Fútbol
De la Fuente construye una España maciza
Clasificación Eurocopa 2024
El seleccionador supera con nota la concentración marcada por el caso Rubiales y sale a flote gracias al apoyo incondicional de sus jugadores
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Los jugadores de la selección, durante el partido ante Chipre
En los nueve meses que Luis de la Fuente lleva en el cargo se ha hecho poco énfasis en la estrecha relación que mantiene el actual seleccionador con muchos de los jugadores que hoy conforman el equipo nacional. A un buen número de ellos ... los ha guiado y formado en las categorías inferiores, los conoce desde que eran apenas unos adolescentes, y junto a ellos ha vivido sus primeras grandes alegrías y decepciones en el mundo del fútbol. Cualquier Internacional admitirá como uno de los momentos más felices de sus inicios el ser llamado por primera vez para la selección, el pasar de un club a sentirse una de las mejores promesas del país en su edad. Y ahí estaba siempre De la Fuente, un entrenador con escaso o nulo bagaje en la élite, pero con toneladas de experiencia y conocimiento de lo que es un futbolista, de sus motivaciones, intereses o problemas.
Cuando el técnico de Haro recibió el lunes de la semana pasada a los jugadores en la residencia de Las Rozas, estos supieron de inmediato que estaba tocado. Sus efusivos aplausos a Luis Rubiales durante la Asamblea le habían pasado una factura enorme, culminada en una durísima rueda de prensa al dar la convocatoria en la que se hartó a pedir perdón.
Su sentimiento de tristeza fue inmediatamente percibido por los jugadores. A ellos también les tocó enfrentarse al asunto. Primero, a través del comunicado leído por Morata. Luego, en todas y cada una de las entrevistas personalizadas que concedieron algunos de ellos en las dos jornadas siguientes. De aquellas atenciones a los medios salió señalado también Carvajal, poco claro en sus criticas al expresidente y remitiéndose a la Justicia para evitar dar su apoyo explícito a Jenni Hermoso.
Entre medias de todo aquello estaba el ambiente enrarecido que se respiraba en la sede de la Federación, con las oficinas plagadas de intrigas palaciegas, desconfianzas y señalamientos. Todo juntaba hacia que no fuera ni el momento ni el lugar ideal para preparar dos partidos cruciales, con la clasificación para la Eurocopa 2024 en el aire. Pero la selección supo hacer de la necesidad, virtud.
Todos juntos, cuerpo técnico y jugadores, se conjuraron para construir una burbuja maciza que los aislara del ruido y los permitiese centrarse en el fútbol. Más allá, los internacionales tenían claro también que debían redoblar su compromiso para reforzar a De la Fuente. Ya lo hicieron en junio, en la Nations League, cuando empezaron a escucharse en la lejanía tambores de cese si la selección no era capaz de superar a Italia en las semifinales.
Entonces, el técnico ya era carne de cañón después de solo dos partidos por culpa del fiasco de marzo ante Escocia en Hampden Park. Ese día De la Fuente revolucionó el once, con ocho cambios respecto al día de su debut ante Noruega. «De todo se aprende, el fútbol es como la vida. En Glasgow no es que cometiera un error, es que tomé una decisión que luego se consideró un error», proclamó ayer. Ni en junio, ni ahora en septiembre, ha vuelto a hacer una cosa semejante.
España acabó ganando aquella Nations y De la Fuente pareció conquistar el crédito necesario para ocupar el banquillo de España. Pero los aplausos volvieron a ponerlo en el disparadero. De nuevo los jugadores han unido fuerzas para sacarlo a flote.
La selección es un grupo muy heterogéneo. Hay veteranos ya con hijos y algunos jóvenes muy jóvenes. Las preocupaciones de unos y otros son muy distintas. También el modo de afrontarlas. De la Fuente ejerce entre todos ellos un papel de conector. Encontró rápido el apoyo de los que llevan más tiempo por su carácter conciliador y amable. Y con los veinteañeros lo tuvo aún más fácil, porque a muchos los ha hecho ya campeones y desde el principio le siguen a pies juntillas.
Ni Georgia ni Chipre son potencias futbolísticas como para calibrar el estado real de la selección. Pero la dos goleadas son sintomáticas. Hay hambre por demostrar, por defender una idea. Así lo reflejaba también la cara del seleccionador en la sala de prensa del Nuevo Los Cármenes. Nada que ver con la que exhibía diez días antes. «Estoy feliz porque tengo motivos», dijo con la voz ronca y agradecida. «Vemos al equipo convencido de lo que planteamos y hablamos, de la idea que hemos intentado imponer en el grupo. Estos futbolistas son gente maravillosa».
De la Fuente, con la sensación de haber salvado la cabeza ya por dos ocasiones, no podrá respirar tranquilo del todo hasta conocer de primera mano la opinión del que sea nuevo presidente de la Federación. Es difícil que, pase lo que pase, su puesto vuelva a correr peligro antes de la Eurocopa. Pero en función de lo que ocurra en Alemania, y de las preferencias de su nuevo jefe, su futuro se moverá en una u otra dirección.
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