Esbozos y rasguños
El renacido
Un Mbappé en plenitud obliga a reescribir planes tácticos, ajusta defensas enteras y condiciona eliminatorias
La temporada pasada de Mbappé fue de lo más extraña, un verdadero enigma. Sus números, analizados fuera de contexto, nos dicen que fue brillante. Pero ya sabemos que las estadísticas tienen un alto poder cosmético y maquillan más de lo que muestran. Salvo ... en un breve tramo a mitad de curso, Mbappé no fue Mbappé. Parecía otro jugador. Como si le hubieran dado el cambiazo al Real Madrid. Sus controles no eran tan precisos, lanzaba los penaltis sin personalidad ni convicción y esas arrancadas tan suyas apenas se veían. Parecía siempre atrapado en un fuera de juego eterno, en un bucle melancólico. Muy de vez en cuando veíamos resquicios de aquel jugador del Mónaco y del PSG que había deslumbrado al mundo. Pero apenas eran eso, espejismos.
La gastroenteritis aguda que lo dejó fuera de combate del Mundial de Clubes tampoco ayudaba a ser muy optimista con este arranque de la temporada. El fichaje más esperado del Real Madrid parecía naufragar entre la presión, las dudas y las críticas. Y entonces surgieron las preguntas inevitables: ¿era un bloqueo mental? ¿pesaban demasiado las expectativas creadas con su llegada? ¿se trataba de problemas extradeportivos? Nunca lo sabremos del todo, pero la sensación era que Mbappé estaba encerrado en una jaula invisible.
Hoy, sin embargo, la historia ha cambiado por completo. El delantero francés se muestra mucho más fino físicamente, con chispa en los primeros metros (ese control en el gol al Levante recordó al de Messi contra Nigeria), rápido en la ejecución y, sobre todo, con esa confianza que lo hacía diferencial y letal. En sus movimientos ya no hay duda. Vuelve a jugar con alegría, a encarar con convicción, a golpear con personalidad. En resumen: Mbappé vuelve a ser Mbappé.
El renacido no solo mejora al Real Madrid: altera la competición. Un Mbappé en plenitud obliga a reescribir planes tácticos, ajusta defensas enteras y condiciona eliminatorias. Es la clase de futbolista que marca épocas, no temporadas. Y si de verdad ha dejado atrás la melancolía, Europa tendrá que volver a acostumbrarse a vivir pendiente de sus zancadas.
Este fin de semana vuelve al Metropolitano (el año pasado se perdió el partido a última hora por unas molestias) contra un Atlético de Madrid sin mucho margen de error y en la cuerda floja ya en septiembre. Cuidado, hay una tortuga suelta.