La decadencia de Mourinho, cada vez más lejos de ser 'The Special One'

Fue entonces, concretamente en el mes de marzo de ese año, cuando pronunció una de sus frases más célebres: «Si el Real Madrid me echa, nunca entrenaré al Málaga», una despectiva indirecta hacia Manuel Pellegrini, su predecesor en el banquillo del Real Madrid que entrenaba, precisamente, al conjunto andaluz.

Estas polémicas palabras han cobrado fuerza estos días tras conocerse que entrenará al Fenerbahçe turco, y más de uno lo ha recordado en las redes sociales. Por vez primera desde hace dos décadas, Mourinho entrenará a un equipo que no pertenece a ninguna de las consideradas cinco grandes ligas del continente (Inglaterra, España, Italia, Alemania y Francia).

El técnico luso ha contemplado como su estrella declinaba temporada tras temporada. Acostumbrado a pisar todos los charcos habidos y por haber, muchos se la tenían guardada y las puertas de los grandes clubes se le han ido cerrando en los últimos años. Desde que abandonó el Real Madrid al finalizar la temporada 2012-13, su trayectoria ha sufrido un lento declive, ganando seis títulos en estos once años.

Su primera parada fuera del Santiago Bernabéu fue el Chelsea de Abramovich, donde firmó un buen papel pero quedó lejos del gran objetivo de conquistar su tercera Champions League. A pesar de todo, en las casi tres temporadas de su segunda época en Stamford Bridge consiguió ganar una Premier League y una Copa de la Liga.

Tras ser despedido del Chelsea, recaló en un gigante en horas bajas, el Manchester United, de donde también fue destituido antes de finalizar su tercer año de contrato. En este periodo logró ilusionar moderadamente a la afición de Old Trafford al alzar una Europa League, una Copa de la Liga y una Community Shield. Sin embargo, estos tres títulos fueron considerados insuficientes por los directivos del United, principalmente por la ingente cantidad de dinero gastada en fichajes. Una derrota ante el eterno rival, el Liverpool le dio la puntilla al técnico portugués.

Su siguiente parada fue Londres, aunque en esta ocasión en vez del Chelsea su destino sería el Tottenham Hotspur, primer club donde sería incapaz de levantar un título desde que llegó al Oporto. En esta ocasión traicionó su palabra, ya que en 2015 aseguró que nunca entrenaría al Tottenham porque quería demasiado «a los hinchas del Chelsea».

Tras temporada y media, sin apenas opciones de clasificarse para la Champions League, 'The Special One' volvía a ser despedido de un club de fútbol, algo que recordó años más tarde como «ridículo» ya que se trataba de «un club que tenía una sala de trofeos vacía» que le estaba despidiendo «dos días antes de una final. Eso fue... ¡vamos! El Tottenham nunca ha ganado en 50 años. No recuerdo cuándo fue la última vez», sentenció ante los micrófonos del podcast de Obi Mikel.

Tras su accidentado paso por el Tottenham, Mourinho volvió a hacer las maletas para cambiar de liga. En esta ocasión la elegida fue la Serie A italiana, donde se puso al frente de la Roma. Su primer año se puede considerar todo un éxito, ya que llevó a los 'giallorossi' a ganar la Conference League, convirtiéndose en el primer entrenador en ganar todos los títulos europeos a nivel de clubes. En su segunda temporada, llevó al equipo a otra final europea, aunque en esta ocasión la moneda cayó del lado hispalense, que se alzó con el trofeo con Mendilibar en el banquillo. El idilio entre Mou y la Roma se acabó extinguiendo a principios del actual año, siendo destituido tras una mala racha de resultados.

Con un cartel cada vez menos llamativo entre los grandes equipos de las principales ligas europeas, el técnico luso se tomó con calma su siguiente destino, algo que ha sido desvelado en los últimos días al anunciarse su fichaje por el Fenerbahçe turco, un clásico del fútbol de ese país pero con una competición doméstica sensiblemente más floja que las del 'big five'. Si logra algún éxito europeo, sería un excelente trampolín para recuperar un estatus que ha ido apagándose con el tiempo. Si no lo logra, podría convertirse en el principio del fin de su carrera.