Sabalenka pierde la brújula y el control ante Anisimova y se queda sin final contra Swiatek

Se medirá con una reverdecida Iga Swiatek, de vuelta a una final de las grandes después de un año y un mes, cuando conquistó su último título en Roland Garros. La polaca vuelve a imponer su mano dura en la pista y arrolló a Belinda Bencic por 6-3 y 6-0 en una hora y 10 minutos

Anisimova apenas había pasado por este escenario tan grande, una semifinal, una vez, en Roland Garros 2019 (perdió con Ashleigh Barty), pero no se notó en esta sobremesa londinense, a pleno sol y 30 grados, de nuevo en medio de una ola de calor. Hielo cada vez que se sentaban a la silla, pero frialdad en su cabeza para controlar la pelota y a la rival, moviéndola de lado a lado hasta hacerle perder el peso de su favoritismo y experiencia.

Sabalenka no encontró el acomodo de rondas anteriores. Que ya había palidecido ante Siegemund, pero la rabia supo sacarla de la presión hacia el triunfo. Pero ante Anisimova se enredó de nuevo en el primer set y aunque tuvo la confianza como guía en el segundo, no le aguantó la constancia.

La estadounidense, más acertada desde el fondo, afianzó su potencia en un partido en el que encontró rédito incomodando a la bielorrusa, como ya había hecho en cinco de los ocho duelos anteriores. Socavó la confianza de sus golpes y la dejó de nuevo a las puertas de la final, por tercera vez después de caer en 2021, ante Karolina Pliskova (5-7, 6-4 y 6-4) y 2023, contra Ons Jabeur (6-7 (5), 6-4 y 6-3).

No lo tuvo fácil Anisimova, pues había que mejorar lo que no hizo la alemana: alargar esa consistencia durante los tres sets, y mantener bajas las pulsaciones ante la rabia de la bielorrusa, que subió los decibelios con el enfado que se la llevó por delante porque no supo templar la mano y se enredó en una potencia descontrolada.

Se quedó sin brújula en el tercer juego del capítulo definitivo. Dos errores de derecha y uno de revés permitieron a Anisimova tomar el mando del juego. Tuvo calma y acierto para ampliar la ventaja hasta el 4-1. Pero lo que la llevó a la victoria fue el aguantar la presión de la bielorrusa a partir de ahí. Ser constante con sus decisiones y su estrategia a pesar de saber que Sabalenka es muy capaz de remontar todo lo imaginable. Lo intentó la bielorrusa, recuperado un 'break' para poner un peligroso 5-4 y saque para empatar, pero la estadounidense no tembló al resto, al contrario, cerró los nervios y los puso al otro lado de la red.

Un ejercicio de contención que quizá le llegó tras ese episodio oscuro por el que dejó el tenis y se dedicó a curar una lesión invisible. En mayo de 2023 anunció que se tomaba un tiempo después de sufrir y sufrir durante casi un año. «He estado sufriendo de cansancio mental desde el verano de 2022. Me resultó insoportable ir a los torneos. En este punto, mi prioridad es recuperar y para eso voy a hacer una pausa. He trabajado lo mejor que he podido para superarlo».

Campeona del US Open júnior en 2017, fue la estrella que Estados Unidos quería que fuera en esa etapa. Deslumbró a todos con un triunfo de los grandes ante Simona Halep en 2019 para alcanzar la semifinal de Roland Garros con 17 años, la más joven en lograr ese hito desde 2006. Pocos meses después, la muerte de su padre fue una tremenda noticia que Anisimova fue superando con el tenis, curiosamente, lo que le hacía feliz en aquel momento. En 2022 alcanzó los cuartos de final de Wimbledon apeando por el camino a Coco Gauff, y también sumó una gran victoria en Australia ante Naomi Osaka.

