Su articulación pareció encasquillarse, tiesa como un roble. Rápidamente el murciano pidió asistencia médica porque las sensaciones no eran buenas. Incluso Djokovic rebajó el fragor de la batalla para ir a ver cómo se encontraba su compañero de profesión.
Ya en el banquillo, un masajista comenzó a tratar el cuádriceps de Alcaraz, pero fue el aviso de la árbitra lo que enfureció a la grada de París, con una amplia representación española. El tenista había perdido el tercer juego de manera inmediata.
Pese a que pueda coger por sorpresa, está estipulado por la ATP que si un jugador pide asistencia médica antes del cambio de pista este debe regalar el juego a su rival, sin ningún tipo de matiz o protesta, pues la regla lleva vigente desde hace aproximadamente veinte años. «Lo sé, pero es muy pronto para retirarme», dijo. Y así fue, siguió jugando.
Más tarde se han dado a conocer los problemas físicos del español: comenzó a sufrir calambres en ambas piernas y por todo el tren inferior, seguramente causa de la tensión del partido y del abrasador calor que hoy reinaba en la capital francesa.
También tuvo problemas en los brazos durante el encuentro. «Estoy muy jodido, tío», reconocía Alcaraz mientras se señalaba las articulaciones superiores. Incluso tuvo problemas para mantener agarrada la raqueta en algunos tramos.
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