Todo irá bien

Laporta contacta con Luis Enrique para ficharlo en enero

«Laporta ha empezado ya a sacrificar a Xavi, por debajo y por detrás; la demolición del técnico, como persona y como proyecto, será implacable»

Tres nombres y cuarenta millones de herida

El precipicio del Barcelona

El presidente del Barcelona, Joan Laporta, piensa en Luis Enrique como sustituto de Xavi tras el Mundial de Qatar y contactó con él ayer. El seleccionador nacional es el técnico que Pep Guardiola le recomendó cuando inició su segunda etapa en ... el club, pero Laporta rechazó en aquel momento la idea por hallar el carácter del asturiano demasiado chulesco y parecido al suyo. “Seríamos dos gallos en un gallinero”, dijo en una conversación informal para explicar por qué no iba a contratarlo.

Pero la casi eliminación del Barcelona de la Champions, y el estrepitoso fracaso que supone de su segundo proyecto deportivo, han hecho reaccionar a un Laporta para quien Xavi nunca fue su entrenador y si lo fichó fue cediendo a la presión de su entorno cuando lo Koeman no podía sostenerse ni un minuto más.

Es cierto que Xavi ha perdido varios partidos de esta temporada haciendo pasar todo el juego por Dembélé, un jugador al que Laporta tampoco quería; y que fue incomprensible que el miércoles contra el Inter recurriera a Busquets y Piqué -otros dos jugadores de los que Laporta también quería deshacerse por su alta retribución y bajo rendimiento- para un partido de vaya y venga para el que ninguno de los dos, como quedó demostrado, está ya capacitado.

Pero a pesar de ello, fue de una llamativa deslealtad que el presidente soltara la misma noche del miércoles a su ejército de hooligans en las redes sociales -comandados por su colaborador Jordi Finestres a través de un grupo de Telegram- para que atacaran al técnico y le culparan de la desgraciada situación en la que está a punto de quedar no sólo el equipo sino el club. Laporta ha empezado ya a sacrificar a Xavi, por debajo y por detrás, sin que note el cuidado, pero dejando el rastro suficiente para que sus acérrimos sepan de qué va y le ayuden en su empeño.

La demolición de Xavi -como persona y como proyecto- será implacable, pero siendo verdad que nunca fue su entrenador, el presidente no puede evadirse la responsabilidad de haberlo contratado, ni a él ni a unos jugadores -y de no haber echado a otros- que tampoco son ajenos al naufragio. Si no media un apoteósico milagro y como es de prever el Barça cae al retrete de la Europa League, la culpa presidencial será tan evidente como su absurda pretensión de traspasarla.

Luis Enrique es el nuevo objetivo de Laporta, que a pesar de sus antiguas reticencias ha decidido seguir una vez más el consejo de su amigo Guardiola, que se negó a volver al Barça cuando al inicio de su segunda etapa presidencial le pidió que por barcelonismo y patriotismo regresara gratis al club; que le pidió a Laporta que mantuviera a su amigo Koeman en el banquillo cuando ya se veía que lo del holandés no iba a ninguna parte, y que no tuvo reparo alguno en venderle a la institución que tanto dice amar mercancías tan defectuosas como el Kun Agüero o Ferran Torres.

Xavi sabe que Laporta nunca ha confiado en él, es perfectamente consciente que los ataques en las redes sociales una vez finalizado el partido del Inter están organizados y dirigidos; pero de lo que aún no se ha dado cuenta es de que el fútbol masturbatorio de posturitas y estratagemas que todo el día idea con su hermano, sólo funciona en sus cabezas.

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