Pere Brachfield: «En el registro hay más de 500.000 empresas zombis»
El director de estudios de la Plataforma Multisectorial contra la Morosidad asegura que en España «la mayor parte de las empresas recurren al concurso para salvar el patrimonio de sus administradores»
javier tahiri
La historia de España está repleta de ejemplos de acreedores a la puerta de un deudor. En 1557 Felipe II hizo una reestructuración con quita de las deudas heredadas de Carlos V a la banca alemana Fugger. «España es un país con 500 años de ... historia de la morosidad», defiende Pere Brachfield, director de estudios de la Plataforma Multisectorial contra la Morosidad que cita al Lazarillo de Tormes para entender la raigambre del no pagar en la mentalidad nacional. Brachfield acaba de publicar «Análisis del moroso profesional» y pone cifras a un problema que ha supuesto el cierre de más de 500.000 empresas desde que comenzó la crisis . Sin embargo, en sus palabras la mayor parte de los morosos no son recalcitrantes sino fortuitos: la situación económica no deja margen para pagar.
–En los últimos años se han aprobado medidas como una ley de lucha contra la morosidad. ¿Ha mejorado el panorama de los acreedores?
–De forma progresiva la ley ha ido introduciendo plazos máximos de pago. Ahora las administraciones deben pagar a 30 días como máximo y las empresas, a 60. Sin embargo, el Estado paga a 166 días y las empresas a 95 . ¿Por qué no se cumple la ley? Pues porque no hay un régimen sancionador contra los que no la acatan. De momento el régimen sancionador se ha admitido en la mesa del Congreso y está en trámite parlamentario.
–¿Cómo ha evolucionado la morosidad durante la crisis?
–Moroso es una palabra que no tiene por qué ser peyorativa, pero la consideramos un insulto. Hay que distinguir: yo llamo moroso profesional al recalcitrante, al que impaga pero intencionadamente ya que podría saldar las deudas y no haberse endeudado pero lo hizo a sabiendas de que iba a causar un daño a un acreedor. Luego nos encontramos el otro tipo de moroso que es el mayoritario: aquel que en un momento dado pensó que podría devolver la deuda pero por la situación económica queda insolvente. Antes de la crisis en porcentaje había más morosos profesionales pero ahora la mayoría son fortuitos. He estado haciendo análisis y desde 2007 en España se ha reducido en medio billón de euros el dinero en circulación entre empresas y bancos.
–¿Deberían aprobarse medidas para solucionar estos casos? ¿Quitas, reestructuraciones de la deuda...?
–Se han aprobado parches en la Ley Concursal porque esto es un problema. Solo un 6,5% de las empresas que concursan han podido salir adelante luego. Ha habido gran expectación porque en 2013 se haya registrado el récord de concursos de acreedores : unos 9.700. Pero eso es ridículo: en Francia, en el mismo año, ha habido más de 65.000. ¿Por qué se suelen presentar a concurso de acreedores las empresas en España? Pues normalmente para preservar el patrimonio de los administradores. Porque si no, te viene un acreedor cabreado, te presenta un concurso necesario y los responsables son los administradores y la cúpula directiva. Como afirmó el Colegio de Economistas, nos encontramos con que el número de concursos presentados solo son la punta del iceberg de las empresas que ya no existen pero ni se disuelven, ni se dan de baja. En el registro mercantil hay más de 500.000 empresas zombis. ¿Por qué? Pues porque para liquidar una empresa lo primero que debes hacer es pagar todas tus deudas. En otros países europeos la legislación es más dura con los administradores y ahí no puede haber «persianazo»: van a por directivos y los inhabilitan.
–¿Es sólo por la ley?
–También hay un tema cultural. Aquí, que una empresa entre en concurso se considera un fracaso, cuando ello debería atraer inversores, ya que es una vía de reflotar la empresa que garantiza el pago y reestructuración de las deudas. Pero en España es un estigma. Hay que intentar dar oportunidades a esa empresa a rehabilitarse e intentar cambiar la mentalidad, aunque eso es muy complicado. En el código civil, la mayor parte de los artículos están a favor del deudor y pocos benefician al acreedor.
–Desde su plataforma se defiende que el plazo con el que pagan las empresas es directamente proporcional a su tamaño...
–De toda la vida la gran empresa ha practicado el llamado ciclo de caja negativo: intentar que sus proveedores le financien todo su ciclo de explotación, desde que adquiere la materia o servicio hasta que la vende. Así tiene tesorería un excedente de tesorería que puedo invertir: así si mi negocio es una empresa de distribución se convierte en una empresa financiera. Ahora ya no se puede hacer porque en julio se determinó que a partir de mayo de 2014 todos los contratos preexistentes a la ley de lucha contra la morosidad deberían adaptar sus plazos de pago a la nueva situación. Aún así hay mucho por hacer: por ejemplo, la ley del sector minorista no fija plazo de pago máximo.
–En su libro reseña que cuanto mayores son las promesas de que te van a pagar, menos probabilidades hay de que te paguen. Entre los políticos actuales, ¿a quién le concedería un préstamo por sus declaraciones?
–A ninguno, en España la política se ha profesionalizado. Yo cuando trabajaba en bancos tuve unos cuantos políticos morosos profesionales de los cuales no daré nombres, pero algo general es que cuanto mayores son las promesas políticas antes de las elecciones, menos se cumplirán.
Pere Brachfield: «En el registro hay más de 500.000 empresas zombis»
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