Esbozos y Rasguños

¡Viven!

«El Barça con sus dos tropiezos ha demostrado cierta vulnerabilidad y el Madrid recorta cinco puntos sin despeinarse demasiado. Ya ha olido la sangre en el agua»

Hijos de la ruina

Piña tras el gol del 0-1 en Butarque AFP

Compareció el Madrid en Butarque con ese uniforme naranja que parece el mono de un presidiario de película americana acudiendo esposado a su propio juicio por asesinato múltiple. Y se pudieron confirmar durante el encuentro tres sospechas que se venían barruntando desde hace tiempo: 1) ... cuando Mbappé juega por la banda, el equipo mejora sustancialmente, 2) Camavinga tiene que ser el cinco titular del Madrid, muy por encima de Tchouaméni ahora mismo en todos los apartados que se le piden a un pivote, y 3) los jugadores de la cantera pueden ser aprovechables para apuntalar el equipo y no solo como una medida desesperada en casos de fuerza mayor.

La mejoría blanca es palpable, aunque no sabemos si será suficiente como para enfrentarse este miércoles en Anfield a un Liverpool que anda intratable en todas las competiciones. Asencio y Valverde en el lateral cumplieron con nota, pero tampoco fueron tan exigidos en labores defensivas. Salah y compañía serán un buen examen para esta defensa improvisada.

Gustó mucho Arda Güler (conocido también como «la-joven-perla-turca»). Cada intervención suya tiene un sentido y un efecto. Chuta a puerta con facilidad, se fabrica sus propios disparos con inusitada frecuencia, centra y pasa de manera consistente y no tiene miedo a ofrecerse y a pedir la pelota. Le da aire al Madrid y cierta sensación de ligereza. Tras un inicio de temporada ciertamente plomizo, jugar con Güler es soltar lastres. Su zurda es un pincel y juega con la imaginación de un acuarelista. Sin miedo al fallo.

Ceballos, entre guiño y guiño al Betis, volvió a recordar que todavía sigue siendo jugador del Real Madrid, condena que todos sabemos que le pesa, y pudo demostrar a ratos que hasta podría ser un jugador útil para el equipo. Lástima que le falte todo lo demás: actitud, físico, compromiso y hasta buena fortuna. Bellingham, por su parte, parece haberse reencontrado con el gol. Los madridistas se aferran a un 'efecto ketchup' con el inglés: tras estar atascado, golpeándose con todo, ahora pueden caer los goles en cascada y sin control.

El Barça con sus dos tropiezos ha demostrado cierta vulnerabilidad y el Madrid recorta cinco puntos sin despeinarse demasiado. Ya ha olido la sangre en el agua. Todavía le cuesta cerrar los partidos y su defensa está cogida con alfileres, pero comienza a recuperar las constantes vitales y a desentumecer ciertos músculos que andaban atrofiados. No estaban muertos, estaban de parranda (o en la parra). Anfield será el mejor test para comprobar la mejoría. Puerta grande o enfermería.

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