AJUSTE DE CUENTAS

El Ibex de Sánchez

Aunque hace lo que quiere con el dinero europeo, Sánchez no logra imponer su propia élite en los negocios

EFE

La tramitación como proyecto de l ey del decreto sobre los fondos europeos (RDL 36/2020) sigue paralizada en el Congreso un año y cuatro meses después de su aprobación, en enero de 2021, gracias a los votos de Vox. Se suponía que los ... grupos parlamentarios querían negociar con el Ejecutivo para optimizar la gestión de los fondos y se puso urgencia a la tramitación. Resultado: el periodo de enmiendas se ha ampliado en 54 ocasiones , el proyecto duerme en un cajón de la Comisión de Economía y es muy probable que decaiga cuando se disuelvan las Cortes y Pedro Sánchez convoque elecciones, o que se apruebe cuando ya no quede nada que gestionar.

Mientras, el Gobierno hace lo que quiere con el dinero gracias al decreto original aprobado en diciembre de 2020. Es el f ilibusterismo inverso de Sánchez que le permite al Ejecutivo gobernar sin hacer caso al Parlamento. Un asunto digno de estudio para los politólogos.

Cuando se crearon los fondos europeos en 2020, parecía evidente que junto con su deseo de transformar la economía, Sánchez intentaría dar forma a una nueva élite empresarial aprovechando el arraigado ‘capitalismo de amiguetes’ que hay en el país. Incluso se especulaba con los nombres de los directivos del Ibex 35 mejor dotados para sobrevivir a los cambios después de que la generación de César Alierta y Francisco González se retirara.

Mas la historia no está escrita y, aunque podría haber signos de que esa nueva élite está por ahí esperando su oportunidad, lo que se ve es que la Moncloa no ha conseguido imponer sus designios más que de forma marginal y con estruendo. Un episodio intrascendente de los últimos días -la salida de tono del presidente de Iberdrola respecto de los usuarios de la tarifa regulada- ha puesto de relieve que los gestores del Ibex 35 y el ‘sanchismo’ no están alineados. Y el ejemplo lo ha brindado el que posiblemente sea uno de los ejecutivos mejor dispuestos para sobrevivir en la Tierra tras una devastación nuclear, como me sugirió Sánchez Galán una vez en una entrevista.

Los hechos son que donde el Gobierno tiene legitimidad para introducir cambios, porque la empresa es pública o su participación es estratégica, no hay esplendor. Hay empresas públicas que se esfuerzan por pasar inadvertidas y otras que son un fiasco por haberlas dejado en manos de los amiguetes. Otras donde el Estado participa se han convertido en campo de batalla entre distintos sectores , como ha sucedido en Indra en un momento en que su reputación debería ser ejemplar para captar los fondos que fluyen hacia el sector de la Defensa. En el único sitio donde los ‘proxys’ del gobierno ganan batallas ha sido en el ámbito de los medios de comunicación donde los famosos visitadores de Moncloa se han apuntado un tanto descargando a Telefónica de la participación en Prisa. jmuller@abc.es

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