Fútbol
Gennaro Gattuso: el técnico y sus gruñidos
El nuevo entrenador del Valencia estalla contra quienes le acusan otra vez de racista, homófobo y machista
Ángel Gómez Fuentes
Gennaro Gattuso (Corigliano Calabro, 1978) está sufriendo una feroz campaña de descrédito desde que se conoció que será el tercer entrenador italiano en la historia del Valencia, después de Claudio Ranieri y Cesare Prandelli . En realidad, el fango no llega a ... Italia, donde Gattuso, por su pasado personal y deportivo, es visto con cierta simpatía, y ahora cuenta con una carrera discreta como entrenador, entre otros, del Milan y Nápoles, con el que ganó una Copa de Italia.
Gattuso ha sido acusado de xenófobo, racista, machista y sexista desde Valencia. Una campaña que ya vivió en Inglaterra, cuando se anunció que entrenaría al Tottenham. Y Rino Gattuso ha respondido en la 'Gazzetta dello Sport': «Mi historia habla por mí. ¿Racista yo? Entonces, ¿por qué cuando estaba en el Nápoles fiché a Bakayoko ? Nunca tuve nada contra los jugadores de color, muchos de los cuales han sido compañeros de equipo y amigos, Una cuarta parte de mi familia está repartida por el mundo, todos fueron a buscar esa fortuna que Calabria no les había concedido. ¿Cómo diablos podría ser racista? Me he construido yo solo mi carrera con fatiga, compromiso y sudor. Nadie me ha regalado nada. Y no permitiré más que alguien, con acusaciones terribles, obstaculice mi trabajo».
Gattuso, en una entrevista a Walter Veltroni en el 'Corriere della Sera', exalcalde de Roma y exvicepresidente del Gobierno, afirma con tristeza: «Soy muy diferente de cómo me han descrito. Se toman declaraciones de diferentes años, se aíslan del contexto y se arman procesos con el objetivo de deslegitimar a una persona, a una vida. Cuando escucho que soy racista, siento que me estoy volviendo loco. Nadie, nunca, puede ser juzgado por el color de su piel, he entrenado a decenas de jugadores que tienen una piel diferente a la mía, tres trabajan en mi restaurante, Para mí no importa el color de la piel, cuenta la persona, su honestidad, su lealtad».
Otra frase que se le arroja a la cara es la de que veía «extraño el matrimonio homosexual», que expresó cuando era jugador de los Rangers de Glasgow, en 1997, con 19 años. «Pero luego añadí que para mí cada uno es libre de hacer lo que le plazca. Y eso es lo que pienso. Cualquier libertad, incluida la del comportamiento sexual, es bienvenida, es una señal de progreso», matiza ahora.
Otra acusación que se vuelve contra Gattuso es el juicio que emitió sobre la capacidad de las mujeres para gestionar el fútbol cuando Bárbara Berlusconi , hija del ex primer ministro italiano, entró en el Milan. Hoy retrocede: «En todos los campos, las mujeres hacen lo mismo y mejor que los hombres. Lo están demostrando en los gobiernos, en las empresas, en todos los sectores. Cuantas más responsabilidades tengan las mujeres, mejor será. Una cosa puede explicar mi estado de ánimo aquel día: considero a Galliani como la mejor persona que he conocido en el fútbol. Cuando me di cuenta de que acababa su etapa en el Milán, sufrí mucho».
Desde el valencianismo contrario a Peter Lim , el empresario de Singapur propietario del club, hasta se ha señalado como inconveniente para la llegada de Gattuso que está enfermo. «Tengo, como muchas personas, una enfermedad autoinmune llamada miastenia ocular (debilidad muscular). Lo sufro desde hace tiempo, pero está absolutamente bajo control y no supone ninguna limitación para mí», contraataca el técnico.
