«Sabían lo que hacían, no fue un accidente», denuncia la directora de la Asociación Nuclear Mundial

En conversación con ABC expresó su deseo de que la guerra no afectara a las cuatro centrales nucleares de ese país (que suman 15 reactores) y mostró su preocupación por el estrés que sufrían sus trabajadores al tener que gestionar unas plantas tan delicada en medio de un conflicto bélico.

Sin embargo, ayer, tras producirse el ataque a Zaporiyia, Sama Bilbao endureció sus palabras. «Sabían lo que hacían, no fue un accidente», declaró a ABC por teléfono en la misma puerta del avión que la trasladaba a Londres. «El ataque ha sido para asustarnos, y lo han conseguido».

Afirmó que «estamos profundamente preocupados» por los acontecimientos y «condenamos en los términos más enérgicos el ataque directo de las fuerzas armadas rusas». Y pide «urgentemente» el cese de toda violencia en las instalaciones nucleares, «y que los trabajadores de la planta y los equipos de respuesta a emergencias puedan cumplir con sus funciones». Y añade que «no sabemos si las otras tres plantas nucleares que hay en el país serán el siguiente objetivo del ejército ruso».

Además, hace un llamamiento «urgente» para la creación de zonas seguras alrededor de todas las plantas de energía nuclear en Ucrania para garantizar la seguridad de todas las instalaciones y su personal». Desde el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) se había recomendado un perímetro de seguridad de 25 kilómetros alrededor de cada planta.

Sobre Zaporiyia nos da una última hora y es que de sus seis reactores nucleares, que producen el 25% de toda la electricidad del país, solo funciona uno, ya que dos estaban parados por trabajos de recarga y otros tres han ido pasando a la situación de ‘stand-by’ por la drástica caída de la demanda en el país por la casi nula actividad.

Sama Bilbao confirma que estas plantas ucranianas cumplen los más altos niveles de seguridad, como el resto de centrales europeas, «y poseen protocolos para reaccionar ante ataques externos».

Cabe subrayar que el edificio principal de cualquiera de las centrales nucleares europeas, donde está el reactor y el combustible nuclear, visible por su enorme cúpula, aguantarían el impacto de un misil o de un avión. Sus centros de control están en un búnker y, si fuera asaltado o destruido, la central podría ser monotorizada desde otro centro de control, más simple que el principal, que se encuentra a varios cientos de metros del primero dentro de la propia planta.

Los 15 reactores nucleares de Ucrania producen el 54% de toda la electricidad que se consume en el país. Es el segundo estado europeo con mayor porcentaje de electricidad de origen nuclear tras Francia, que supera el 70% con sus 56 reactores. La vecina Biolorrusia tiene una central preparada para operar y otra en construcción y Rusia cuenta con 38 plantas que producen el 20% de la electricidad. España, por ejemplo, cuenta con 7 reactores y su generación eléctrica alcanzó el 21% del total.

Esta bilbaína, que se crió en Madrid, donde estudió ingeniería mecánica, desarrolló su carrera profesonal en EE.UU. y ha ocupado diversos cargos en organismos internacionales, por lo que también ha vivido en Viena, París y, ahora, en Londres. Añade que está en permanente contacto por whatsapp con su colega y amigo Rafael Mariano Grossi, director general del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA). Grossi también hizo un llamamiento para que cese el uso de la fuerza y advirtió del «grave peligro que supondría que algún reactor se viera alcanzado».