La discusión sobre las porteras: el puesto más débil del fútbol femenino

Nadine Angerer, portera de Alemania en los mundiales de 2003 y 2007, constata que se ha aumentado el número de paradas: un 65 % en 2015, un 70 % en 2019 y un 79 % en este 2023. No solo son números, asegura, también ha evolucionado la forma en la que las porteras se desenvuelven: «Están mucho más conectadas con la línea defensiva, salen a golpear con los pies y a atrapar los centros. Están saliendo más valientes. Y la técnica en sí también es mejor».

Aunque Musovic recuerda que no era su primera opción, que se puso los guantes porque un día la titular estaba enferma, hace tiempo que ser portera dejó de ser el lugar que nadie quería. Las mujeres eligen esta posición por convicción y referentes. Se ha dado un estirón en la forma física que ayuda a neutralizar, de alguna manera, la barrera de estatura que no se puede cambiar. Aunque ahí está el 1'80 de la sueca o el 1'90 de la filipina Kaiya Jota.

Para Earps tampoco la altura lo dice todo, pues ha firmado 38 paradas hasta el partido de ayer de todos los colores. En parte, dice, se debe a la flexibilidad que ganó cuando era niña: «Hice ballet, tap, baile moderno y acrobacias. Solía practicar espagats y aún puedo acercarme bastante. Me ayuda a ponerme en esas posiciones incómodas».

Expertos en la materia como Carlos Aguiar y Carlos Expósito admiten que hay diferencias físicas entre hombres y mujeres –«hay limitaciones de fuerza, pero hasta eso está progresando», dice Aguiar–, pero no en la técnica. De ahí que, si hay muchos goles por lanzamientos altos no solo es cuestión de estatura, que también: según un estudio de 'The Telegraph', la media de las porteras es un 15 % más baja que la media de los porteros. «Se trata principalmente de movimiento, potencia y velocidad», señala en dicho estudio Andy Elleray, entrenador de porteros. «La agilidad y la movilidad de pies es algo primordial», dice la exportera de Inglaterra Rachel Brown-Finnis.

«Casi todos esos goles por alto son errores de las porteras, ya sean tácticos o técnicos, porque no se las forma. Hay porteras que cometen el mismo error tras varias temporadas. ¿Cómo vas a parar un balón alto si estás mal colocada o si no sabes desplazarte, lanzarte o saltar? Creo que se les culpa a las porteras para evitar asumir la responsabilidad de cómo son formadas», sentencia Expósito, preparador de porteros y director de la academia Paso Cruzado.

Incide Expósito en esa carencia de los entrenadores de porteros. Aunque otras voces subrayan que sí hay una mejora. Además de por estadísticas, por físico y espectáculo, asegura otra exguardameta, hay un aumento en los conocimientos y dedicación para este singular puesto. «Ahora se comprende que si tienes un buen portero, todo es posible: tu portero puede mantenerte en el partido. Hay una mayor inversión en el puesto, programas de educación para entrenadores de porteros. Incluso la FIFA tiene un análisis de porteros centrado en la Copa del Mundo», comentó en Fox, Karina LeBlanc, cinco Mundiales con Canadá.

Ha ayudado en ese avance que los equipos puedan analizar los datos de las porterías, propias y ajenas, y enfocan el trabajo en función de esas estadísticas y pueden individualizar cada ejercicio. «Cada país sabe exactamente cuántas veces su delanteras han disparado hacia la derecha y hacia la izquierda. Y también las rivales», prosigue LeBlanc. En la tanda de penaltis del Suecia-Estados Unidos, Naeher portaba una chuleta en la botella; acertó a parar los lanzamientos de Lina Hurtig y Rebeka Blomqvist.

Es de esta opinión Aguiar, entrenador y expreparador de porteros con Radomir Antic. «En el fútbol masculino en España, hasta el año 93 o 94, el concepto de entrenador de porteros no era una figura extendida en los cuerpos técnicos. Se quedaban los entrenadores y hacían lo que entendían: lanzamientos de todo tipo. Pero los exporteros vieron aquí una profesión con futuro y una pieza que no había. Empezaron a realizar ejercicios específicos, enfocados a las funciones que puede tener dentro de un partido, que no tiene nada que ver con un jugador de campo, y la evolución fue total».

