De sombra de Fernando Alonso a luz de Luis Enrique: el ojo que todo lo ve en la selección

Entró en la Federación justo antes del Mundial de Rusia. Para entonces ya atesoraba una experiencia incalculable que comenzó de la manera más surrealista. Estudió Imagen y Sonido y sus primeras prácticas las realizó en una productora grabando conciertos de Tamara, la del 'No cambié'. También hacía programas de cotilleos y retransmisiones de fútbol y baloncesto para Telemadrid. Ahí comenzó su vínculo profesional con el deporte. En la cadena autonómica pasó después cuatro años siguiendo al Rayo Vallecano. «Era la época de Juande Ramos, cuando jugaron la UEFA. Y luego con Goyo Manzano, cuando coincidieron en el ataque Bolo, Bolic y Baljic».

Es ya 2006 cuando recibe la llamada de La Sexta para hacer el Mundial de Alemania (Qatar será, por tanto, su tercera experiencia de este calibre). Después, nuevo cambio de timón. Pone rumbo a Valencia, donde sigue el día a día, siempre con la cámara al hombro, del Valencia, el Villarreal y el Levante. «Fue otra etapa bonita, sobre todo en un Villarreal con Forlán, Riquelme, Senna, Cazorla… Su vuelta a Madrid coincide con la compra de los derechos de la Fórmula 1 por parte de La Sexta. Ovetense de nacimiento y sentimiento, fan acérrimo de Fernando Alonso, solo él sabe lo que insistió a su jefe para que le incluyera en el dispositivo. A partir de ahí, pasó cinco años siguiendo al campeón asturiano, primero acompañando al micrófono de Nira Juanco y después con Lucía Villalón. Álvaro y Fernando congeniaron pronto gracias a su origen y hoy en día conservan una gran amistad.

Es precisamente un documental que graba sobre la última carrera de Alonso en Ferrari el que llama la atención del Real Madrid, que le contrata para explorar un género aún incipiente. «Mi trabajo consistía en sacar historias con los jugadores. Ahora los vestuarios son más abiertos, pero al principio me costó. Los jugadores te ven como un elemento extraño. Por suerte, caí en gracia a veteranos como Sergio Ramos o Modric. Ellos querían hacer cosas y no les importaba que grabara. Eso hizo todo más sencillo. Cuando ven que Ramos se presta, los demás jugadores también se animan. También coincidió que era una buena época, la de las tres Champions seguidas, y eso lo facilitó todo».

Fueron los internacionales blancos quienes le recomendaron a la Federación para hacer la misma labor en el Mundial de Rusia. Pero la experiencia resultó tan positiva que ambos decidieron unir sus caminos. «Lo mejor de mi trabajo es que yo busco una historia, la propongo al jugador, la grabo y la monto. Yo me lo guiso y yo me lo como. Eso es genial. Y encima con jugadores de la selección española. Quién me iba a decir cuando era pequeño que iba a estar dentro del vestuario de España durante un Mundial».

Álvaro no tiene duda en cuál es la clave de su trabajo: «Cuando lo haces bien es cuando no se te ve. Si el jugador actúa de forma natural aunque le estés grabando. Hay que ser lo menos invasivo posible y pasar desapercibido. No llamar jamás la atención».

Carbayón hasta la médula, anda estos días preocupado porque la final del Mundial coincide con el derbi asturiano ante el Sporting. Aún no sabe qué va a hacer. Su otra pasión es su hija de cinco meses. «Estar sin ella y sin mi mujer es lo que peor llevo», asegura. En su maleta, aparte de tarjetas de memoria, cables y objetivos, lo que no puede faltar es el Espidifen.