LOS CROMOS DE NIETO / HISTORIAS DE EUROCOPA
Lev Yashin, la Araña Negra
El meta de la extinta URSS enseñó a los porteros del futuro trucos que hoy, en pleno siglo XXI, parecen modernos
El niño del Prater
Madrid
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Iniciar sesiónLa Araña Negra fue, en aquellos tiempos de dictadura del proletariado y otros ismos, un prodigio que saltaba los cánones de una sociedad colectivizada y embrutecida.
Sus reflejos no pudieron parar el cabezazo de Marcelino cuatro años después, pero un borrón no malogra ... al buen escribano -o algo así-, y tirando de la moviola que dejan las redes y los más viejos, en Lev Yashin, moscovita y bello, se ve que inventó ese concepto de la felicidad entre los tres palos. Dejó un rosario de palomitas, de despejes de puño y de demás trucos sin conejo en el acervo de los porteros; de allí a la eternidad.
En su caso, al blanco y al negro que nos queda, él le añadía ese Technicolor ante balones que eran teóricamente esféricos. Viene Yashin a la estampa por ser innovador, una figura en tiempos en que, entre la estepa y el permafrost, se era atleta, o se era fábrica comunal, o se era campesino subyugado por hoces y martillos.
Lev Yashin, casi dos metros, había principiado como guardameta en el hockey hielo, deporte en que, en los fríos, los stickazos duelen dos generaciones. Después del hockey, el fútbol y la Araña, ventana al mundo de los soviéticos, deslumbraron en una Francia en la que en 1960 aún había maderas calcinándose.
Yashin fue clave en la final de la Eurocopa de ese año. Y allí, ya en la final contra Yugoslavia, le coló en propia el 'compañero' Ígor Netto un tanto de esos de desdichados rebotes. Kostic, antes, ya se había encargado de incordiar a la Araña con nulo resultado.
MÁS cromos
Fue una Eurocopa abriéndose al a la historia, pero aquella final del Parque de los Príncipes de París tendría un final de empate y una prórroga embarullada en la que los más parias de la tierra marcaron por mediación de Metreveli y de Ponedelnik. La Araña estuvo ahí.
Murió de larga enfermedad muchos años después: colocando, sin querer, a los porteros en el siglo XXI y en las consolas. Llegó, vio y venció. La Unión Soviética, hasta que los exprimía, se tomaba muy en serio a sus figuras.
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