No la comparte Expósito, hasta abril seleccionador de porteros de Omán sub-20, quien considera que no solo no hay esa evolución sino que «no hay ningún ejercicio que enseñe técnica». «En el entrenamiento se trata de hacer el ejercicio más espectacular. Es como si el mundo de la portería se estuviese volviendo un circo, donde todo está centrado en el material y en la práctica, pero la práctica no mejora la técnica, sino al revés. No se busca su mejora, sino su fin, parar el balón como sea y así es imposible evolucionar».

Explica su razonamiento en que todavía la formación de entrenadores de porteros está muy lejos de lo que debería: «No se está preparado, ni formado y no se está evolucionando para transmitir conocimientos a los porteros. Debemos enseñar al portero a entender el juego y eso no se hace con ejercicios. Para evolucionar, hay que estudiar muchísimas materias: física, matemáticas, geometría, anatomía y, luego, aplicarlo al portero y sus necesidades. Si preguntas a los porteros al terminar los entrenamientos si han aprendido o si están pensando, te dicen que no. El objetivo principal debe ser que los porteros piensen: cómo deben hacer para blocar, para impulsarse, para colocarse. Sin eso, no puede haber evolución. Se ve en los partidos, encajan goles similares constantemente».

Hay más inversión en esta posición y los clubes femeninos adquirieron esta figura en los cuerpos técnicos desde el principio. Sin embargo, Aguiar apunta que la base de la formación de la mayoría de los preparadores se basa en la inquietud personal. Aunque hay módulos de portería femenina en algunos cursos de entrenadores de la UEFA, no hay una materia específica en el que se imparte en España, por ejemplo.

Donde se ponen de acuerdo es en la carga mental que conlleva ser portera, y las capacidades que deben tener las que visten una camiseta que incluso es diferente a la de sus compañeras. «Es otro deporte. Estás solo. Puede tener una actuación brillante durante 90 minutos y fastidiarla en el último segundo. Se busca que, ante el fallo, la soledad y la presión, sea una persona dura, que no tenga miedo al error, que en fútbol es un gol, y puede ser una derrota. Se tiene que sacudir ese error como si fuera una mosca», esgrime Aguiar. «La portera es cabeza y corazón. La cabeza, y no la tiene cualquiera, porque debe tener muy claro lo que debe hacer, y corazón porque debe ser dura. Es un puesto que tiene muchísima presión, efecto y visibilidad. Está para contrarrestar lo que se busca en el fútbol, que es meter goles, y toda la responsabilidad recae en ella», añade Expósito.

Los entrenamientos de la selección constatan esta diferencia de trato en las rutinas y en la situación del campo. Cata Coll, Misa y Enith Salón se apoyan unas a las otras, y con las demás, pero se preparan aparte. Cada mañana, hay ejercicios de coordinación, velocidad de reflejos y lanzamientos por arriba, por el medio y por abajo. La intensidad con la que practica Coll, por ejemplo, sustituta de Misa tras la fase de grupos, hace que sus compañeras vean la portería mucho más pequeña; un plus para dar confianza en los partidos. Firme, de cabeza y pies, se ha mostrado en sus dos primeros partidos con la selección, octavos y cuartos de un Mundial (23 paradas ante Suiza; 10 ante Países Bajos, mucho juego de pie). «Está muy segura de sí misma y lo transmite. Que siga haciendo lo que cree porque nosotras confiamos plenamente», describía Codina.

Desde la Federación aseguran que el crecimiento de candidatas ha crecido mucho, en número y en calidad. Las que están tienen el perfil perfecto, físico, técnico y mental, para consolidarse en este puesto y con relevos. «Ahora falta que los preparadores estemos a la altura de la importante tarea que tiene una portera. Un partido perfecto suyo significa un empate, por lo tanto, es la única jugadora en el campo que puede asegurar puntos. Esto se olvida constantemente». Las porteras no.