Toni Kroos, una vida de blanco

Efectivamente, la temporada de Kroos bien mereció que el Real Madrid le ofreciera un curso más de contrato -siguiendo la metodología de renovaciones año a año en los jugadores veteranos-. La incógnita residía entonces en los deseos del jugador. Kroos es un hombre que, por un lado, manifestó en el pasado reciente que no va a tener una carrera extensa y, por otro, reiteró que quiere finalizarla en el Santiago Bernabéu. Y, claro, los 33 años del ex del Bayern hicieron saltar las alarmas en Chamartín. Sin embargo, tras reflexionarlo una semanas, el 8 blanco confirmó al club su continuidad a principios de abril. Era desde entonces un secreto a voces, pero fue este miércoles cuando se oficializó el acuerdo entre ambas partes.

La noticia despertó una especie de alegría nostálgica en el madridismo. Porque, como sucede con Modric (cuyo futuro es aún incierto), en la capital ya empiezan a echar de menos a una leyenda que todavía no se ha marchado. Lo que empezó con las lágrimas de Marcelo y Casemiro, y continuó este junio con el adiós a Benzema, es la primera parte del fin de una generación incomparable a la que, como a todo en esta vida, el tiempo tampoco perdona.

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En cambio, antes de las inevitables despedidas que tarde o temprano llegarán, el epicentro del fútbol blanco contará por décima campaña consecutiva con Kroos, ese ejemplo que entendió mejor que ningún otro la idiosincrasia de un gigante que, por su magnitud, engulle a cualquier aspirante a Narciso.

El veinteañero que se fue de Múnich siendo un jugador que principalmente explotaba sus virtudes en el último tercio de campo viró con el paso del tiempo en uno de los organizadores más importantes que la historia del fútbol ha presenciado. Porque más allá de su Mundial con Alemania o sus cinco Champions, la infinita calidad de un tipo que es determinante sin apenas esprintar es imperecedera.