Fútbol americano
Mahomes contra Hurts: dos estilos en una Super Bowl histórica
Máxima igualdad en el mayor acontecimiento anual del deporte en EE.UU., por primera vez con los dos equipos liderados por 'quarterbacks' negros
Jalen Hurts (Eagles) y Patrick Mahomes (Chiefs) son las estrellas de la Super Bowl
Patrick Mahomes y Jalen Hurts son casi idénticos y, a la vez, muy diferentes. Los dos 'quarterbacks' o mariscales de campo que protagonizan esta noche la Super Bowl, la final del fútbol americano, tiene físicos muy similares: Mahomes, de Kansas City Chiefs ... , mide 1,88 metros y pesa 102 kilos, mientras que Hurts, que lidera a los Eagles de Filadelfia, está ligeramente por debajo, con 1,85 centímetros y 101 kilos.
También comparten otra característica, algo de lo que no deja de hablar la prensa estadounidense desde que ambos equipos consiguieran el pase a la Super Bowl hace dos semanas: ambos son de raza negra. Es la primera vez que ocurre en la gran final del deporte rey de EE.UU., una muestra de que el dominio de los afroamericanos en la NFL empieza a sentirse también en la posición que atrae todas las miradas.
En la actualidad, solo un cuarto de los jugadores de la NFL son blancos. Pero han dominado de forma histórica esa posición y, aunque por poco, todavía son mayoría. Casi la mitad de los equipos han puesto a un 'quarterback' negro de titular en algún momento de la temporada -más que nunca- y, además de Mahomes y Hurts, entre ellos hay grandes estrellas: Lamar Jackson, Dak Prescott o Geno Smith son algunos ejemplos.
Además de hacer historia, Mahomes y Hurts rompen el estereotipo que ha durado décadas y que ha alejado a los jugadores negros de la posición. Han demostrado que no encajan en el molde del 'quarterback' negro que destaca solo por las cualidades atléticas -velocidad y fuerza- que le permiten eludir defensas a la carrera y no por visión de juego, capacidad de decisión y precisión en el pase (las cualidades de 'quarterbacks' de época como Tom Brady,Aaron Rodgers o Payton Manning). Mahomes y Hurts se salen de ese patrón, pero de maneras muy diferentes. Y qué estilo sea hoy domingo más efectivo será lo que decida la Super Bowl.
El 'quarterback' de los Chiefs, de 27 años, es una estrella consagrada. En su segunda temporada como titular, en 2019, llevó al equipo de Kansas City a su primer título. En las últimas cuatro temporadas, Mahomes ha colocado a sus Chiefs en tres Super Bowl.
Su forma de juego es garantía de ingresos para los cardiólogos de la ciudad de Misuri. Se mueve como nadie fuera del 'bolsillo' -la protección de su línea ofensiva- esquivando defensores y abriendo hueco para sus recibidores. Es un mago de la improvisación, del juego en el alambre. Son maniobras de alto riesgo que maneja como nadie y que después apuntala con un brazo prodigioso, forjado en el béisbol (su padre era 'pitcher' y hubo equipos profesionales que le hicieron ofertas antes de decantarse por el fútbol). Ha liderado la NFL en pases de 'touchdown' o anotación (41) y en yardas de pase (5.250). Ese estilo define a los Chiefs, el mejor de la liga en yardas de pase, pero solo el vigésimo en yardas de carrera.
Hurts y los Eagles son otra historia. A sus 24 años, ha despuntado esta temporada como un 'quarterback' total. Al contrario que Mahomes, es un portento físico, con un tren inferior descomunal, que le permite correr con la pelota y hacer frente a las embestidas de los defensas como si fuera un 'running back'. Pero, además, interpreta el juego de maravilla. La especialidad de los Eagles son las jugadas diseñadas para que Hurts pueda optar por una entrega al 'running back', quedarse la pelota y correr o lanzar un pase corto a un recibidor. Es una triple amenaza apoyada en la capacidad de Hurts de diseccionar en milésimas de segundo a la defensa contraria y tomar la decisión adecuada.
El resultado es uno de los ataques más equilibrados de la NFL (quintos en yardas de carrera, novenos en yardas de pase), complementado, además con una línea feroz, especializada en achuchar al 'quarterback' contrario.
Habrá que ver cómo se las compone Mahomes para evitar a los defensores de los Eagles. La estrella de los Chiefs se lesionó en el primer partido de 'playoffs' y una semana después metió a su equipo en la Super Bowl disminuido en lo físico, con una cojera evidente.
Tras dos semanas de descanso, se espera que tenga más movilidad. También ha pasado por problemas físicos su escudero en la ofensiva, Travis Kelce, otro que hará historia: junto a Jason Kelce, de la línea ofensiva de los Eagles, serán los primeros hermanos en enfrentarse en una Super Bowl.
Otras lesiones en los recibidores de los Chiefs dan una ligera ventaja a los Eagles, en un partido que no podría estar más empatado. Ambos equipos fueron líderes en su conferencia, han cerrado el año con el mismo número de victorias y derrotas (16-3) y hasta han empatado en el número de puntos conseguidos en la liga regular (546).
Mahomes ha demostrado que su ingenio y determinación pueden dar la vuelta a cualquier circunstancia. Pero algo jugará en su contra: esta semana, le reconocieron como mejor jugador (MVP) de la liga. Desde 1999, ningún MVP gana la Super Bowl.
Una fiesta con la sombra de Hamlin y las conmociones
Todo el país estará volcado esta noche en la Super Bowl, el acontecimiento televisivo con más audiencia en EE.UU. cada año en las últimas cuatro décadas. Reuniones en casas de amigos, fiestas en bares, bandejas con alitas de pollo y nachos, cerveza barata y móviles encendidos para comprobar cómo va tu apuesta (se calcula que los estadounidenses se han gastado 16.000 millones en apuestas para la gran final).
El que no disfruta el fútbol se divertirá con los anuncios -los más esperados y caros del año-, con el desfile de famosos -incluida la primera dama, Jill Biden, fan de los Eagles- y con el espectáculo del descanso, protagonizado este año por Rihanna. Todos disfrutarán de la emoción del himno, de las canciones patrióticas, del vuelo de los cazas de combate sobre el cielo de Glendale (Arizona), donde se disputa el partido.
La fiesta de la Super Bowl servirá también para dejar de lado la consternación en el país por el suceso de Damar Hamlin, el jugador de los Buffalo Bills que cayó desplomado con un paro cardiaco por un encontronazo brutal con un rival en un partido a comienzos de enero. Tuvo que ser resucitado en el propio campo y se temió por su vida.
El incidente reavivó el debate sobre los peligros de un deporte tan espectacular como peligroso, sobre todo por las conmociones cerebrales que sufren los protagonistas. Esta semana, el comisionado de la NFL, Roger Goodell, reconoció que el número de conmociones, a pesar de los esfuerzos de la liga por evitar jugadas que afectan a la cabeza, han aumentado un 18% esta temporada. Goodell aseguró que el número es mayor «porque hemos ampliado la definición» y se hacen «más evaluaciones».