Todas las mentiras sobre el falso regreso de Messi

Los periodistas y los periódicos que se han dedicado a especular con el regreso de Messi sabían perfectamente que Laporta vendía humo para disimular sus fracasos pasados y futuros y no han tenido ningún escrúpulo para marear a sus lectores sabiendo que jugaban con los sentimientos de una afición primaria, acrítica, y que se equivoca en cada decisión que toma. Es la misma prensa que luego culpa a Franco, a Tebas o a los árbitros de los descalabros de un equipo y un club que van a la deriva también porque los medios de comunicación han renunciado a hacer su trabajo fiscalizador, y creen que su deber es ser buenos barcelonistas y con su fanatismo sólo allanan el camino de los que quieren saquear a la institución para vender luego los restos al capital privado.

Laporta y Xavi han demostrado con esta comedia que no tienen nada que ofrecer, ningún proyecto deportivo nuevo y que ilusione. Además de haber mentido deliberadamente con el imposible regreso -ellos eran los primeros que sabían que el club no había hecho ninguna oferta al jugador-, su absurda pretensión de volver al pasado es indicativa de que no tienen previsto ningún futuro. Se les agotó el truco con que querían, todo de una vez, convencer a la Champions de que se salte su propio reglamento y no castigue al Barça la próxima temporada, atraer a más abonados al destierro de Montjuic, y llenar con el merchandising del 10 las vacías arcas del club.

Messi también ha jugado al engaño aunque no tanto. De hecho, en todo este proceso habló sólo el miércoles, conocida ya su decisión, para decir que la había tomado «para no depender de terceros», en alusión a cuando acertadamente Laporta no lo renovó por no hipotecar el club al fondo CVC propuesto por el presidente de La Liga. Esta vez no había «terceros» porque el Barça no ha hecho ninguna oferta y porque el jugador tenía muy claro que quería aprovechar la próxima temporada y la siguiente para ganar elevadas sumas de dinero. Lo que parecía cerrado con Arabia Saudí se decantó al final por Miami porque vivir en Miami es mucho más agradable, y el Inter acabó haciendo una oferta, aunque menor que los árabes, suficiente para colmar las expectativas económicas de la familia.

Pedir una reflexión a los socios del Barça es golpear inútilmente la puerta siempre cerrada de su inteligencia razonadora y de su entendimiento. Pero sin llegar a tener que pensar, podrían mirarse en el espejo del ridículo que han hecho. Podrían darse cuenta, ni que sólo fuera por acto reflejo, de cómo se han reído, burlado de ellos; de cómo los han humillado jugando a hacerles creer lo que todo el mundo sabía que no existía. Los periodistas, los directivos del club y la familia Messi les han tomado como rehenes de su farsa y ellos han acudido como borregos al espectáculo. Ningún otro club ni ninguna otra comunidad mediática se atrevería a tanto. Ninguna otra afición habría acudido como ganado tan arrogante, tan altivo, tan dispuesto al sacrificio.