Petardos

Desde fuera de Cataluña, y yo lo entiendo, se viven con preocupación y angustia las estridencias de la política catalana. Laporta, Puigdemont, la CUP. Pero los que los conocemos sabemos que son personajes de tercera que tiran el petardo cuando no toca y a los que una cierta España presta demasiada atención porque contra ellos se vive mejor. El independentismo encadena derrotas y mercadea como puede con sus escaños, lo mismo que Laporta activa sus palancas puliéndose el patrimonio del club. Lo que al final queda es una Cataluña deprimida y estancada y un Barça arruinado y humillado por el Madrid y el Girona. Tantos petardos y tan equivocados. Cuando marcó el segundo Joselu no se escuchó ni un alma.

Las elecciones del domingo, la continuidad de Laporta y de Xavi, el Barcelona hundido en su miseria y Cataluña dando vueltas sobre sí misma. El Madrid va a por su 15ª Champions y está tan aburrido de coleccionarlas que Florentino Pérez se ha inventado otra competición, la Superliga, para tener el aliciente de algo nuevo que ganar y salvar de paso al Barça de la quiebra con una venta mucho más ventajosa de sus derechos televisivos.

El fútbol es política y cada equipo es el reflejo de su comunidad. El debate de candidatos de TV3 se pareció mucho al estruendo barcelonés por el gol del Bayern. Siempre hacemos igual los catalanes: brindamos por anticipado por victorias que ya se ve que no van a producirse y cuando llega el desconsuelo nos ponemos a celebrar derrotas y a dar lecciones de superioridad moral.

Cuando tú tienes a Laporta y tu eterno rival a Florentino; cuando te dejas enredar por el supuesto estilo o adn de Xavi y el Madrid te destruye con Ancelotti, cuando permites que el entorno de comisionistas de tu presidente cuele a Víctor Roque y ves los dos goles de Joselu contra el Bayern; dice mucho del futuro que te espera que tirar petardos, muchos petardos, sea tu única respuesta.