McIlroy y DeChambeau se jugarán mano a mano su primera chaqueta verde

El dominador de las dos primeras vueltas, Justin Rose, sabía de la dureza de este torneo. Ha partido diez rondas como líder en el Masters y nunca lo ha ganado. Y por lo visto este sábado, va a tener que aumentar esa cifra si quiere lograr su objetivo en un futuro. Sobre todo porque este año van a ser otros los que luchen por el preciado trofeo. El que tiene más posibilidades es Rory McIlroy que, por segundo día consecutivo, firmó 66 golpes merced a un arranque magistral que atrajo los focos sobre él. En los primeros siete agujeros había rebajado cinco golpes, a lo que se sumó la falta de acierto del inglés (dos más en el mismo tramo).

Para Rory es habitual jugar bien en el National. Es un campo en el que ha acabado siete veces en el top 10 y fue subcampeón hace tres años. Y lo que es más importante para su motivación: en el único 'major' que le falta para completar su particular 'Grand Slam'. Por eso mostró su mayor nivel y abrumó a sus rivales. En dos ocasiones llegó a tener cuatro puntos de renta y de no ser por el coraje de DeChambeau, que nunca se rindió y siguió peleando hasta la última bandera, podría haber dejado ya sentenciado el torneo.

El grupo de figuras (-5) que le perseguía fue cayendo poco a poco y los favoritos Scottie Scheffler, Shane Lowry o Jason Day se descolgaron a siete golpes de la locomotora británica. Al mano a mano de Rory (-12) y Bryson (-10) asistirán al acecho Corey Conners (-8) y Patrick Reed y Ludvig Aberg (-6), que partirán sin la presión del triunfo pero deseosos de firmar una vuelta baja que les permita llegar a los últimos hoyos con alguna esperanza.

Por lo que respecta a Jon Rahm, su espectacular comienzo (tres 'birdies' en los tres primeros hoyos) hizo concebir grandes esperanzas. El vasco había prometido una gran remontada para acercarse a la cabeza y estaba camino de ella, pero pronto le volvieron los fantasmas. A pesar de desplegar un juego largo impecable luego falló con los hierros, hasta el punto de echar a perder lo que podía haber sido una tarjeta histórica. Después de firmar seis 'birdies' su resultado fue un exiguo dos abajo para el par total, consecuencia, según sus propias palabras, de su «mala cabeza». «Los fallos que he tenido han sido totalmente por mi culpa y lo único positivo es que al menos sé por qué se han producido. En algunos puntos clave he perdido la concentración», se lamentó.

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