Un histórico Peñíscola y un Barça sobrado se citan en semifinales

El primero de los partidos de cuartos de final del viernes desbordó emoción desde el inicio, contagiado por las hinchadas de ambos equipos, muy activas en la grada. Sobre el parqué se medían el vigente campeón liguero y de la Supercopa, que pese a sus títulos todavía pelea por asentarse en lo más alto del fútbol sala español, y el actual líder de la liga, que aspira a emular al conjunto cartagenero en lo que a tocar metales se refiere.

Fueron los de Castellón, con una marcha más de inicio, los que primero acertaron con la portería rival. Primero por medio de Sancho, que remachó una jugada en el segundo palo, y después con un gran disparo ajustado de Gauna, el último descubrimiento argentino.

Duda, técnico cartagenero, tranquilizó a los suyos, recordándoles que en fútbol sala dos goles no son nada. Y efectivamente, poco después Darío Gil recortó con un saque desde la banda que tocó en Juanqui. El partido todavía respiraba.

Jimbee intensificó sus ataques, con Gon Castejón y Cortés en las alas y probando en varias ocasiones los reflejos del veterano Gus, pero temiendo también por los latigazos de Peñíscola cada vez que tenía la oportunidad. Ni unos ni otros tuvieron acierto y el choque llegó con 2-1 al descanso.

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Ni un minuto tardó Cartagena en empatar tras el paso por vestarios, en una buena jugada por la izquierda que empujó a la red Mellado. Vuelta al punto de partida, pero con poco más de 19 minutos por delante, estrechándose la delgada línea entre la victoria y la derrota.

En ese escenario pudo ampliar su renta Cartagena, que se movió con mas soltura en ese escenario, pero no lo hizo y Peñíscola acabó despertando. Los de Santi Valladares se hicieron con la pelota para inquietar una y otra vez a Chemi, pero de vez en cuando los de Duda también soltaban el puño, como en una volea de Waltinho que repelió el larguero o un disparo de Pablo Ramírez que desvió Gus. La más peligrosa del equipo azul la tuvo Pani tras una gran subida al ataque del portero toledano, pero la mandó arriba.

En la batalla, cuando apenas quedaban tres minutos para el final, cayó Pani. El jugador más desequilibrante de Peñíscola se hizo daño en la rodilla y tuvo que abandonar el parqué, dejando a su equipo afectado. Pablo Ramírez tuvo el desempate, pero Gus mantuvo el tipo. Jimbee trató de sortear los penaltis sacando portero-jugador pero le faltó acierto y todo se decidió desde el punto fatídico. Los fallos de Motta y Cortés ante Gio, recurso exclusivo de Valladares para la tanda, le dieron un histórico pase a Peñíscola, que solo cedió el lanzamiento de Gauna.

En el segundo acto de la tarde-noche futsalera el Barcelona no dio opción a Industrias Santa Coloma en el partido más desequilibrado del torneo. Los azulgranas no necesitaron mucho para ir sometiendo a su rival de este derbi catalán y enfriar un Palacio de los Deportes que tampoco creía mucho en una gesta colomense.

El Barça no se esforzó en acaparar la pelota. Se limitó a esperar y matar el partido en un par de ocasiones aisladas. Primero por medio de Sergio González, que remachó una bonita combinación tras robo, y después con un disparo tras pisada de Antonio. Entre una y otra jugada Industrias tiró de desparpajo para probar a Didac, pero ni Leandrinho ni Verdejo tuvieron el acierto necesario.

Antes del descanso Catela, de falta, llevó la ventaja hasta el 3-0, sirviendo a su equipo medio billete a semifinales. Una losa muy difícil de levantar en la reanudación para los de Santa Coloma.

Nil a los 30 segundos redujo distancias, pero el tanto no varió la dinámica del choque. Industrias percutía sin descanso pero el Barça machacaba. Sin contemplaciones. El brasileño Dyego y Eric Martel respondieron a la osadía colomense llevando el marcador hasta el 1-5.

Industrias, viendo el partido escurrírsele entre los dedos, apostó por el potero jugador con más de once minutos por jugar. Lejos de amedrentar a los de Tino Pérez, fueron los minutos en los que mejor se asociaron, con Pito ya en la pista. Sergio González, Erick y Adolfo por los azulgranas y Corso y Povill por los de blanco llevaron el marcador hasta un 3-8 final salpicado por esos piques tan típicos de un derbi.