Tribuna
Las políticas del ajuste económico chino
Michael Pettis, catedrático de Finanzas en la Universidad de Pekín asegura que «la historia apunta que la próxima década será para China más un reto político que económico»
Michael Pettis
Tras la tercera sesión plenaria del Comité Central del Partido Comunista de China, celebrada a principios de este mes, Pekín ha propuesto una serie de importantes reformas económicas a llevar a cabo en los próximos años. Después de más de un lustro de un ... difícil, y a veces amargo, debate, apenas ha habido desacuerdo en cuanto al borrador general de reformas . China debe cambiar su modelo de crecimiento de manera que los beneficios que reciben hogares y pequeñas empresas aumenten a expensas del sector estatal.
Pero es probable que la puesta en marcha de estas reformas sea muy difícil desde el punto de vista político , y no ha habido aclaración alguna sobre los cambios políticos necesarios para llevarlas a cabo. Resulta que decidir las reformas necesarias para China ha sido la parte fácil. La verdadera dificultad será cambiar las estructuras económicas de cara a la más que probable enorme oposición de quienes se han beneficiado ampliamente del antiguo modelo de crecimiento.
Podemos vislumbrar ya lo difícil que será . Tras muchos años de espectacular crecimiento económico y de lo que parecía, al menos en la superficie, una cohesión extraordinaria de la élite política china, los últimos dos años han supuesto un, para muchos analistas, sorprendente nivel de agitación en la cúpula del sistema político chino.
Pero esta agitación no debería habernos sorprendido. La historia de los países que han experimentado muchos años de rápido crecimiento basado en la inversión debería haber servido de advertencia. En todos y cada uno de los casos, el período de ajuste que sigue al crecimiento «milagroso» es uno de muy difícil adecuación económica, pero, lo que es más llamativo, también un período de arduo ajuste político, de secas disputas políticas y, en algunos casos, de una transformación política fundamental.
Y no debería ser difícil ver el por qué. Cuando el gobierno de un país está estructurado de tal manera que los incentivos de la élite política están ligados a los intereses económicos del país, es de esperar que este crezca de una manera rápida y boyante y con una obstrucción política mínima. Sin embargo, cuando no están ligados, es previsible que se produzcan importantes tiranteces y presiones que se resuelven a través del conflicto político.
Pero, ¿qué tiene esto que ver con China? A principios de la década de 1980, cuando comenzaron las reformas chinas, el país asiático contaba con una inversión mínima y necesitaba mejorar urgentemente su infraestructura, capacidad productora, educación y plan de viviendas. A medida que los dirigentes chinos se dedicaban a un monumental programa de inversión, con el control del acceso a crédito barato surgieron muchas oportunidades para que el estado y la élite política se beneficiaran directamente de la transformación del capital social del país. Una consecuencia fue que, mientras las vidas de los chinos de a pie mejoraban a un ritmo quizás inigualable en la historia de la humanidad, la participación del PIB de China que conservaron el sector estatal y la élite política china de hecho aumentó. Se beneficiaron del crecimiento chino mucho más que el país en general.
Pero todo país que ha vivido un crecimiento milagroso también ha contraído desequilibrios que ha habido que invertir. El proceso de ajuste es simplemente un proceso para corregir a los desequilibrios.
Y China no es la excepción. Para reajustar la economía china tras tres décadas en las que los hogares del país mantenían una participación cada vez menor de una economía de crecimiento rápido, yéndoles no obstante muy bien en el proceso, China tiene que desplazarse ahora a un período durante el cual los hogares del país reciban una participación creciente de una economía de crecimiento lento. De hecho ésta es prácticamente la definición de reajuste en el contexto chino.
En otras palabras, el ajuste económico chino requiere de una pronunciada reducción de la tasa por la que estado y élite política han estado beneficiándose del crecimiento de los últimos treinta años. Lo que es más, Pekín debe poner en marcha reformas legales , financieras y gubernamentales que probablemente debiliten la capacidad de la élite de controlar el acceso a créditos y emprender proyectos de inversión a gran escala. El antiguo modelo económico chino, que compensaba muy generosamente tanto al país como a sus élites, debe transformarse ahora a un modelo que siga remunerando al país, mermando relativamente a sus élites.
Este es el reto al que se ha enfrentado todo país a medida que se reajustaba de un período de crecimiento rápido liderado por inversiones, y siempre ha sido un proceso desafiante desde el punto de vista político. Las élites que antaño apoyaban las reformas, en parte porque les bonificaban muy generosamente, ahora se ven obligadas a aceptar reformas adicionales, a pesar de que probablemente estas debiliten su riqueza y poder.
Pekín ya ha demostrado la previsión y habilidad suficientes para gestionar con éxito el período de crecimiento después de 1978, y tenemos todos los motivos para esperar que los legisladores de más alto nivel gestionen el proceso de ajuste igual de bien. Pero no debería quedar duda alguna de que la parte relativamente más fácil fueron los treinta años de extraordinario crecimiento. En la actualidad el presidente Xi Jinping y el primer ministro Li Keqiang se enfrentan a retos mucho mayores que a los que tuvieron que hacer frente sus predecesores. La reciente convulsión política en China no es accidental y no ha terminado. La historia apunta claramente que la próxima década para China será de reto político incluso más que económico.
Las políticas del ajuste económico chino
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete