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Jagoba Arrasate: «Igual los futbolistas a los que no les gusta el fútbol son los mejores»
Docente de Primaria antes que entrenador de élite, el actual técnico de Osasuna lamenta la deriva social hacia su viejo gremio
Este sábado en el estadio de la Cartuja, el equipo navarro juega ante el Real Madrid la segunda final de Copa del Rey de su historia
La curiosa designación del árbitro de la final
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Iniciar sesiónA sus 45 recién cumplidos, la mirada de Jagoba Arrasate (Berriatúa, 22 de abril de 1978) transmite bonhomía y felicidad. La vida solo le da buenas noticias y él es un tipo agradecido. Líder de uno de los mejores Osasuna en 104 años de ... vida, que este sábado juega ante el Madrid la segunda final de Copa de su historia
—¿Qué recuerda de su infancia?
—Felicidad. Vivía en un caserío, con mis ocho primos, y estábamos todo el día jugando. Lo pasábamos muy bien. Arriba era zona de vivienda y abajo teníamos ganado. Un recuerdo muy bonito.
—¿A qué se dedicaban sus padres?
—Mi madre era peluquera unas horas y la mayor parte del tiempo ama de casa. Mi padre, con 14 años, se fue al mar a buscarse la vida y con 20 empezó en una fábrica. Fueron unos padres naturales, de pueblo, de dar valor a las cosas y muy currantes. Me ayudaron mucho en los estudios y también se volcaron con el fútbol. Desde los 7 años ya jugaba en la playa de Deva y por las tardes en la escuela de Motriku, de donde era mi padre. Se desvivieron por mí.
—¿Fue buen estudiante?
—Sí, sacaba buenas notas hasta que en Bachiller ya compaginaba los estudios con las categorías inferiores de la Real, y me costaba más, pero lo saqué adelante. Luego hice magisterio. Siempre quise ser profesor, Era vocacional. Entiendo la pedagogía como una forma de vida. Algunas de las hermanas de mi madre eran profesoras, y siempre me ha gustado enseñar y aportar a la gente. Fui tutor de Primaria en diferentes cursos, e incluso cuando entrenaba al Juvenil de la Real o en Tercera también seguía de maestro a media jornada. Hasta que empecé en el 'staff' de Montanier en 2011 y ahí lo tuve que dejar.
—¿Los niños son mas moldeables que los jugadores?
—Hay elementos comunes. Tienes que sacar el máximo rendimiento del alumno y del jugador, empatizar, ayudarles. Quizás la diferencia es que en la escuela hay momentos que los niños van obligados y el fútbol es una pasión.
—Usted mejor que nadie ha vivido la evolución del concepto de autoridad en la enseñanza ¿Cómo lo ve?
—Cuando yo era alumno el profesor era la autoridad, pero no solo eso. Si el profesor te echaba una bronca o hacía algo mal, él te pedía cuentas y luego tus padres te pedían también explicaciones. Era reprimenda doble, primero el profesor y luegos los padres. Eso ya había cambiado cuando empecé a ejercer. Tampoco creo que la autoridad absoluta sea buena. Creo más en la labor del entendimiento y el diálogo, pero hemos pasado de un extremo a otro. Ahora no es que no tengan autoridad los profesores, es que se sienten indefensos. Tengo amigos profesores y me cuentan que ahora los padres son los que le piden cuentan a ellos, y no a sus hijos. Que si mi hijo no ha sido, mi hijo no es así, mi hijo no hace esto… Me da pena. El profesor es una persona cualificada, con estudios, experiencia y vocación, y si ponemos en duda esto hacemos un flaco favor a los hijos. Al final no hay autocrítica de los padres y los hijos, hagan lo que hagan, se sienten siempre respaldados. No debe ser así.
—¿Cómo es el Jagoba padre?
—Tengo tres hijos, de 3, 7 y 11 años, y tengo la suerte de llevarlos a los tres al colegio, que significa mucho. Y luego a la tarde, cuando salen del colegio, siempre estoy un cuarto de hora con ellos, me voy a Tajonar a trabajar y cenamos juntos en casa. La pena es que a veces el tiempo que pasas con ellos no es de calidad, porque estás pensando en el partido del fin de semana, te llama un miembro del cuerpo técnico... Los críos con poco se conforman, con un abrazo y jugar un poco les vale, pero me gustaría tener más tiempo de calidad con ellos. Eso pasa cuando estás en el sofá con tu mujer al final del día, pero ellos ya están en la cama.
