Alcaraz choca con un Djokovic enorme en las semifinales de la Copa de Maestros

Habían sido cuatro encuentros hasta esta semifinal. Cuatro batallas a cada cual más espectacular. La primera, en las semifinales de Madrid 2022, para el español (6-7 (5), 7-5 y 7-6 (5)); la segunda, en las semifinales de Roland Garros 2023, para el serbio (6-3, 5-7, 6-1 y 6-1); la tercera, en la final de Wimbledon 2023, para el español (1-6, 7-6 (6), 6-1, 3-6 y 6-4); el último, en la final de Cincinnati 2023, para el serbio (5-7, 7-6 (7) y 7-6 (4)), después de tres horas y 49 minutos. Y está esta quinta, más corta, queda algo descafeinada porque es el Djokovic de las grandes citas, cuando ya se observa el premio al final del sufrimiento. Como Nadal y como Federer, Alcaraz se queda en semifinales, que no está nada mal después de cómo empezó la semana.

El Pala Alpitour vibraba desde la mañana, conversaciones en el tranvía y en el supermercado, y butacas ocupadas desde un buen rato antes del partido. Se esperaba esa tensión, esa guerra fría de mente y caliente de mano que protagonizan estos dos desde que chocaran en el circuito. Y comienza así, pero se va desvaneciendo conforme Djokovic apela a lo que lo ha hecho el mejor tenista de esta historia del tenis.

Son cuatro juegos que duran 25 minutos, porque es el español quien sale convencidísimo, agresivo y en modo avión. Una derecha paralela, voy a por ti; un revés cruzado, eres mío. Domina el murciano con el primer saque, agazapado el serbio porque son obuses a 215 kilómetros por hora que no fallan en su objetivo. Hay atrevimiento en el resto donde Djokovic tiembla, 0-30, 15-40; pero en los puntos importantes surge el número 1, el ganador de los 24 Grand Slams, y es ese tenista superior en esta época del tenis el que responde a todas las propuestas. Que están bien, pero no son suficientes. Es un partido de máximos, igualdad, exigencia, orgullo, que pasa de ser lo que desea Alcaraz a lo que quiere Djokovic.

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Se levanta Djokovic del 15-40. Puños al aire. Fulmina el juego con un ace, no te vengas tan arriba. Y a partir de ahí, la pista coreando 'Nole, Nole', el serbio hincha el pecho y desinfla a su rival. Había sido un 100 % de puntos con el primer saque, pero no hay ni uno en el octavo juego. Y en esa apuesta entra Djokovic, el mejor restador del circuito, que enreda a Alcaraz con la pelota tan cerca de los pies que no se la puede quitar de encima. El dato es objetivo: con el primer servicio gana el 85 % de los puntos al final del partido; con el segundo, no llega al 45 %. Y ahí, que es solo un break para el 5-3 y saque del serbio, es todo el partido, porque uno se hincha y se hincha, y Alcaraz empieza a perder el aire.

Djokovic ya había echado la red, y termina por coserla en el tercero del segundo set. Con un tenis más colocado que potente, más dirigido que veloz, más eficaz que su rival, más consistente en los intercambios largos, quiebra de nuevo la fe del español, que ha dejado de sonreír y gesticula con rabia con los errores.

No lo hace mal Alcaraz, aunque es verdad que comete más errores, sobre todo con el revés, que en otros encuentros, pero es por valentía y cierta precipitación. "Desde el inicio sabía que iba a ser un partido con mucha intensidad, siempre ha sido así las cuatro veces que había jugado con Carlos. Es uno de los jugadores más completos a los que me he enfrentado en mi vida. Es muy dinámico, muy veloz, capaz de hacer tantas cosas en su campo. Increíble cómo defiende y cómo ataca", concede después el serbio. Pero la estrategia de Djokovic pasa por la defensa y ahí tiene un plus el serbio que había ido renqueante durante la semana, salvado de la eliminación por la victoria de Sinner contra Rune, y que a la hora señalada lo hace inabordable. Una derecha flojita en un lado, un revés perfecto en el otro, y a Djokovic le llena el orgullo cuando, ante el último intento de Alcaraz, 15-40 en el sexto juego, consigue llevarse un punto cuando todos celebraban ya el break a favor del español. Y en ese punto, el orgullo lo eleva hasta el infinito.

Son cuatro opciones de rotura levantadas; un 43 % de segundos servicios restados, apenas ocho fallos. Un partido impecable en el que la estrategia d dejar hacer, por fuerza, y mantener la posición, por defensa, acaba brindándole un resultado que es más abuso por números que por juego. "Es una gran victoria para mí, ha sido bueno cerrar el partido en dos sets. Quería empezar con intensidad y ser agresivo. Salvé unas bolas de break al principio, y creo que el partido cambió cuando hice el break con 3-4. Creo que desde aquel momento me sentí más libre. Saqué bien cuando debía. Sí, un partido perfecto para mí", zanja el de Belgrado.

Para cerrar, protagoniza el último puntazo, uno más, en el que Alcaraz lo intenta, lo mueve, lo ataca; pero se encuentra con un muro de piernas estiradas al límite y devoluciones impecables, inapelables. Juego en blanco de Djokovic para apagar la furia de Alcaraz, dejarlo en semifinales, y ganarse una plaza en el último día de partido con una alarma para Sinner: está a un nivel muy superior.

"Mis hijos han llegado y me han dado mucha motivación y la fuerza para combatir esta tarde. Cuando ellos crezcan podrán ver que he hecho algo dificilísimo. Estoy muy contento por el hecho de que estén aquí, se han perdido uno o dos días de colegio, espero que no haya problemas con los profesores cuando volvamos a Belgrado", comenta a pie de pista.