Control del horario laboral: vuelta al siglo XIX
«Esto significaría más cargas administrativas y rigidez a las empresas. Es muy retrógado considerar hoy el trabajo como una serie de horas fijas en un espacio único concreto»
Las empresas de Madrid están muy preocupadas por la pretensión de la ministra de Trabajo, Magdalena Valerio, de volver a colocar obligatoriamente máquinas de fichar en los centros de trabajo, porque supone una vuelta a las normas del siglo XIX. La organización del trabajo afortunadamente ... ha avanzado mucho desde las famosas leyes de (Frederick) Taylor que fueron las primeras técnicas desarrolladas para mejorar la productividad en entornos fabriles. Ahora estamos en otro escenario, con otro tipo de economía en la que no prima el presentismo sino conceptos como la confianza y el compromiso entre empleador y empleado, el «engagement», la flexibilidad, la gestión por objetivos o el teletrabajo. Como ha indicado públicamente el presidente de CEIM , Juan Pablo Lázaro, adoptar esta medida sería retroceder cien años en la historia, mientras que el resto de nuestros competidores miran hacia el futuro. Significaría más rigidez y más cargas administrativas a las empresas (pymes incluídas). De verdad, es muy retrógado considerar hoy el trabajo como una serie de horas fijas en un espacio único concreto.
Resulta muy loable que la ministra Valerio se preocupe por los abusos que se producen y que, sin lugar a dudas, son completamente rechazables en una sociedad de progreso como la nuestra, pero seguro que hay mecanismos un poquito más del siglo XXI y, además, más eficaces. En concreto, cualquier trabajador que quiera denunciar una circunstancia de este tipo ya tiene afortunadamente a su disposición un buzón de la Inspección al que puede dirigirse de forma anónima. Y quienes sostienen que esta medida iría dirigida fundamentalmente para vigilar el cumplimiento de los contratos a tiempo parcial, desconoce que ya existe un método de control diario para este tipo de fórmulas contractuales, por lo tanto es absolutamente innecesario.
Curiosamente, el registro diario de la jornada fue un instrumento de control del tiempo de trabajo que fomentó hace cien años el mundo empresarial para verificar el cumplimiento de las obligaciones contractuales laborales de los empleados en los inicios de la economía basada en fábricas. Pero posteriormente comenzó una relajación de este control por parte empresarial a cambio de márgenes de tolerancia en la flexibilidad del tiempo de trabajo, en favor del empleado a través del diálogo y el consenso . Por eso ahora resulta curioso que esta rocosa herramienta de control de los empleados se desempolve con el argumento de que favorece a los trabajadores. Por eso no sorprende que en algunos centros de trabajo la idea de Valerio esté siendo muy criticada por los propios trabajadores porque perciben que tienen mucho que perder al pasar de trabajar en un contexto de uso flexible de su tiempo de trabajo, a estar muy controlados, incluyendo entradas, ausencias puntuales y salidas.
Al mismo tiempo, esta medida ataca directamente a la distribución irregular de la jornada que es una herramienta fundamental para favorecer la tan necesaria conciliación laboral. Además, en aquellos sectores más industriales donde resulta eficaz el registro de la jornada , debido a que la presencia es hegemónica, ya se utiliza esta herramienta y está recogida en los convenios colectivos.
Tenemos muchas cosas que hacer en el marco laboral para favorecer la competitividad de las empresas y generar más empleos, como, por ejemplo, el desmesurado absentismo injustificado que estamos padeciendo y que colocaría a España como país preso de una pandemia. Y ese es un problema gravísimo que afecta a empresas, trabajadores y cuentas públicas . Resulta urgente frenar esa sangría de competitividad. Los médicos del INSS que se dedican a la vigilancia de la incapacidad temporal (IT) han recibido la instrucción simplemente de hacer llamadas los lunes por la tarde a estas personas y solo este efecto llamada telefónica ha provocado que un 30% se hayan dado de alta automáticamente sin ni siquiera ir al reconocimiento y un 20% de quienes acuden son dados de alta. Por lo tanto, es evidente que se puede hacer mucho más.
Francisco Aranda Manzano es vicepresidente portavoz de la Confederación Empresarial de Madrid CEIM-CEOE