Mediocridad con premio

El Sporting esperaba al Barça y el Barça esperaba su momento: insistiendo pero sin demasiado acierto en los minutos iniciales, como si todavía tuviera que engrasarse la maquinaria; con una posesión alta pero sin profundidad, como esas conversaciones tan de nuestras esposas sobre todo lo que hacemos mal. La situación no estaba controlada y aunque el Barça dominaba, el Sporting estaba más cómodo.

Suárez no estaba fino: todo lo intentaba bien y todo le salía mal. No le ayudaba que su equipo atacara tan lejos de la portería de Rui Patricio. El Sporting no hacía estrictos marcajes al hombre pero sí disponía atenciones personalizadas para las estrellas visitantes. Acuña le ganó en el 20 la espalda a Piqué: otro que tampoco está en su mejor momento de forma. Tímidamente el Barça intentaba avanzar las líneas de su ataque valiéndose de las capacidades de Iniesta. En el 25 Coentrao le hizo una entrada a Semedo como si todavía jugara en el Madrid. Rui Patricio y Ter Stegen pararon bien lo que Luis Suárez y Bruno Fernandes chutaron. Demasiada igualdad para el nivel y los intereses del Barça.

Bien Battaglia para los portugueses, con su atención personalizada a Messi. Meritoria actuación del argentino. Sensacional afición local, que no dejaba de gritar y de cantar. Sus jugadores empezaron a notar el cansancio cuando nos íbamos acercando al descanso y el Barça aprovechó para presionar con un ataque sistemático que no dio ningún gol y en cambio propició algunos peligrosos contraataques. Doumbia simuló un penalti y fue amonestado por ello. En el 42, Messi le dejó un caño a Battaglia que justificó el precio de la entrada al Estadio.

La segunda parte no pudo empezar mejor para el Barça y generosamente Costes marcó en propia puerta el primer gol del Barça. El Barça se está acostumbrando a que los contrarios le meta los goles: lleva 3 en pocos días. El Sporting se desmoronó y cada vez presentaba más dificultades para salir en condiciones y de manera estructurada. Minutos de desconcierto que el Barcelona quería aprovechar para cerrar el partido con el segundo gol pero el fumador Mathieu alcanzó a Messi en una contra buenísima. Fumemos, pues. El Sporting medio volvió a la carga aunque con más ansiedad que acierto. El partido cayó por el lado marrón, con el interés del resultado pero con un fútbol de una gran vulgaridad. El Barça dominaba pero la sensación era que tan cerca estaba el 0 a 2 como el empate.

En el 70 Bruno Fernandes tuvo el empate en un remate a bocajarro que Ter Stegen resolvió providencialmente. El Barcelona no conseguía tener el balón bajo control que tanto suele caracterizar su juego. El partido estaba mucho más abierto de lo razonable para un equipo tan teóricamente superior como el Barça y Valverde recurrió a Paulinho. Es gracioso lo que le está pasando a Paulinho: de la burla al talismán sólo han pasado 4 partidos. Iniesta se fue ovacionado.

Paulinho empezó defendiendo con brillantez un ataque portugués y por fin el Barcelona empezó a enfriar el partido con posesiones más largas y un nivel de control del balón más parecido a lo que en los azulgrana es habitual. La posibilidad del empate continuaba intacta pero el Barça parecía de repente más capaz de defender sus intereses con solvencia. Paulinho pudo marcar el segundo pero se quedó con las ganas. La impotencia del público se concretó cuando empezó a corear el nombre de Cristiano.

Partido tosco y mediocre del Barça, poco interesante y la demostración de que a estos chicos les queda mucho por crecer si quieren estar en condiciones de hacer algo en la Champions que no sea caer en cuartos aparatosamente vapuleados por cualquier equipo alemán o italiano.