Acaba la Semana Santa y empieza la temporada de dolores para los españoles
Se acabaron las contemplaciones y las excusas. España se ha descolgado de la Europa que cumple y el BCE ya no traga. Los tipos se subirán caiga quien caiga. Ciudadanos y empresarios arrancan su travesía por el desierto y Sánchez, su vía crucis hacia la crucifixión electoral ¡Que Dios nos coja confesados!
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Iniciar sesiónTras la Semana Santa la gente ha aparcado los problemas... pero no los ha perdido de vista. A la fuerza ahorcan. De hecho, ahora sí, empieza la travesía por el desierto para los españoles. Ciudadanos y empresarios. Los políticos es otro cantar, aunque ... los machos se los van a tener que apretar, sí o sí. O se ponen TODOS manos a la obra, o del barranco no nos rescata ni Rita 'la Cantaora' . Y es que la economía no mejora sino todo lo contrario.
Los españoles se debaten entre el ahorro y el ¡a vivir que son dos días y luego Dios proveerá!, y los beneficios estimados de las empresas se antojan... nefastos. Para muchas. Se pongan como se pongan nuestros grandes empresarios -que medianos, pequeños y autónomos, sufren casi casi que en silencio, total para lo que les sirve protestar...-, que en los últimos resultados anunciados -los del primer trimestre- intentaban transmitir alegría y sensación de «lo peor ya ha pasado». Ya saben, el ingenio financiero se agudiza. Pero lo peor está por venir. Aunque algunas sí crecerán a corto plazo, el siguiente trimestre, al menos. Las muy dependientes de la actual realidad económica: las compañías de defensa o auxiliares, por la guerra, y las de energía y también sus auxiliares... a costa de todos nosotros. El resto, un poema, y cada cual con su particular ADN tocado. Ejemplos, a mares. Me quedo con los bancos cerrando oficinas a toda prisa; Inditex con su segundo mercado mundial - Rusia - bloqueado -y si el imperio de Amancio Ortega tiene problemas... ¡apaga y vámonos!-; Iberdrola, la mayor por capitalización, también en guerra, pero contra el Gobierno, y según algunos expertos, con un insistente problema de reputación y jurídico -¡ay que no se acaba el tema Villarejo por mucho que lo protestan y dan sus razones!- que amenaza su estructura tal y como la conocemos. Y a todo esto, los representantes empresariales -sobre todo, la CEOE- que parece que prefieren estar desaparecidos en combate. Además, muchos piensan entre bambalinas que al patrón de patrones, Antonio Garamendi , tanto como al Gobierno y a los sindicatos, les viene fatal el enorme cuerpo que ha cobrado el presidente de la primera eléctrica española, Ignacio S. Galán , porque se convierte 'de facto' en el interlocutor necesario para un pacto de rentas; algo que -explican los mismos 'pasilleros'- se antoja imposible con alguien que recurre en Estados Unidos y Bruselas todas y cada una de las decisiones que toma el Gobierno de Sánchez .
Y en esas que toca reunión del Banco Central Europeo el pasado jueves y la desesperanza se acomoda. Sobre todo para países que han pasado olímpicamente de hacer los deberes respecto a su alto endeudamiento por los siglos de los siglos. Por listos. ¿Les suena? Pues sí, España . Y es que al otro lado del Atlántico -alumnos aventajados, y de avanzadilla para los de la zona euro- ya han cambiado el chip. Retiran estímulos, dejan de comprar deuda y... suben tipos, si bien saben que se encarece la financiación para sus empresas, que deberán poner al día sus planes estratégicos y previsiones, al tiempo que se encarecen también las hipotecas de sus familias. Claro que su economía no es la nuestra. Y el Gobierno... mejor evitemos las comparaciones.
Y esto es lo que se avecina. A pesar de que la parálisis vendida por la lideresa monetaria europea pretende dar tiempo a los países más retrasados del euro, como el nuestro, que sigue sin conseguir volver al crecimiento prepandemia y cuyo nivel de deuda pública se ha duplicado en la última década hasta el entorno del 118% del PIB. Eso sí, con la advertencia de que la fiesta se acaba. ¡Qué digo! Se acabó. De hecho, tanto Fráncfort como Bruselas han avisado al Gobierno español de que cuando empiecen a subir los tipos la prima de riesgo podría repuntar, la estabilidad de las finanzas públicas resentirse y volver el miedo a la quiebra. ¡Vamos, un dechado de alegría! De hecho, cada minuto que araña Christine Lagarde para no subir los tipos de interés, más caro le sale a España, con una inflación por encima de la media de la zona euro, en el entorno del 10%, y subiendo, y una economía que se le ha ido complicando por momentos por la falta de previsiones reales y de despreciar posibles imprevistos, como la invasión de Ucrania de Putin, que puede terminar por condenar al megalómano del presidente español al más absoluto de los ostracismos políticos.
Y es que quien siembra vientos recoge tempestades, y la francesa ya se lo ha trasladado a Sánchez y a Calviño , que cada palo aguante su vela en consonancia con sus respectivas necesidades financieras y sus soberanas estrategias políticas, que tal y como va la carrera inflacionista, la subida de tipos acontecerá más rápido de lo previsto -hablaban de septiembre, y ahora ya hablan de julio, tras el final del emblemático programa de compra de títulos de deuda en junio- ya que en un contexto de mejora económica, de subida de salarios y de los precios de la energía, en el equipo de Lagarde ven difícil que se cumpla el objetivo de inflación. Y se trata de salvar a los más fuertes. A los que cumplen. Se acaban las contemplaciones con los vagos, y España, como buen cero a la izquierda, se desprecia e inicia su propio vía crucis con visos de acabar en la crucifixión electoral. Recemos. Mientras tanto, el resto de españoles con dolores, muchos dolores.
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