Suscribete a
ABC Premium

Esbozos y rasguños

Días perfectos

«Uno ha visto de todo por el Bernabéu, pero no a Bellingham, un veinteañero con alma de veterano, no a un centrocampista de 20 goles por temporada, no a un bailarín de claqué encerrado en el cuerpo de un estibador»

Celebraciones y despedidas

Javier Aznar

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Me tiene inquieto Bellingham. Parece demasiado perfecto. Es joven, trabajador, fuerte, simpático, educado, alto, guapo, responsable, sacrificado, competitivo, familiar y generoso. Hasta sabe encajar con nobleza cuando un rival le tira un caño. No estoy acostumbrado a encontrar este dechado de virtudes en un fichaje ... del Madrid, la verdad. Menos aún en su primera temporada, siempre complicada y exigente. Y es que uno ha visto ya de todo por el Bernabéu: talentos disolutos, genios alocados, frágiles prodigios, estrellas antipáticas, ídolos crepusculares, vagos irredentos, perlas caprichosas, estajanovistas sin chispa, figuras tacañonas, honrados mercenarios, caracteres complicados, magos sin conejo en la chistera, extranjeros nostálgicos, frías joyas y Gravesen, que merecería su categoría propia. Pero no esto.

Artículo solo para suscriptores

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comparte esta noticia por correo electrónico
Reporta un error en esta noticia