ESBOZOS Y RASGUÑOS
Un puñal en mitad del tiroteo
El Madrid parecía contrariado ante el fútbol desplegado por el rival como el inspector Renault en Casablanca: «¡Qué escándalo, aquí se juega!»
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Iniciar sesiónEl madridismo parecía afrontar el cruce contra el RB Leipzig con un ligero aire de superioridad, como si estuviera enfrente el Apoel de Nicosia y no un pujante equipo de la Bundesliga de una solidez ya contrastada con jugadores jóvenes de lo más interesantes. Puede ... que fueran las burbujas del 4-0 al Girona, puede que el equipo alemán tampoco esté haciendo su mejor temporada. Pero el Madrid parecía contrariado ante el fútbol desplegado por el rival como el inspector Renault en Casablanca: «¡Qué escándalo, aquí se juega!». Lo cierto es que todavía se mira con cierta displicencia a este equipo de nuevo cuño en una competición dominada por la vieja aristocracia europea. Se le observa de reojo, como al nuevo rico en el club de golf. No se le considera uno «de los de siempre» (aunque tal vez luzca mejor aspecto que otros señoritos de toda la vida en franca decadencia). «¿Bebidas energéticas en la Copa de Europa? Esto no es la Fórmula 1», parecen murmurar en corrillos al ver pasar al RB Leipzig por la piscina. Todavía no se ha ganado el beneplácito de los veteranos, y se nota.
Los primeros minutos en Alemania fueron un verdadero suplicio para el conjunto blanco. Hubo de todo: sustos, regalos, goles anulados, fallos improbables (uno ve errar un pase fácil a Kroos y todo su sistema de creencias se tambalea: es como detectar una errata en la tabla periódica). Un catálogo de imprecisiones que preocupan cuando se dan en una máquina diseñada para este tipo de noches como es el Real Madrid de Ancelotti. Más que el rival, asustaba el propio descontrol de los blancos, irreconocibles por momentos. Y como decía el presidente Bartlet en El Ala Oeste de la Casa Blanca: «Los problemas más costosos se producen cuando algo que damos por descontado deja de funcionar durante un minuto».
Las peores noches europeas son esas en las que comienzas sin tener muy claro cómo se llama el delantero rival y al final terminas teniendo pesadillas con ese nombre que no deja de sonar y aparecer por todos lados. Lewandowski con el Borussia Dortmund todavía me persigue en algunos sueños. En la primera parte este honor recayó en Sesko, delantero esloveno de interesantes movimientos que tras su primera parte fichará por el Manchester City o algo peor.
El partido lo desenredó Brahim, al que no le pesó la responsabilidad de ser el sustituto de Bellingham, con un verdadero golazo. Homenajeó en la celebración al compañero caído en combate. Tal vez no tenga la envergadura del inglés, pero a su manera es grande. En sentido literal y figurado. Es un jugador especial, de gestos e instantes, alguien con un repertorio de cosas distintas, como esos giros sobre sí mismo en los que parece detener el tiempo. La sensación al acabar el partido, con ese solitario y aislado gol de Brahim en una noche confusa e incómoda para el Madrid, fue la de esa ingeniosa frase con sabor a noir que solía repetir el locutor Héctor del Mar: el RB Leipzig tuvo tan mala suerte que en un tiroteo murió apuñalado.
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