En el parón de ocho meses sin tocar la raqueta, estudió un semestre en la Universidad de Florida y se dedicó a pintar (vendía sus cuadros y lo que recaudó lo donaba a organizaciones sin ánimo de lucro), a estar con sus amigos y a «tener una vida normal». «Fue muy agradable darme una pausa del caótico estilo de vida de una tenista y volver a ser persona. Es la primera vez que me tomaba más de dos semanas de tiempo libre y fue refrescante. He ganado mucha energía y felicidad que había perdido. He bajado la velocidad de mi vida que era algo que necesitaba», indicó tras su regreso.

Volvió al tenis a principios de 2024, y el descanso le vino de maravilla, como demostró al conquistar el WTA 1.000 de Doha. Con todo puesto en su lugar de nuevo, disfruta de su primera final en un Grand Slam, en Wimbledon, donde doblegó a Putintseva (6-0 y 6-0), Zarazua (6-4 y 6-3), Galfi (6-3, 5-7 y 6-3), Noskova (6-2, 5-7 y 6-4), Pavlyuchenkova (6-1 y 7-6 (9)) y a la número 1 del mundo Aryna Sabalenka (6-4, 4-6 y 6-4). A partir del lunes irrumpirá en las diez mejores raquetas.

«Es una inspiración para mí y para muchas otras tenistas. Es una jugadora increíble. No sé cómo he podido solventar el partido. Ella es la número 1, pero el ambiente aquí ha sido increíble porque mucha gente me ha animado. Gracias por todo vuestro apoyo«, concedió la finalista.

Espera tenerlo también el sábado contra Iga Swiatek. La polaca también parece haber reconducido el camino después de una larga temporada a la deriva. Sin títulos, sin finales y sin esa chispa de superioridad que la había catapultado a todo desde 2020, cuando logró su primer Grand Slam, Roland Garros, con 19 años. A partir de ahí encadenó tres triunfos más en la Philippe Chatrier, y un US Open en 2022 además. Pero le costaba el verde para dominar todas las superficies, pues nunca había pasado de cuartos, y solo fue una vez, en 2023, en la Catedral.

Llegaría después un tiempo oscuro, enfados por doquier, gritos con su palco, desconexiones, discusiones con juez de línea, de silla y recogepelotas. Y no llegar a ninguna final y perder en la lucha por el oro olímpico (sí se colgó el bronce), y un positivo por trimetazidina a finales de año que cumplió cuando quiso, unos días en septiembre y otros en diciembre. Una mancha que sigue ahí, pero que intenta en este Wimbledon convertir en luz.

Por el momento, ya está en la final después de un camino inmaculado y con superioridad en cada ronda, pues solo se ha dejado un set. Batió a Kudermetova (7-5 y 6-1), a McNally (5-7, 6-2 y 6-1), a Collins (6-2 y 6-3), a Tauson (6-4 y 6-1), a Samsonova (6-2 y 7-5) y a Bencic en semifinales (6-3 y 6-0).

No le dio demasiadas concesiones a la suiza, de regreso al circuito por la puerta grande después de haber sido madre en abril. Enseguida se puso por delante, con un 3-0 arrollador. Y aunque Bencic intentó mantener el tipo a partir de ahí, otra rotura en el octavo juego, y en blanco, acabó por inclinar la balanza. No lograría sumar ni un solo juego más en el segundo set, imposible ante esta Swiatek de nuevo feliz y sonriente.

«Pensé que nunca sería capaz de jugar una final aquí. Estoy muy orgullosa de mí; el tenis siempre me sorprende. Pensé que había pasado por todo, pero no había experimentado jugar tan bien en hierba, así que estoy muy emocionada y quiero disfrutarlo», comentó la polaca, que relató su lista de música para relajarse: AC/DC, Rolling Stones, Guns n Roses, Led Zepelin. «Para mantenerme activada antes de salir».

Swiatek, que tiene pleno de títulos de cinco finales de Grand Slam jugadas, y Anisimova nunca se han enfrentado en el circuito profesional.