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Esbozos y rasguños

Tres nombres propios

Siempre he tenido debilidad por los llamados 'jugadores número 12'. Esos futbolistas que te sacan de cualquier apuro y a los que puedes recurrir en un momento de necesidad sabiendo que van a cumplir

A tres toques (01/02/24)

Y qué mas daba (27/02/24)

Thomas COEX / AFP)
Javier Aznar

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Brahim. Siempre he tenido debilidad por los llamados 'jugadores número 12'. Esos futbolistas que te sacan de cualquier apuro y a los que puedes recurrir en un momento de necesidad sabiendo que van a cumplir. Como le sucedía a Isabel Preysler con los Ferrero ... Rocher. Haciendo una analogía doméstica, diría que son los perfectos invitados en casa: les puedes llamar a última hora, sentarles con cualquier persona a cenar, se adaptan a todo, dan facilidades, traen el vino y encima te mandan al día siguiente un sentido mensaje de agradecimiento por la oportunidad brindada. Brahim es así: no se quejaba antes cuando Ancelotti dosificaba sus minutos con cuentagotas, no protesta ahora cuando le sientan nada más poner al Bernabéu patas abajo tras una gran jugada. Son los héroes silenciosos. Siempre dispuestos y con buena cara. Por esto mismo, mi premio individual favorito en la NBA es el que entregan al 'Mejor Sexto Hombre' de la temporada, ese jugador que no está nunca en el quinteto inicial, pero que logra ganar partidos desde un rol secundario. Solari, con pasado precisamente atlético, fue durante años uno de mis futbolistas preferidos por ser el perfecto ejemplo de jugador número 12: podía tapar la baja de Roberto Carlos, suplir a Figo, ayudar a Zidane o arreglar el césped durante el descanso. Daba igual. Todo lo hacía con buena nota y con buena cara, como ese vecino responsable al que acudes para pedirle la caja de herramientas y te acaba instalando la fibra óptica mientras tú te comes una manzana observando.

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