suplemento empresa
Los halcones entran en acción
Los bancos centrales del mundo están ojo avizor. Aunque su gestión difiere de unos a otros Estados, el objetivo es común: la recuperación
enrique serbeto
El euro fue creado en el momento en el que la economía europea circulaba por una carretera recta, con una suave pendiente que favorecía un avance optimista, de manera que nadie se dio cuenta que con un Banco Central Europeo (BCE) que fuera simplemente la ... adición de los bancos centrales nacionales el euro no podría ser gobernado en una zona de curvas. El euro sigue gozando de buena salud, como demuestra su sólida cotización, pero la estructura de la zona de la moneda única s e ha revelado un estrepitoso fracaso , incapaz de evitar las diferencias de competitividad. Lo más importante para el futuro europeo es precisamente trazar las líneas de un nuevo papel para el BCE en una Europa en la que habra desaparecido la soberanía económica y los gobiernos de los países miembros estarán legalmente supeditados a una autoridad comunitaria.
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La principal característica del papel del BCE es que su misión es esencialmente la de mantener el valor de la moneda y la estabilidad de precios . Para cuestiones relativas a una eventual misión de prestamista de último recurso para los estados, el BCE mira para otro lado o si interviene, como hizo hace dos años, ha sido a regañadientes y a pesar de las reticencias expresas de Alemania. No es casualidad que la sede del banco emisor del euro esté precisamente en la capital financiera alemana, Fráncfort, donde, por cierto, también se encuentra el Bundesbank, el banco central alemán, que es la principal fuente de la doctrina de lucha prioritaria contra la inflación, que supone que cada país debe pagar por sus propios pecados en materia de endeudamiento. El todopoderoso ministro de economía alemán, Wolfgang Shaeuble, lo dijo este jueves en Berlín: « la política económica no puede ser esclava de la política monetaria » y Alemania no permitirá que se rebasen los límites.
El BCE está realizando la mayor trasformación desde su creación
Pese a todo, en estos momentos, aún sin tiempo para dejar que se termine de construir su nueva sede que ocupará más de diez hectáreas, el BCE está realizando la mayor transformación desde su creación el 1 de junio de 1999, con la puesta en marcha de un organismo de supervisión bancaria que será la primera piedra de la futura unión fiscal y financiera europea. Para ello, el consejo de gobernadores deberá desdoblarse en dos misiones diferentes y aisladas jurídicamente una de la otra: por la mañana decidirán sobre la política monetaria y los tipos de interés y por la tarde se cambiarán la chaqueta y la corbata por una gorra de inspectores y se dedicarán a supervisar la gestión de los bancos, al menos los considerados sistémicos. Ya es tarde para hacer caso a lo que una vez dijo el ex presidente de la Reserva Federal norteamericana Alan Greenspan sobre que «un banco demasiado grande para caer, es que es demasiado grande». Eso implica, según el plan que han trazado a dos manos el presidente del Consejo Herman Van Rompuy y el comisario de Mercado Interior Michel Barnier, que habrá una supervisión de los grandes bancos en Fráncfort , una reglamentación europea sobre la quiebra de bancos y un fondo de garantía de depósitos alimentada por las mismas entidades financieras.
Sin embargo, el objetivo final para el BCE, según la mayoría de los países y de las principales instituciones comunitarias, es una entidad que haga todo esto y que además sea capaz de emitir los famosos eurobonos, es decir, de gestionar una deuda comunitarizda para toda la UE . La zona euro debe ser capaz de llegar a este compromiso tan íntimo de compartir los riesgos pero Alemania no está dispuesta a aceptarlo ni siquiera como posibilidad hasta que no se compartan tambien el gobierno económico.
El comisario de asuntos económicos Olli Rehn acaba de publicar sus memorias sobre la crisis que ha titulado «en el ojo del huracán». Afirma que una gran parte del problema de Europa es «su inoperancia a la hora de tomar decisiones» y esa placidez que conocimos en los momentos de la creación del euro era un espejismo. La UE va a velocidad de tortuga mientras que el finlandes afirma que cuando llegó al puesto hace tres años se sintió como «alguien que se sube a un tren en marcha que se encamina a toda velocidad hacia una colisión».
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