Álex Márquez honra su apellido

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S. D.

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Después de tres años en Honda, con un rendimiento claramente decreciente, Álex Márquez apostaba este curso por subirse a la ola ganadora de Ducati y enrolarse en el Gresini Racing. Una buena decisión que empieza a ver sus frutos. No le esperaba nadie, pero se convirtió en el piloto más espabilado de una sesión de clasificación condicionada por su asfalto mojado. Jugó a su favor haber disputado, y liderado, la Q1. Ese conocimiento extra de las condiciones de la pista, esos quince minutos de más sobre la moto, le hicieron poner los neumáticos lisos en el momento justo, cuando aún los demás pilotos dudaban qué hacer porque la pista era un jeroglífico. Su pericia y talento, agigantados en el trazado sudamericano quién sabe por qué razón, hicieron el resto.

«Ha sido un poco un drama», admitía el menor de los Márquez con una sonrisa en la cara, pero con la adrenalina a tope por lo que consideraba una sesión movidita. Durante la Q1 se fue al suelo en su último intento de vuelta rápida y su moto acabó en llamas. Llegó al garaje con el tiempo justo de subirse a la segunda unidad, a la que tuvieron que hacer ajustes de última hora. Fue suficiente para batir a las Ducati de Marco Bezzechi y Pecco Bagnaia, sus compañeros en la primera línea tanto en la carrera larga de hoy como en la esprint de ayer.

Esa minicarrera a 12 vueltas, ya con la pista completamente seca, fue bastante diferente para Márquez. Superado en la salida por la Yamaha de Franco Morbidelli, cedió también ante el empuje de las dos Ducati del VR46, las de Bezzechi y Marini. Tampoco pudo luchar por el podio por la aparición estelar de Binder. La colosal salida del sudafricano (del 15º al 4º) no se quedó en una mera anécdota, y mientras las Ducati peleaban aprovechó para asaltar el liderato. Solo Bezzechi, en la última vuelta, hizo peligrar su apoteósico triunfo.

A Márquez, mientras, solo le quedó luchar por la quinta plaza con Bagnaia, un duelo intenso que dejó varios adelantamientos eléctricos, y del que el ilerdense salió victorioso al superar de forma definitiva al actual campeón del mundo en la última vuelta. Hace unos meses, al menor de los hermanos de Cervera le hubiese resultado imposible sostener una batalla como esa.

En Argentina se vio una parrilla muy reducida -solo 18 pilotos por las múltiples bajas y secuelas que dejó la prueba de Portimao (Marc Márquez, Pol Espargaró, Miguel Oliveira y Enea Bastianini)-, y también una imagen muy poco habitual. Joan Mir, compañero de Marc Márquez en el Repsol Honda, ejemplificó mejor que nadie el problemón que tiene encima el equipo del ala dorada. El campeón de 2020 termino último en la clasificación, y en la carrera no llegó a pasar ni una vez por la línea de meta por una fuerte caída que le obligó a ser atendido en el centro médico. Tiene el tobillo derecho dañado y podría no tomar la salida en la carrera de hoy.

No fue una buena jornada para Fabio Quartararo, exasperado por la lentitud de la Yamaha oficial, y también se escucharon lamentos también en el garaje de Aprilia, que se las prometía muy felices hasta que llegó la lluvia. Maverick Viñales y Aleix Espargaró estuvieron lejos de poder luchar por la victoria, y el segundo acabó yéndose al suelo a falta de cuatro giros.

En el resto de categorías, Alonso López logró pole en Moto2 por delante de Arón Canet. En Moto3 el mejor español fue Iván Ortolá, cuarto en una clasificación de nuevo dominada por el japonés Ayumu Sasaki.