—¿Cuántos son en su cuadrilla?
—Somos once. La cuadrilla es un núcleo muy potente. Podemos estar tiempo sin vernos, pero esa conexión siempre existe. Siempre sientes cercanía. Es como vivir en un pueblo pequeño como era el mío, Berriatúa, de 100 habitantes. Allí no tenías que quedar para salir. Ibas al bar del pueblo a las tres de la tarde y sabías que te ibas a encontrar con amigos que podían ser cinco años mayor o menor que tú. Daba igual. El pueblo pequeño tiene esa riqueza.
—¿Frustra no pasar de ser un futbolista de Segunda B?
—No. Estoy encantado de haber jugado en Segunda B y Tercera. Asumí mi nivel con naturalidad y cuando lo hice le di más importancia al conocimiento del juego, a ser listo,' tramposillo', y ahí me enamoré del juego en sí.
Uso del Mediacoach
«Tuve que eliminarla. Estaba obsesionado. Lo utilizaba en la cama a las dos de la mañana»
—¿Alguna vez un futbolista le ha faltado el respeto por no haber sido jugador de élite?
—No. Si convences al jugador desde el conocimiento, la metodología y los planteamientos, al final el futbolista te respeta. Otra cosa es que un jugador que haya sido Dios, a la hora de entrenar le toque hacerlo a algún futbolista de su plantilla que le diga esto o lo otro. Eso quizás pase más a menudo que lo que me pregunta.
—¿Cómo es una bronca de Arrasate?
—Intento ser tranquilo, porque cuanto más tranquilo estás mejor ver las cosas. Es verdad que a veces me enfado, grito y chillo, pero siempre pensando que es lo mejor para el jugador o el equipo. Además, a los cinco minutos le pido perdón o le doy un abrazo. Cuando yo chillo es porque hacía falta hacerlo, pero quien me conoce sabe que yo le doy más importancia a lo personal que a lo profesional. Yo prefiero que me digan que soy buena persona a buen entrenador. Hay gente que por querer crecer en lo profesional se crea un personaje artificial. Yo creo más en la naturalidad y que cada uno llegue donde pueda llegar.
—¿Por qué no tiene redes sociales?
—Nunca he tenido cuenta en Facebook, Instagram o Twitter. Me gusta estar al tanto de todo, pero no tengo inquietud por mostrar lo que hago o interactuar con las personas por redes. Me gusta más el cara a cara, estar con la gente. Las redes sociales te alejan al que está cerca y te acercan al que está lejos. No sé si esto es sano del todo.
—¿La aplicación de 'Mediacoach' se la quitó usted o el médico?
—(Risas) Me lo he recomendado yo mismo. Es que estás en la cama, a la una o dos de la mañana, no puedes dormir, tu mujer sí está dormida, te obsesionas con algo y te pones a mirarla. Por ejemplo, si me tocaba jugar contra el Betis te pones a mirar cosas del Betis. Sin fin. Era contraproducente. A casa no hay que llevar el 'mediacoach'. Es una herramienta muy útil, pero estaba obsesionado. Ahora ya apago el móvil y mi mujer está más contenta. De todos modos nuestras noches en casa son bastante caóticas. Hay mucho tráfico con tres niños. Entran y salen de la habitación, o se meten en la cama con nosotros, o vamos alguno de nosotros a sus habitaciones. Siempre nos acostamos de una manera, pero no nos levantamos igual. También es verdad que no hay nada mejor que un abrazo o un beso de tu hijo a las tres de la mañana, aunque sea entre semana. Es la mejor terapia. Llegará una época en que nosotros queramos y ellos no quieran, y no sé si estamos preparado para eso.
—Usted obsesionado con el 'Mediacoach' y futbolistas que no ven ni un solo minuto de fútbol ¿Lo entiende?
—Hay que respetarlos. Hay jugadores que me demandan mucho antes de un partido y otros que si le dices más de tres cosas no van a rendir. Tienes que conocer a los 25 jugadores. Hay muchadiversidad. A mí no me parece un hándicap que a un futbolista no le guste el fútbol. Le digo más. Igual los jugadores a los que menos le gusta el fútbol son los mejores o lo que más talento tienen.
