todo irá bien
Dani Alves y los estándares de la presunción de inocencia
«Los medios de comunicación que tanto se escandalizan sobre el auge de lo que llaman 'extrema derecha' tendrían que reflexionar sobre hasta qué punto lo excitan con su propaganda y sus mentiras»
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Una persona inocente ha pasado dos años y tres meses de calvario judicial, familiar, mediático y profesional. Sus contratos publicitarios y deportivos fueron cancelados, su prestigio derruido. Una muy contundente sentencia judicial refleja el atropello.
El Tribunal Superior de Justicia de Cataluña ... no sólo debe absolver y absuelve a Dani Alves «del delito de agresión sexual del que venía siendo acusado» y deja «sin efecto las medidas cautelares» sino que es una durísima enmienda a la totalidad a la primera sentencia: «no cabe concluir que se hayan superado los estándares que exige la presunción de inocencia».
El primero que creyó en la inocencia de Dani Alves fue el prestigioso abogado Cristóbal Martell. Creyó tanto en su inocencia, vio tan claro que no había habido violación que se tomó «personalmente» el caso, hasta el punto de que sus compañeros le advirtieron que una excesiva pasión podía perjudicarle, acostumbrados a su frialdad analítica tan efectiva para sus clientes, no siempre tan inocentes como el exfutbolista del Barça.
Martell contrató al abogado y detective Francisco Marco, dueño de Método 3, convencido de que debía haber pruebas en los vídeos de las cámaras y le mandó reconstruir los hechos. Martell vio de inicio que si demostraba que la versión de la supuesta víctima era inconsistente, como finalmente ha quedado acreditado, el tribunal absolvería a su cliente, como así ha sido, aunque en segunda instancia.
El trabajo realizado por Francisco Marco fue minucioso, difícil, delicado. Habló con todos —salvo con la denunciante— y contrastó su declaración con las imágenes, las declaraciones de sus amigas y un detallado examen del lugar donde se produjo la escena. Reconstruyó los hechos según los había explicado la falsa víctima y demostró que no se correspondían con la realidad. La verdad estaba escondida en los detalles, unos detalles mucho menos obvios y mucho más difíciles de encontrar que una opinión sobre cómo podían haber ido las cosas.
Dani Alves ha tenido el criterio y los recursos para contratar a uno de los mejores abogados penalistas de España, que a su vez trabaja con el mejor investigador privado del sur de Europa. Es mucho talento reunido el que ha necesitado el futbolista, demasiado, para salir absuelto de un caso en el que ya de entrada se veía —la detallada declaración de la chica era insostenible— que había muchas más lagunas que certidumbres. El papelón de los Mossos —una vez más, los Mossos— dando absoluta y ciega credibilidad a la desmontada acusación y prendiendo la mecha del circo mediático y la destrucción de la vida de una persona inocente; y la sentencia del juez de primera instancia, que pese a reconocer que el relato carece de fundamento, le otorga plena credibilidad en una clamorosa, intencionada y cobarde falta de coherencia, son el tipo de ataques de nuestra era que dinamitan la convivencia, el sistema garantista y la misma democracia, promoviendo la injusticia en nombre de la ideología —en este caso de género— y provocando una reacción contraria populista e igualmente peligrosa para la libertad tranquila, segura y ordenada. Los medios de comunicación que tanto se escandalizan sobre el auge de lo que llaman «extrema derecha» tendrían que reflexionar sobre hasta qué punto lo excitan con su propaganda y sus mentiras. Aún ayer 'El País' continuaba hablando sin escrúpulo ni vergüenza en términos de que «la agresión sexual tuvo lugar» cuando una sentencia judicial unánime y abrumadora dejaba claro que no había ninguna prueba que lo acreditara.
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