Ugo Panizza: «La austeridad es necesaria, pero ahora es el peor momento para aplicarla»
Este economista y profesor del Graduate Institute de Ginebra asegura que «cuanto mejor van las cosas en Europa, menos hacen los políticos»
javier tahiri
El problema continúa en los bancos, avisa U go Panizza (Turín, 1965). Economista y profesor del prestigioso Graduate Institute de Ginebra, este italiano postula que cuando la banca de un país tiene un peso superior a una horquilla de entre un 80% y un ... 100% del PIB, afecta negativamente al crecimiento. Frente a los que sitúan la génesis de los problemas de la crisis europea en el despilfarro de las arcas públicas, ataja: «En esta crisis no hay un cabeza de turco: hay muchos». Un año antes de que se demostraran los errores de la tesis de los economistas Reinhart y Rogoff de que a partir de un 90% de deuda pública el crecimiento comienza a ser negativo, este turinés ya alertó de ello junto al también economista Andrea F. Presbitero. «No hay una relación de causalidad entre deuda y crecimiento y tampoco un límite para todos los países: depende de cada uno», señala.
-¿Qué piensa del tamaño que tiene el sector financiero en Europa y EE.UU.?
-En EE.UU. es demasiado alto mientras que en Europa, depende de en qué países. En Chipre, Reino Unido es demasiado alto. En Irlanda e Islanda también lo era, al menos antes de la crisis. En España, hasta hace tres años el sector financiero era demasiado grande, no sé cómo estará la situación ahora.
-Economistas como Robert Shiller llaman a «recuperar» la función social de las finanzas. ¿Cómo es posible?
-Es una pregunta difícil. En los últimos veinte años se ha producido una expansión de las finanzas, un fenómeno que ya previó el Nobel de Economía James Tobin al alertar de que había demasiadas transacciones financieras que no contribuían a la función del sector bancario que es hacer fluir el crédito. Tobin sugirió un impuesto a transacciones financieras, no con fines recaudatorios, sino para limitar el excesivo intercambio entre entidades. El problema es que dependiendo de cómo se haga en Europa, puede ser una buena idea o no. Algún tipo de regulación financiera sería la solución. Sin embargo, si diseñar una regulación para los bancos es complicado, aún más complicado es aprobarla contra la opinión del lobby bancario.
-¿Sigue habiendo problemas en los bancos europeos?
-Sí, y la mejor prueba es la falta de transparencia de la banca. No obstante, en muchos países europeos como España e Italia, el problema no es que el sector financiero sea demasiado grande, es que los bancos no están prestando y esto está asfixiando a la economía. Debe haber una manera de recapitalizar los bancos y un mayor apoyo del Banco Central Europeo a la deuda soberana porque los bancos tienen mucha deuda pública que lastra su actividad. Si el BCE asegura un programa de compra de deuda, estos bonos se van a revalorizar, lo que puede originar que los bancos vendan la deuda en su poder y así logren recapitalizar sus balances.
-¿Es la salida del euro una solución para algunos países?
-No, sería un desastre si se produjera, tanto para los países que salen como los que se quedarían dentro. Coincido con Draghi: hay que hacer todo lo posible para que el euro sobreviva. Eso sí, el euro no puede funcionar sin una unión bancaria. Aquí los obstáculos son políticos, no económicos.
-¿Qué opina de la excesiva unión entre bancos y deuda pública?
-En Europa lo que es bueno para el corto plazo no es bueno para el largo. A largo plazo debe haber una política fiscal más estricta, con una mayor integración, pero ahora esto no es bueno porque aniquilas a la economía. Necesitas dos cosas: a corto plazo, un apoyo fuerte del BCE que es la única institución que puede imprimir dinero y comprar deuda en Europa. Y a largo plazo, poner en marcha una supervisión fiscal que haga que la primera medida no sea contraproducente en el largo plazo. A pesar de lo que digan muchos, el problema aquí no es solo de política fiscal: en la crisis europea cada país ha caído por una razón diferente. España tenía superávit y su crisis vino por una crisis financiera; el caso de Italia es diferente, no hubo crisis bancaria ni fiscal, pero sí un endeudamiento excesivo del sector público herencia de la poca disciplina de los noventa. En esta crisis no hay un cabeza de turco: hay muchos. Lo que es clave en los próximos dos años es que el BCE pueda soportar la deuda soberana para que así los países puedan aprobar reformas que a largo plazo actúen. Pero claro, aquí tenemos otro problema: cuanto mejor van las cosas, menos hacen los políticos. Y esto constituye el argumento de Alemania de no actuar y forzar la crisis para que los políticos del sur de Europa tengan incentivos para actuar.
-Pero el ritmo de austeridad parece estar descendiendo...
-Sí, se está desacelerando, pero también hay un problema con esto. Cuando la situación empeora, es cuando los Gobiernos deciden aplicar medidas de austeridad, que hacen que la gente sufra aún más. Pero cuando hay mejoras, entonces la austeridad se relaja. Esto es lo que pasa en Europa. Ya no parece que estemos en el fin del mundo, así que ya no hay reformas..pero en seis meses, quizá haya una recaída y entonces volveremos a la austeridad aunque no tenga ningún sentido. En esta distinción de corto y largo plazo, la austeridad es buena siempre y cuando no se apruebe ahora.
-¿Qué es más urgente, solucionar los desafíos a largo plazo o aprobar soluciones para el ahora?
-No hay duda: es más importante impedir una crisis a largo plazo que una recaída inmediata.
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