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Lo que el sistema financiero alemán esconde

La tupida trama de la banca pública germana incluye más de 400 cajas y 1.200 bancos populares y cooperativas

Lo que el sistema financiero alemán esconde

maría cuesta

El problema pasó de rumor a certeza cuando Alemania solo permitió que la Autoridad Bancaria Europea (EBA por sus siglas en inglés) examinara a doce de sus casi 2.000 entidades en unas pruebas de estrés que debían acabar (aquella vez sí) con los fantasmas que atormentaban al sector financiero de Europa. Berlín solo presentó a sus bancos que podían aprobar e incluso una de ellos, e l estatal Helaba, se retiró del examen un día antes de que se publicaran los resultados. Al final apenas se inspeccionó al 50% del sistema financiero alemán. Es precisamente en el 50% restante donde se encuentra la explicación a buena parte de los movimientos políticos de Angela Merkel, que ha sabido defender a su sistema financiero y esconder sus vergüenzas como nadie en la plaza europea.

En Bruselas nunca han gustado las cajas de ahorros y tras su extinción en Italia, y prácticamente también en España, la nueva dama de hierro ha conseguido convertir a Alemania en su último baluarte pese a que no han sido ajenas a los problemas. Según datos de la Comisión Europea, desde que comenzó la crisis financiera Alemania ha concedido ayudas vía capital y avales por valor de 252.000 millones. A excepción del Commerzbank, que en noviembre de 2008 tuvo que acudir al fondo de rescate bancario nacional y solicitar una inyección de más de 16.000 millones para purgar sus excesos con las hipotecas «subprime», l os problemas bancarios germanos se encuentran en los balances de sus cajas (las Sparkassen) y sus bancos estatales (los Landesbanken).

400 cajas de ahorros

El primero en recibir ayuda del fondo fue el banco hipotecario Hypo Real Estate, que acabó siendo nacionalizado tras recibir 15.000 millones de euros. A él le seguirían los bancos estatales Bayern LB y el HSH Nordbank , que solicitaron garantías por valor de 5.000 y 17.000 millones respectivamente. La tupida trama de la banca pública alemana es difícil de desenmarañar. Más de 400 cajas de ahorros, 7 bancos estatales de los «länder», creados para ser los bancos centrales de las cajas, 1.200 de los llamados bancos populares (Volksbanken) y cooperativas (Genossenschaftsbanken).

Tanto las cajas como los bancos estatales tienen limitado el ámbito de actuación a su territorio de origen , algo que precisamente ahora ha impuesto Bruselas a las cajas españolas nacionalizadas. Una medida de precaución que fue burlada al calor de la bonanza económica y el dinero barato. Los «Landesbanken », originariamente bancos centrales de estas cajas regionales, se embarcaron en a rriesgadas operaciones internacionales y de banca de inversión que ahora han dejado una elevada factura. Según datos del Banco Internacional de Pagos (BIS por sus siglas en inglés), la banca alemana mantiene en sus balances unos 18.000 millones de euros de deuda pública griega. Pero las entidades que fueron examinadas por la EBA en los últimos test de estrés contabilizaban poco más de 7.000.

El acuerdo de la Unión Europea para crear un supervisor bancario común dentro de la estructura del BCE supone el primer paso para la ansiada unión bancaria -que permitiría a países como España la recapitalización directa de sus bancos con problemas- pero, ante todo, supone un nuevo triunfo para Merkel, que deja fuera de la vigilancia común a sus cajas.

Los problemas de Alemania quedarán en Alemania. Así ha ocurrido, de hecho, hasta el momento. El Sachsen LB fue absorbido por el Landesbank Baden-Württemberg (LBBW), el WestLB fue disuelto, el BayernLB necesitó una trasfusión de 10.000 millones, un esquema de protección de activos de 4.800 millones y garantías de liquidez, y el HSH Nordbank, tuvo que recibir una inyección de más de 3.000 millones.

La última llamada de atención llegó a Berlín desde Washington. El Fondo Monetario Internacional (FMI), en su informe anual sobre estabilidad financiera, insistía en que ya en 2011 advirtió al Gobierno de Angela Merkel de la necesidad de que los bancos regionales se liberasen de sus «limitaciones territoriales» y redujesen «las influencias no comerciales» que constriñen su gestión.

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