—¿Qué es el fútbol del norte?
—Es lo que he vivido. Yo de pequeño iba con mi padre a Atocha, Ipurúa, Motriku... Es el fútbol de no especular, de ir a por el rival, de si saco un córner lo celebro como un gol, de ir de frente siempre, y con las características y la personalidad del País Vasco. He mamado eso y es lo que me gusta aplicar.
Ajeno a las redes sociales
«Nunca he tenido. Te aleja del que está cerca y te acerca del que está lejos. No sé si esto es sano»
—¿Le dejó relleno su paso por la Real Sociedad?
—Me quedé con la conciencia tranquila por haber dado todo lo que tenía, pero satisfecho no. El primer año fue bueno, pero el inicio del segundo no. Mi padre es de Motriku, yo siempre he sido de la Real y era un sueño entrenarlo. Fue una experiencia positiva, de llenar la mochila, aunque me hubiera gustado que el segundo año no hubiera sido cómo fue.
—Con el Numancia se quedó a las puertas de ascenso.
—Hicimos una gran temporada. Nos metimos sextos en última jornada, pasamos una eliminatoria muy competida contra el Zaragoza, en la Romareda y luego el Valladolid nos ganó claramente. Nada que lamentarse o reprochar, todo lo contrario.
—Ahora que está en la cima con Osasuna, ¿cómo ve aquella racha de trece partidos sin ganar, en la 20-21, que en cualquier otro sitio le hubiera costado el puesto?
—Fue el peor y el mejor momento a la vez. Apoyo total de Braulio y de la presidencia. Cuando en un club estás trece partidos sin ganar lo normal es que te echen, pero en mi caso no fue así y luego todo ha ido a mejor.
—¿Es Ancelotti solo un buen gestor?
—Me da la risa esta reflexión. El que dice eso no sabe nada de fútbol. Es un gran gestor y un gran entrenador. Es injusto decir lo primero y obviar lo segundo.
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—¿Qué final de Copa se imagina?
—Lo que no nos puede faltar es el compromiso colectivo. Y necesitaremos bastante más. La dos últimas visitas al Bernabéu sacamos dos empates con dos planteamientos distintos, pero esto es una final, y el Madrid es el equipo más fiable del mundo en las finales. Osasuna no sabemos, porque no juega finales. El objetivo es poner el listón alto. Si luego el Madrid supera ese listón, pues felicidades. Pero no queremos hacernos pequeños por ser una final. Tenemos que demostrar lo que somos.
—¿Le da miedo que sus jugadores disputen la final con miedo?
—Lo hemos hablado bastante, pero una cosa es decirlo y otra la realidad. La Cartuja llena, el Madrid delante... Vamos a poner todos los medios para que eso no suceda. Que se vea el mejor Osasuna, el que ha logrado clasificaciones mágicas en Copa, y luego ya veremos.
—¿Es una ventaja que el Madrid juegue el martes contra el City?
—A lo mejor salen a finiquitar la final antes del descanso y luego hacen cambios. No se sabe. Lo que sí sé es que ellos quieren ganar la final. Que de reojo miren al City, puede ser, pero el Madrid ha demostrado de sobra que puede hacer dos cosas a la vez.
—Usted es muy crítico con el VAR. ¿Hace falta una sentada?
—A veces piensas que el VAR es injusto con tu equipo, pero realmente todos tiene argumentos para quejarse. Hay que hacer una profunda reflexión este verano. Los árbitros son los grandes perjudicados. Llega un momento que no saben qué manos pitan. Se deben unificar criterios. Y luego está el tema de las expulsiones. Que un equipo se quede con diez tan fácil no puede ser. Creo que el problema es de concepto, no de nivel. Si a mi no me pitan una mano, pero a la siguiente semana sí la pitan, me siento perjudicado. Y es difícil de digerir.
—¿Mancha el caso Negreira al fútbol español?
—Ojalá se aclare todo porque sin duda es una mancha para el Barcelona y para el fútbol español.
—¿Se puede comprar a un jugador o a un entrenador?
—No.
—Entonces, ¿se puede comprar a un árbitro?
Es imposible que se pueda comprar un árbitro. Lo tengo clarísimo. Se saca más rédito jugando bien al fútbol, pero si te soy sincero este asunto del caso Negreira es un tema que me cansa.
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