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Crónicas Qataríes

Puntería

Pío García

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En mi época escolar a veces me ponía a jugar de delantero y no rascaba bola. Cuando me llegaba alguna pelota y yo endurecía la pierna para pegarle con toda el alma, el balón salía despedido aleatoriamente, en caprichosas direcciones, como si mi empeine fuese ... un cuerpo lunar y tuviese una geografía accidentada, llena de simas y cráteres. Aquellos balones rara vez acababan en gol, salvo por pura ley de probabilidades, pero solían encontrar insólitos lugares de destino: el huertito de las monjas, la calle de al lado, el poste si estaba muy cerca... Esta falta de puntería acabó confinándome por aclamación popular en el lateral derecho, que era un buen lugar para esconderse hasta que a Guardiola se le ocurrió que los defensas también tenían que saber jugar al fútbol y ya no quedó espacio para nosotros, los descoordinados de la tierra.

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