Cuando Sevilla descubrió a Carlos Alcaraz

El tenista era más conocido por su entrenador que por el mismo, era el chico de Juan Carlos Ferrero, pero eso iría cambiando con el paso de los días mientras cogía confianza sobre el albero de las pistas del Tenis Betis. El joven de 16 años se hizo con el corazón de la grada, desde el primer partido no importaba quien fuese el rival o si también era español, el público sevillano ya había escogido a su favorito.

El murciano llegó con su equipo para jugar la previa y desde ese momento se le veía que tenía algo especial. Primero por su relación con los jóvenes aficionados. El torneo que se juega en el club del Porvenir se caracteriza por su ambiente cercano entre los socios y los jugadores y Carlitos, como prefiere que le llamen, se mostró muy cercano con los socios se fotografió y respondió a las peticiones de autógrafos sin queja alguna. Pero es que además cuando saltaba a la pista transmitía algo que hacía que el público lo apoyase incondicionalmente. En octavos de final se enfrentó a Pedro Martínez y aunque era un choque de españoles el público lo tenía claro, animaban a ese jovencísimo Alcaraz que consiguió su primer paso a cuartos de final de un torneo ATP Challenger.

No era solo el carisma personal que tenía era que su juego traía aire fresco a un circuito donde la Next Gen no terminaba de ilusionar a unos seguidores que veían el fin de la era del Big 3 cada vez más cerca, nada más allá de la realidad. Es un jugador versátil, sólido en sus golpes y con una imaginación para jugar al tenis que le hace salir de apuros con golpes increíbles . En su partido contra Carusso en los cuartos del torneo sevillano, demostró la casta que tiene, llevando al límite a uno de los favoritos y segundo cabeza de serie del torneo. El partido se fue al tercer set después de que el español ganase el primero y el italiano el segundo en el tie-break. Aquel día la jornada en el Tenis Betis pasó de la una y media de la madrugada y el público vibraba con cada golpe de Carlitos. No ganó pero ya había conquistado al público sevillano.

Su conquista no tardaría en extenderse por el resto del mundo aunque la pandemia lo paralizase durante una temporada algo que seguramente le sirvió para seguir creciendo. Pero cuando ha dado el salto definitivo ha sido esta temporada, desde el primer instante. Desde que en Australia plantase cara a Berretini en tercera ronda y ya en la gira norteamericana cuando levantó el trofeo en Miami, su primer Master 1000. Ya era uno de los favoritos en todo lo que jugaba. Todo el mundo esperaba que llegase el siguiente Grand Slam para ver a donde llegaba. Y su consagración llegó en el US Open, el último de la temporada, en el que además de coronarse se ha alzado hasta la primera plaza del ranking de la ATP confirmando que ha nacido una estrella. Ahora ha protagonizado otro título excepcional como el de Wimbledon, en el que ha batido a Novak Djokovic, dominador en la hierba de Londres en los últimos años, en una final épica y continúa en el top mundial de los tenistas.