Vender para ayudar a crecer: así se traza el círculo virtuoso de las startup

Ya se suman los ejemplos. Los cofundadores de Glovo han lanzado Yellow Fund, fondo de 'venture capital' para empresas emergentes. Otro caso es el de Iñaki Berenguer que cuenta entre sus creaciones con CoverWallet, una startup tecnológica que reinventa los seguros para las pequeñas empresas, y Contactive, una plataforma de Big Data adquirida por Thinkingphones. Ahora es también un 'business angel' en 30 empresas emergentes y ha fundado Life Extension Ventures. Y la lista sigue. José del Barrio fue el artífice el fondo Samaipata, y antes cofundador de la plataforma de entrega de comida La Nevera Roja, vendida a Rocket Internet por 100 millones de dólares en 2015. Iñaki Arrola vendió su plataforma coches.com al Banco de Santander y después levanto la 'venture capital' K-fund.

Aquilino Peña pertenece a esa generación de emprendedores comprometida con los que vienen detrás. Se adelantó a su tiempo. Junto a un compañero del máster que cursaba en Harvard fue cofundador de Submarino.com, una compañía de comercio electrónico en España e Iberoamérica.

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«Asistí al proceso de nacimiento de internet a través de compañeros de clase y emprendedores. Cuando fundamos la startup en 1998, nos adelantamos diez años al mercado. Estábamos en España, Portugal, Brasil, Argentina y México. Fuimos vendiendo la startup en cada país a empresas diferentes. Nos quedamos con la de Brasil hasta que la sacamos a Bolsa en 2004», recuerda. «La adquisición -sostiene- no es el fin del mundo, sino que empieza una nueva fase. Se coge una experiencia impagable y de ahí salen muchas compañías hijas. En España las grandes empresas no ven cómo la adquisición de startup les puede generar valor, la integración es complicada y no tienen muchas experiencia».

Peña ha sido también 'business angels' en compañías como Acierto. Y desde 2012, con ayuda del CDTI y Telefónica, es cofundador del fondo de capital riesgo Kibo Ventures que gestiona activos por importe de 330 millones de euros en 70 compañías. Algunas han sido éxitos como como Flywire, una empresa de pagos verticales. «Fue fundada por el valenciano Iker Marcaide en Boston con todo su equipo en Valencia. Entramos en 2013. Tardamos diez años en hacer una compañía. Y ahora hemos desinvertido», cuenta. La startup ha salido a Bolsa en el Nasdaq.

Kibo Ventures ha creado uno de los equipos de capital riesgo más grandes del sur de Europa. «El equipo y los inversores de Kibo Ventures están comprometidos a impulsar un impacto positivo global y al mismo tiempo lograr los máximos rendimientos. Nació con la misión de asociarse con fundadores europeos que abordan los mayores desafíos actuales a través de la tecnología y ayudarlos a crecer y escalar a nivel mundial», afirma Peña.

Invierten cuando la startup ya está iniciada. «Cuando tiene un equipo, un producto y algo de tracción. Un poco antes de la serie A, que es la primera ronda importante. Invertimos entre uno y cinco millones de euros para conseguir entre el 10 y 20% de rentabilidad», detalla.

En el portafolio de Kibo Ventures hay empresas con un fuerte impacto social y ambiental como Mitiga Solutions, JobandTalent, Innovamat, Trucksters, Qida, Tier, Odilo, Paack, Acurable, PandaGo, Green Eagle y compañías tecnológicas globales como Flywire, Devo, Sorare, Exoticca, Capchase, Carto o Belvo.

Como buen conocedor del ecosistema emprendedor, Peña cree que «hace falta que grandes grupos familiares y de empresas, fondos de pensiones, aseguradoras y bancos, que tiene mucho patrimonio, dediquen un porcentaje mayor a las startup, porque se traduce en creación de valor, impuestos y puestos de trabajo. Es una rueda donde al que le va bien luego lo devuelve a las demás empresas».

Desde luego que con ese compromiso, una nueva generación de emprendedores tiene la llave para hacer madurar y avanzar el ecosistema de las startup.