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Grada de Preferencia

El club de la comedia

De todos los que saltaron frente al CSKA el único que parecía dejarse entero en cada jugada era un chico de apenas dieciocho años

Fernando R. Lafuente

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Después del ridículo galáctico, del recital de indolencia homérica y de batir un récord histórico que nunca olvidaremos, de esto pueden estar seguros, vuelve la Liga, pero nadie sabe a esta hora qué Madrid aparecerá esta tarde para enfrentarse al Rayo Vallecano, que tampoco es que llegue en sus horas más granadas. Menudo partido nos espera. Es muy grave lo del miércoles, porque como ya se ha adelantado en esta columna de las páginas de Deportes de ABC, algo parece ir mal, muy mal en el vestuario. Ellos sabrán. Pero la cosa se pone fea cuando trasciende fuera.

Como nadie explica nada, y los hechos se envuelven en un juvenil «viva la gente», «qué simpáticos y buenos chicos somos todos y qué bien nos llevamos», pues ruede la bola. El Madrid se ha convertido en el club de la comedia, o de la tragicomedia. O en Dr. Jekyll y Mr. Hyde. Unos días juega a lo Jekyll y otros a lo Hyde. Y tan rozagantes. Una lotería. Nadie sabe qué le tocará contemplar esta fría tarde de diciembre en el Santiago Bernabéu, si llorar o reír. Y nadie sabe qué es peor.

Se dijo que el del pasado miércoles era un partido intrascendente. Y lo peor es que además lo explican. El Real Madrid no juega a nada. Hace cierta esa advertencia que recuerda cómo no siempre juegan once contra once aunque en el campo estén veintidós. Todos, no hay ni un madridista, que no desee que Isco y Asensio, por ejemplo, regresen a lo que fueron y son. Pero no están. Alabar su juego frente al modesto Melilla como si eso fuera el partido del no va más, no les hizo ningún favor. Que Benzema tome la recta de la regularidad y no pare y, claro, puestos a ello, ¿sería posible saber cuándo acabará la broma de Bale?

El club de la comedia alcanza su esplendor cuando uno recuerda que de todos los que saltaron al campo el pasado miércoles frente al CSKA de Moscú el único que parecía dejarse entero en cada jugada era un chico de apenas dieciocho años. Pero, nada, todos se llevan tan bien…

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