¿Qué pasó con... Ramón Beca?

¿Sigue compitiendo?

Sigo entrenando todos los días. Hago doma en lugar del concurso completo, una disciplina excesivamente peligrosa. La dejé con 55 años y me he centrado en la doma clásica. La doma es como el ballet: si un caballo mueve la oreja, dos puntos menos. Con esto del Covid no he ido apenas a competiciones. La última fue en abril o mayo de 2020.

¿Qué caballos tiene ahora?

Uno que compré hace cuatro años, del que me caí y me rompí ocho costillas. Se llama Ciclón, es un fenómeno pero difícil, el nombre le viene al pelo. Y el otro, con el que llevo sólo dos meses, es Darro.

¿Disfruta más de su faceta de jinete o criador?

Hago de todo. Soy empresario y crío caballos para el concurso completo. He tenido la grandísima suerte de tener una sociedad con un gran jinete, Andrew Nicholson. Todo lo que crío de completo se lo mando a él, como Nereo y Armada, los dos ejemplares con más puntos en la historia del ranking mundial. Ambos criados en Casa Nieves, en la marisma del Guadalquivir.

¿Cómo compaginaba su actividad empresarial con una especialidad tan exigente como el completo?

Hay tiempo para todo. Yo le echaba a Bekinsa nueve o diez horas al día. Me levantaba a las 6.30 y en invierno montaba dos caballos y en verano, uno de carrera. A las 8.30 estaba en la oficina. A las dos salía, me iba a montar de nuevo y a las nueve de la noche, a correr y al gimnasio. ¿A qué te obliga eso? A tener una vida dedicada al trabajo y al deporte. Y vida social, ninguna. Trabajo y deporte. Y así sigo.

Usted ha tenido mucho éxito.

Bueno, soy una persona normal, que se ha esforzado mucho para conseguir todo lo que ha conseguido. Nadie regala nada en esta vida, aunque a mí me tocó la lotería.

¿Sí?

Sí, porque me casé con una mujer extraordinaria. Encontrarme con ella, con Leticia, fue una grandísima suerte que Dios me dio. Una buena mujer te ayuda mucho a triunfar en la vida.

Del deporte no se jubilará.

Cuando me preguntan si voy a seguir haciendo deporte y compitiendo, respondo que hasta las 80 ó los 85 quizá sí. Me mantengo en forma y vivo la vida con felicidad, siendo positivo. Eso es una actitud ante la vida. Hay que ser optimista. A la vida hay que sacarle partido y disfrutarla. Y ayudar a los demás es también una manera de ser feliz.

Ha vivido muchas experiencias.

Y tengo ilusión todavía de ir a los próximos Juegos, si los caballos me acompañan.

¿Qué consejo le daría a Paco Gaviño, el sevillano que va a Tokio en el concurso completo?

Que monte como si estuviera montando en su casa, tranquilo. Que cuide el caballo, que lo administre bien y tenga mucha suerte. Y que me gustaría conocerlo, que no tengo el placer.

¿Alguno de sus nietos seguirá su senda en la hípica?

Tengo nueve y a casi todos les gustan los caballos, pero este mundo es muy sacrificado, porque yo no puedo dejar de montar ningún día. Mi hermano me dice que soy un esclavo de la empresa y de mi deporte. Y yo le digo que no soy esclavo, que soy un disfrutón de la empresa y el deporte.

¿Se imagina en los Juegos de París 2024?

Claro que me veo. Para eso voy a montar ahora mismo a Pineda, en cuanto acabemos la entrevista. En Darro tengo puestas todas las ilusiones. Es un fenómeno. Mi meta es el Mundial del año que viene.