP Dual, 'bootcamps' y máster de negocio digital». E incorporar las nuevas habilidades digitales desde la más tierna infancia, como sugiere Mier. Un sistema, dice, «que integre de manera efectiva el desarrollo de competencias digitales desde los colegios hasta las universidades y centros de FP».
El objetivo es también atender la demanda de un mercado laboral en continua transformación. «Necesitamos conectar mejor nuestros sistemas, tanto universitario como de formación profesional, con la realidad de las empresas, adaptando las ofertas formativas a los cambios tecnológicos y sociales. Esa formación pasa por inculcar la ilusión por aprender y descubrir, fomentar las vocaciones técnicas y creativas, desarrollar competencias para el empleo y promover la formación continua», señala Maestu.
Muy lejos de los objetivos
España tampoco sale bien parada en innovación. A pesar de que el 48,7% de los jóvenes de entre 25 y 34 años tiene una titulación de educación superior, dos puntos por encima de la media de los países de la OCDE (46,9%) y tres de la media europea (45,9%). Y de que somos la undécima potencia en producción científica a nivel global. Pero ocupamos el puesto 16 de 27 en el ranking de innovación de la UE y la 29 en el Índice de Innovación Global 2022. «La posición que ocupamos en los diferentes indicadores de innovación no se corresponde con el peso y el desarrollo de nuestra economía», afirma Antonio Logroño, miembro del patronato de la Fundación I+E.
Nuestro punto flaco es la inversión en I+D tanto pública como privada, a pesar de que creció en 2021 un 9,4% como revela un estudio de la Fundación Cotec. En total, fueron 17.249 millones de euros. Pero fue un año algo excepcional, pues supuso el incremento de financiación en investigación y desarrollo más elevado en una década gracias a la llegada de los fondos Next Generation. Según la Fundación Cotec, ese gran paso no será suficiente para cumplir el reto de la Estrategia de Ciencia, Tecnología e Innovación que fija el compromiso de alcanzar el 2,12% del PIB en inversión en I+D para 2027 (la Ley de Ciencia marca un 3% en 2030).
España ocupa el puesto 29 en el Índice de Innovación Global
«Es prioritario incrementar la inversión pública en I+D, pero sobre todo estimular la privada. La inversión pública en I+D debería ser tractora de la inversión privada, a razón de dos euros invertidos por las empresas por cada euro que invierta el Estado», sostiene Logroño, quien subraya que se necesitan «marcos jurídicos, legislativos y fiscales estables, predecibles en el tiempo, que ofrezcan confianza a las empresas y las animen a acometer grandes proyectos y atraer inversión».
Una conexión fallida
Pero la innovación no se consigue sin otra pieza clave: la transferencia de conocimiento de universidades, centros tecnológicos e institutos de investigación a las empresas, un factor determinante para impulsar el emprendimiento. Y ese tampoco es nuestro fuerte, lo que dificulta que toda esa investigación pública se traduzca en innovaciones con impacto social y económico. Tal es así que incluso el Gobierno ha aprobado un 'Plan de transferencia y colaboración: la ciencia y la innovación al servicio de la sociedad', dotado con 1.200 millones en 2023. «En general, España tiene un gran potencial innovador, con empresas y gente muy preparadas para ser excelentes. Pero debemos mejorar en trasladar esa innovación al mercado, conectar mejor conocimiento y empresa y reforzar la colaboración público-privada», afirma Logroño.
Esa colaboración entre el ámbito público y privado ayudaría a sacar músculo industrial. «Se trata de elevar a escala industrial la implantación de proyectos sofisticados de muy alto componente tecnológico para que puedan llegar al mercado. Ayudaría a nuestras muchas y excelentes 'startups' industriales a superar la transición desde la fase de investigación para convertirse en grandes empresas con proyección mundial», defiende Logroño.
Consolidar el crecimiento
Esa es la otra punta de lanza por la que debe apostar el país para ser innovador y competitivo: un potente ecosistema de startups, que son las que proponen soluciones disruptivas para abordar los desafíos de la sociedad. «El número de 'startups' y 'scaleups' ha aumentado significativamente, así como las inversiones en ellas. Aunque el ecosistema español está todavía en desarrollo, es uno de los de mayor crecimiento de Europa. Somos el país del sur de Europa con más unicornios y tenemos más de 400 'scaleups'. Estamos bien posicionados para seguir avanzando y convertirnos en el 'hub' digital de Europa», asegura César Tello, director general de Adigital, la Asociación Española de la Economía Digital.
Uno de los retos para consolidar este ecosistema es conseguir financiación cuando estas empresas emergentes necesitan escalar y crecer con fuertes inversiones. «Necesitamos impulsar su expansión internacional y sus procesos de atracción de talento y capital. Para ello, proponemos impulsar la Ley de Escalabilidad».
Un proceso en desarrollo
La digitalización va de la mano, y facilitará, la transición a una economía libre en carbono, el otro pilar para un futuro más limpio que frene el cambio climático. Un proceso donde España tiene una buena baza para jugar por ser potencia en renovables, en energía eólica y fotovoltaica, y en el desarrollo del hidrógeno verde. Tres importantes fuentes mientras se desarrollan otras tecnologías que también tendrán cabida en el mix energético del futuro, como la energía termosolar, la mareomotriz o los biocombustibles.
Los fondos Next Generation alcanza los 140.000 millones de euros para la recuperación de nuestra economía
Pero «los objetivos que se han establecido son muy exigentes y suponen costes que serán muy importantes», advierte Pedro Mielgo, ex presidente de Red Eléctrica. Además, surge el debate si con tantas prisas por acelerar la descarbonización no se están dejando de lado, y antes de tiempo, energías como la nuclear, que pueden garantizar el suministro ante la subida de precios del petróleo y ante la gran dependencia energética que tenemos de terceros. De hecho, países como Francia están impulsando las mini centrales nucleares.
Una oportunidad mayúscula
Los 140.000 millones de euros que nuestro país recibirá de los fondos Next Generation para acometer esta profunda transformación son un balón de oxígeno financiero sin precedentes. Se distribuirán a través de doce Pertes, que son proyectos estratégicos para la recuperación y transformación económica, y que han puesto el foco, entre otras, en la industria aeroespacial, naval, agroalimentaria, en el vehículo eléctrico...
Sin embargo, más que el montante, la preocupación se dirige a que los fondos sean gestionados con agilidad, porque los trámites burocráticos están frenando estas ayudas, y a que estén dirigidos a proyectos que realmente supongan un impulso transformador y tractor para otras empresas. «La dificultad para que lleguen a las empresas es el proceso administrativo que implican. El proceso burocrático que hay que atravesar es tedioso», apunta Mier. «En la fase de ejecución, se hace patente la necesidad de hacerlos más accesibles a las empresas, a través de mecanismos más transparentes y desburocratizados que incentiven tanto a las grandes empresas como a las pymes a participar en proyectos ambiciosos», estima Leopoldo Maestu. En su opinión será decisivo también orientarlos a sectores que nos diferencia y donde podemos ser «ganadores, como biotecnología, telecomunicaciones, movilidad sostenible, investigación clínica, sector aeroespacial...».
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