Un sector bancario bajo sospecha y otras razones de Alemania para oponerse a la unión bancaria
La cercanía de las elecciones federales y las dudas sobre su banca de pequeño y mediano tamaño, algunos de los motivos
unai mezcua
Lo quiere el sector bancario español , lo quieren los expertos, lo quieren los gobiernos de Francia, Italia , Portugal y España —entre otros—, pero Alemania se opone con vehemencia. En un artículo publicado ayer en el « Financial Times » el ministro de Finanzas ... germano, Wolfgang Schäuble, volvió a arremeter contra la creación de un supervisor bancario único, argumentando que los Tratados vigentes «no son suficientes para anclar sin lugar a dudas una nueva autoridad de resolución central y fuerte».
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Alemania continúa así su férrea oposición a traspasar al Banco Central Europeo las competencias de supervisión bancaria de las entidades financieras de los diecisiete miembros del euro y los países de fuera la moneda única que lo deseen, una iniciativa que fue aprobado por el Eurogrupo en diciembre y consensuada en marzo por la Comisión, el Consejo y el Parlamento europeo.
La excusa: la reforma de los Tratados
El principal argumento del Ejecutivo germano para justificar su oposición es que los actuales Tratados son insuficientes para avanzar en el camino de la unión bancaria, puesto que «La UE no tiene medios coercitivos para hacer aplicar decisiones», en palabras de Schäuble.
La reforma de los Tratados, un proceso largo y complejo, mantendría paralizada la unión bancaria durante años. Mientras tanto, Schäuble propone un enfoque en «dos fases» que «podría empezar con un mecanismo de resolución basado en una red de autoridades nacionales» y en una red de fondos nacionales de resolución, como el fondo de garantía de depósitos español, lo que implicaría que mientras tanto las capacidades de supervisión siguieran en manos de los Estados y que, según el propio ministro germano, tampoco sería la panacea: «Esta sería una unión bancaria con estructura de madera y no con estructura de acero».
La respuesta por parte del Eurogrupo a la propuesta alemana no tardó: «La unión bancaria no puede esperar» , afirmó ayer mismo su presidente , el holandés Jeroen Dijsselbloem. «Los alemanes están planteando interrogantes comprensibles que deben abordarse, pero no veo por qué esto debe detener los progresos en la unión bancaria», explicó, y añadió que él no es partidario de la petición germana: «No estoy seguro de que necesitemos un cambio de Tratado».
Un sector bancario bajo sospecha
«La reticencia fundamental de Alemania de cara la unión bancaria es que no quieren que todas las entidades tengan una supervisión única, algo que probablemente se debe a que una parte importante de sus entidades no se encuentra en condiciones óptimas», explica Juan Iranzo, decano y presidente del Colegio de Economistas de Madrid.
Alemania mantiene una tupida red de banca pública, c on más de 1.200 bancos populares y cooperativas , que durante los años previos a la crisis se embarcaron en arriesgadas operaciones internacionales y de banca de inversión que han dejado tocados sus balances. Para muestra, un botón: según datos del Banco Internacional de Pagos (BIS por sus siglas en inglés), la banca alemana mantenía en sus balances a finales del año pasado unos 18.000 millones de euros de deuda pública griega.
Sin embargo, las entidades que fueron examinadas por la Autoridad Bancaria Europea (EBA) en los últimos test de estrés —los exámenes periódicos que evalúan la solvencia de la banca europea— contabilizaban poco más de 7.000. La explicación es sencilla: Berlín presionó para poder presentar solo a los bancos que podían aprobar . De este modo, únicamente doce de sus casi 2.000 entidades —las de mayor tamaño— fueron sometidas a examen, y una de ellas, el estatal Helaba, se retiró un día antes de que se publicaran los resultados.
«El problema fundamental está en sus cajas»
Para Iranzo el problema se encuentra fundamentalmente «en las cajas de ahorro», más de 400 repartidas por los dieciséis Länder.
Con el objetivo de superar las reticencias alemanas para poder sacar adelante el supervisor centralizado, el Eurogrupo del mes de diciembre pasado acordó que el BCE controle, al menos de inicio, únicamente a las entidades financieras con activos superiores a 30.000 millones de euros o al 20% del PIB del país miembro participante . Ello deja fuera a la mayoría de cajas de ahorro, al tiempo que provoca diferencias notables entre los Estados: por ejemplo, en el caso español, en el que han desaparecido o se han fusionado la mayoría de entidades pequeñas, el BCE controlará al 90% del sector financiero, mientras que únicamente el 20% de la banca germana quedará en manos del inspector europeo.
¿Un fondo de garantías único?
Iranzo añade que un problema secundario para los alemanes son «las dudas sobre si al final hay un fondo único de garantías de depósitos», sin el cuál la unión bancaria podría quedar coja, a jucio de algunos expertos. Sin embargo, la creación de un fondo común europeo parece poco probable, porque éste sí supondría necesariamente la modificación de los Tratados —ya que implica una mutualización de la deuda y el Tratado de Portugal establece en su artículo 125 que los Estados miembros no podrán asumir ni responder de los compromisos de otros gobiernos—. A día de hoy, la solución más probable es que se mantengan los fondos nacionales, pero estos quedarían regidos por normas comunitarias.
Elecciones en cuatro meses
A juicio de los expertos, otro motivo de peso detrás del rechazo germano podrían ser la cercanía de las próximas elecciones federales, que se celebrarán el 22 de septiembre, y en las que Ángela Merkel se juega repetir al frente de la Cancillería. «Lo que está instalado en el pensamiento de un alemán medio es que él no tiene por qué pagar los desmanes de los europeos del sur», aseguraba la semana pasada en ABC Sergio Príncipe Hermoso , profesor de la Universidad Complutense de Madrid y experto en Relaciones Internacionales, y la creación de un supervisor bancario único no deja de ser un paso previo para poder recapitalizar directamente las entidades bancarias con problemas, evitándo que éstas ayudas pesen en las cuentas nacionales de los países.
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