ESBOZOS Y RASGUÑOS
Cambios y cambios
«Se suele ser muy injusto con los entrenadores por las sustituciones que hacen (y que no hacen)»
El Barça, campeón en una final de locos
Cada partido contra el Barça parece un examen sorpresa para el Real Madrid. El equipo de Ancelotti se queda bloqueado en un primer momento con sus jugadores mirándose entre ellos entre la sorpresa, el desconcierto y la conmoción. Carece de respuestas para lo que propone ... el conjunto blaugrana y se ve obligado a cambiar su plan inicial sobre la marcha. Cada ocasión da la impresión de ser la primera vez que se enfrentan a los de Flick y que todo lo que hacen les aturde y les deja fuera de combate. El Barça, otra vez más, parecía que iba a arrasar sin despeinarse demasiado. Pero luego, de repente, todo cambió. Tal vez demasiadas veces.
Y es que la final en la Cartuja dejó clara una cosa: la moneda al aire que es el cambio de un futbolista. Se suele ser muy injusto con los entrenadores por las sustituciones que hacen (y que no hacen) cuando luego todo es de lo más imprevisible. Hay cambios y cambios. Y para muestra, un botón: anoche se vieron las dos caras de esa misma moneda.
Arda Güler salió al campo y, junto a Modric y Mbappé, cambió el ánimo y la presencia al Real Madrid cuando peor pintaba todo para los blancos tras una primera parte esperpéntica. Puso tranquilidad y orden, ofreciendo soluciones llenas de sentido común en cada balón que tocaba. El turco tiene en la zurda una bolsa de palos de golf y sabe cómo dar a la pelota en todo momento, siempre con el efecto adecuado, siempre con la intención precisa. El Real Madrid lleva todo el año suspirando por un jugador de este perfil, con esa inteligencia y esa técnica, porque no ha ido sobrado ni de lo uno ni de lo otro en el once tipo durante esta temporada. Modric también entró al partido muy bien, demostrando que con 57 años seguiría siendo todavía una opción más segura que Dani Ceballos, quien una vez más decepcionó cuando más le necesitaba su equipo. Le falta consistencia y criterio. Ocho campañas después de su llegada y todavía sigue pareciendo más un proyecto que una realidad.
La cruz de la moneda para los de Ancelotti, en cambio, salió con Brahim y Endrick. Ni uno ni otro se enteraron de nada. No tomaron ni media decisión sensata entre los dos, demostrando una escasísima inteligencia futbolística. Estuvieron fríos y espesos. La juventud (especialmente en el caso de Endrick) tampoco les exime de la responsabilidad de cumplir con unos mínimos en una final. Brahim quedó muy señalado en el gol de Koundé por su falta de tensión, de anticipación y de físico. Puede que el pase de Modric no fuera el más seguro, pero de ninguna manera te pueden ganar la partida de esa forma, sin poner la mínima oposición.
El Madrid cayó y dijo adiós a la única opción de título que le quedaba esta temporada salvo milagro en LaLiga. Aunque al menos sí mostró un poco de ese espíritu que no se había visto apenas en todo el año. Volvió a ser reconocible, supo recuperarse cuando estaba en la lona y salió con una noticia esperanzadora en medio de una temporada ciertamente tristona: la certeza de que hay futbolista en Arda Güler.
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