Ringhio
Arrigo Sacchi, en cambio, vaticinó hace tres años que Gennaro Gattuso será un excelente entrenador. No ha sido fácil su carrera en los banquillos, como tampoco lo fue la de jugador, aunque gracias a su fuerte carácter y determinación la coronó con éxitos muy notables. Un centrocampista caracterizado por una proverbial resistencia física y agresividad, lo que le valió el cariñoso apodo de ' Ringhio ' (gruñido).
De familia humilde, hijo de un jugador modesto, que luego fue emigrante durante año y medio en Alemania, Gattuso creció futbolísticamente en el Perugia, en Serie B, a los 17 años, y el año sucesivo en Serie A. En la temporada 97-98 jugó en Glasgow Rangers, Escocia. Allí se hizo querer por sus compañeros, a quienes sorprendió preguntándoles, después de meses de entrenamiento, quién era la señora retratada en un cuadro en la pared del vestuario. Suscitó las risas porque Rino no había reconocido a la Reina. Tras una temporada regresó a Italia para jugar en la Salernitana, ganándose el apodo de 'Pitbull'. En 1999, con 21 años, fue fichado por el Milan , el equipo de su corazón y el del padre Franco. Se hizo notar por su juego de incansable presión y fue perfeccionando sus habilidades técnicas. Después de los entrenamientos pasaba horas con el balón, trabajando con Tassotti y con Kaká. Con el Milan de Carlo Ancelotti se convirtió en campeón de Europa en 2003 y de Italia en 2004. Fue internacional más de 70 veces y consiguió el título de campeón del mundo en 2006. 335 partidos y nueve goles después, se despidió en 2012 del Milan. Con Ancelotti ganó 11 trofeos: «Siempre soy fan de Carlo. ¿Cómo no puedes serlo? Es un maestro. Puede gestionar cualquier grupo. Triunfó hace 30 años y triunfa ahora. Será bonito encontrarle sobre el césped en la Liga».
Cinco años después de abandonar el Milan, volvió a San Siro para sentarse en el banquillo, después de su experiencia en el Sion suizo, Palermo, Ofi Creta y Pisa. En todos los equipos trató de imprimir su carácter competitivo. Su filosofía se resume en estas frases: «No quiero escuchar la palabra fatiga . Los partidos hay que jugarlos con vehemencia, con ganas, quiero once envenenados». Abandonó el banquillo del Milan en 2019, renunciando a dos años de salario (cinco millones y medio de euros netos), en el Pisa puso dinero de su propio bolsillo: «Pero estaba feliz. Habíamos logrado un inesperado y bonito ascenso a la Serie B y la sociedad estaba en apuros económicos».
En el Nápoles, 2020, celebró su primer trofeo como entrenador, ganando la Copa de Italia frente a la Juve. 13 meses después de su llegada, se vio sin banquillo. No le fue bien después en la Fiorentina: su acuerdo se rompió después de 23 días, antes de comenzar la temporada, por las desavenencias sobre los jugadores que se debían fichar. En el Tottenham la aventura también resultó ser un fiasco. Su contratación fue descartada después de anunciarse ante la protesta de los aficionados en las redes sociales, que convirtieron #NoToGattuso en tema de tendencia. Los mismos viejos comentarios que ahora le afean en Valencia le pasaron entonces factura. Boateng fue abucheado en un partido y Gattuso señaló que también los blancos algunas veces recibieron abucheos. Fue ejecutado.
Ahora la historia en parte se repite. Apenas conocido su compromiso con el Valencia, con un contrato por dos años, a tres millones por temporada, más primas vinculadas a objetivos cumplidos, las acusaciones de xenófobo, racista, machista y sexista han reaparecido. Pero Gattuso las despeja y avanza lo que, como ha hecho en otros lugares, dirá nada más entrar al vestuario del Valencia: «La primera vez les digo que me gusta la palabra 'Nosotros' y no la palabra 'Yo'. El futbolista moderno es muy diferente al de mi generación. Son más racionales, viven en un contexto comunicativo diferente. Hoy un entrenador debe entrar en el alma de los jugadores, no solo en sus cabezas».
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