Chelsea 0-2 Real Madrid
Courtois, el portero que convirtió lo extraordinario en cotidiano
CHampions League | Cuartos de final
Una parada imposible del meta belga mantuvo el 0-0 cuando el Real Madrid más sufría en Stamford Bridge
El Real Madrid pisa sus huellas
Resultados y cruces de los cuartos de final de la Liga de Campeones
Courtois para lo imposible ante Cucurella
Cuando la primera parte llegaba a su ocaso y el Real Madrid vagaba por Stamford Bridge con un ánimo que oscilaba entre la tranquilidad y el temor, un centro del genial Reece James dejó solo a Cucurella en el pico izquierdo del ... área pequeña. El carrilero español, curtido en aquel prolífico Getafe de Bordalás, controló la bola, se la amoldó a su zurda para asegurar el gol y se topó con un gigante. Durante el segundo que pasó el balón por el dominio de Cucurella, Thibaut Courtois puso en orden su larga figura, achicó espacios velozmente e intuyó la única trayectoria que podía derivar el disparo. El resultado fue otro paradón para el recuerdo; una mano extraordinaria para todos, una mano corriente para un hombre que hace ya tiempo acostumbró al continente a ser extraordinario.
La acción del belga, tan estética o más que muchos goles, fue tan importante como la de la ida ante el rebote de Militao, como las del Santiago Bernabéu ante el Manchester City, como los milagros de París frente a Mané y Salah... la amalgama de recursos decisivos de este guardameta de leyenda parece no tener fin.
El ganador de la pasada Champions League se asustó y, por primera vez en la noche londinense, vio en el Chelsea a un equipo capaz de remontar. Pero, como suelen reaccionar los de blanco cuando pintan bastos en Europa, el Madrid volvió del vestuario con el colmillo necesario para confirmar su enésima clasificación a las semifinales.
Sin embargo, pese a que el grueso del peligro ofensivo era protagonizado por los visitantes, Courtois continuó su exultante seguridad. El portero, con muchísima calma, jugaba en corto con Militao y Camavinga -cómo ha mejorado en el juego corto en la madurez de su carrera-, atrapaba cada pelota que llovía su puerta y tapaba con maestría varios golpeos de Gallagher, Havertz y Enzo para negar el júbilo al frío Stamford Bridge.
Poco después, cuando el Chelsea se volcaba sin éxito sobre el campo visitante, en pleno ecuador del segundo tiempo, apareció Rodrygo para volver a matar al Chelsea un año después. El delantero que siempre estaba a un paso de explotar comienza a hacerlo. Entretanto, mientras el brasileño hacía un partido, y un doblete, que difícilmente será olvidado en el imaginario madridista, Courtois, en silencio, mantenía su puerta a cero por tercera ocasión consecutiva después de, otra vez más, haber convertido lo excepcional en cotidiano.