Palma examina al nuevo «CAM»

A nadie se le escapa que la forma depende exclusivamente del club organizador, mientras que el fondo es una suma de elementos externos que pueden alinearse para el éxito... o no. La Copa del Rey Audi Mapfre es, y nadie se lo puede discutir, la regata más importante de España y del Mediterráneo, incluso en plena tormenta económica, que arrecia con mayor virulencia este año que la temporada pasada, cuando se creía estar atravesando el momento más crítico.

En las últimas ediciones, el Real Club Náutico de Palma ha ido reconduciendo el programa deportivo hacia la exigencia, el alto nivel internacional. Primero fue la apuesta decidida por la navegación en tiempo real, con monotipos y «box rule», y este año se afrontaba una remodelación del apartado del tiempo compensado, con dos únicas clases, IRC y RI, que ponía orden en el desastre propiciado por la RFEV en los últimos años. Era ese espíritu de ejercer de vanguardia, de conciencia crítica de la vela en nuestro país, de elemento renovador y modelo a seguir por el resto de regatas. Y lo había vuelto a conseguir.

Pero esta Copa del Rey de la crisis —que no en crisis— no contaba con adversidades diversas como la quiebra de la clase Swan 45 y la ausencia de estos prestigiosos veteranos por primera vez en muchos años o la caída a última hora de los Melges 32, una de las divisiones llamadas a ser considerada «revelación» en la presente edición. Eso, sumado a los recortes presupuestarios de barcos semiprofesionales que otros años sí acudían a Palma, podría haber dejado tocada a la competición. Nada más lejos de la realidad.

No es menos cierto que la barrera psicológica del centenar de barcos hacía años que se había cruzado, y estaba casi establecida como una constante en la Copa del Rey. Esta 29ª edición contará con alrededor de noventa participantes, tres decenas de ellos en IRC, una clase que se consolida y en la que se encuentra, probablemente, la vela de más alto nivel del continente.

Hasta ocho Transpac 52 competirán en Palma dentro de IRC, con todas las miradas puestas precisamente en el «CAM» de León y Sánchez Luna y patroneado por el Príncipe de Asturias, gallito en toda regla tras la victoria en Valencia y que tiene sus esperanzas depositadas en su nueva unidad, construida bajo los parámetros de la norma, con más palo, botalón, bulbo y quilla. Aquí pasa su examen. Otros ilustres serán el «Aifos» de la Armada, el «Matador» de Vasco Vascotto o el «Bribón» de José Cusí.

La división más numerosa serán los RI, con casi medio centenar de barcos, donde el grueso de los participantes serán nacionales: vela profesional y semiprofesional que también tiene su sitio. Los X-41 repiten, después de ser uno de los principales animadores en 2009, y los X-35 se consolidan por tercer año, aunque la crisis se deja notar.

Otra de las novedades de esta edición será la entrega de únicamente tres trofeos de vencedor absoluto. Ganar la Copa debe tener un plus de exigencia, y el comité regresa al formato de 2004, en el que hubo un galardón para IRC, otro para RI y un único título para las clases monotipo. Según el Anuncio de Regata, la clasificación final se elaborará con los diez mejores barcos de cada prueba, para lo que la división en cuestión deberá tener, al menos, 9 unidades (12 para monotipos). Todo lo demás, permanece en su sitio porque ya demostró que funciona y convierten a Palma en la capital de la vela mediterránea.