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Álvaro Morata

Morata: «Necesitaba espabilar»

Después de su salida del Real Madrid, en la Juventus se ha hecho un hombre y ahora valora mucho más el gol. Del Bosque cuenta con él para la Eurocopa

Morata posa en Las Rozas para ABC Jaime García

ENRIQUE YUNTA

En Logroño, hace un mes, Álvaro Morata (23 de octubre de 1992) se retiró en camilla con un intenso dolor en la tibia, alarmado el personal porque se habló de una lesión de gravedad. No fue mucho más que el susto y el delantero vuelve a estar en otra concentración de España para los amistosos ante Inglaterra (mañana en Alicante) y Bélgica (martes en Bruselas), un jugador que gusta mucho a Vicente del Bosque y que se ha hecho hombre en Italia. Cambió el Madrid de su corazón por la Juventus y en Turín se siente un jugador nuevo, actor principal en un fútbol en donde el gol vale mucho más. En el casting del «9» para la selección, Morata está muy bien posicionado

–España busca un delantero de garantías para la Eurocopa. ¿Lo es usted?

–Estoy muy contento por estar aquí, por entrar en la dinámica de la selección. En mi equipo estoy haciendo las cosas bien. Y eso que ha sido complicado porque tuve otra lesión y en la pretemporada no pude trabajar igual. Pero cada día estoy mejor. Estoy listo.

–¿Qué le transmite estar aquí?

–He estado en todas las categorías inferiores y he soñado con momentos como este. Hay una Eurocopa y lo único que tengo en mi cabeza es estar ahí y poder hacerlo lo mejor posible.

–¿Falta gol en España?

–Creo que no. Hay jugadores que reúnen todas las características para hacerlos. Y no sólo los delanteros. Están Isco, Cesc, Cazorla, Mata...

–¿Qué imagen le viene cuando piensa en la selección?

–El gol de Alfonso en aquella Eurocopa contra Yugoslavia. Creo que fue en el 2000. Tendría cuatro o cinco años y hubo una revolución en casa. Y recuerdo que mi padre, después de aquel partido, me compró las «Joma Alfonso». Eran blancas, me encantaban.

–¿Ha crecido mucho en Italia?

–Sí. Necesitaba algo así, necesitaba salir de casa, espabilar y dejar de ser un niño. Tenía que madurar ya no sólo en el fútbol, sino en todos los aspectos de la vida. Cuando uno coge las maletas y se va, cuando uno se marcha lejos de su familia y no tiene a los amigos cerca no queda otra que crecer. Es lo que me hacía falta y era la mejor decisión que pude tomar. Estoy contento y satisfecho.

–¿Y qué ha aprendido?

–Desde cocinar hasta a asumir los problemas que pueda tener mi familia en la distancia cuando estoy yo ahí en Turín. He entrado en un vestuario nuevo con unos jugadores importantísimos, no es fácil llegar de nuevas y ser de otro país. También el idioma. Doy clases de italiano y de inglés, me está sirviendo de mucho.

–¿Cocina bien?

–No, soy un desastre, pero un auténtico desastre. Antes no sabía hacer nada, pero ahora me apaño algo más. Estoy con un amigo ahí y probamos cosas, me lo paso muy bien.

–Cuando dice que necesitaba espabilar, ¿llegó a tener alguna duda de su valía?

–Yo dudar de mí mismo no. Mucha gente, más cercana de lo que parece, no tenía confianza en mí. Alguno que pensaba que se me daba la oportunidad de jugar en el Madrid porque era de la cantera y había que dar oportunidades a los de abajo... Pero es verdad que no se confió en mí como lo están haciendo ahora en la Juventus.

–¿Por qué?

–Esa pregunta no tiene respuesta. Habría que preguntar a la gente que no confió tanto en mí. En esta nueva etapa sí se ha hecho, se me ha tratado como a uno más de los que están en la plantilla. Todas las semanas el presidente y el director deportivo me preguntan cómo estoy, me ponen mensajes cuando vengo a la selección, me felicitan si ganamos... Son pequeñas cosas, pequeños detalles que te gustan. No quiero que me traten como a uno de los mejores, solo que haya un trato humano, cercano, que se me cuide. A mí me han dado cariño en Turín y lo estoy devolviendo.

–¿Se ha encontrado entonces con momentos de soledad?

–Sí. En el fútbol hay muchas veces que tienes esos momentos. Las personas que no juegan no saben que eres una persona. En el fútbol, no hay término medio, un día tocas el cielo y al día siguiente estás en lo más bajo. Y hoy mucho más. Todo el mundo tiene un teléfono con cámara de fotos, te pueden criticar de manera anónima sin decírtelo a la cara... Es muy fácil pasar del cielo al infierno.

–¿Es injusto?

–Es lo que hay que pagar. A la gente se le olvida que somos personas, nadie se imagina que un futbolista que no esté haciéndolo bien en el campo pueda tener en ese momento un problema personal o familiar. La gente dice que cobramos mucho y se piensa que tenemos que estar siempre bien, pero no somos robots.

–¿En qué consiste su rutina?

–Pues ahora estoy mucho más en casa. Este año tengo una gran casa en Turín y estoy todo el día cocinando, jugando a la Play, al tenis de mesa...

–¿No prefiere salir a la calle en vez de quedarse en casa?

–Sí, me gusta mucho salir. Tengo un perro (un bulldog francés que se llama Buu, por un personaje de Bola de Dragón) y salgo mucho a pasearlo. Ahora, además, vivo en una zona mucho más tranquila y eso ayuda ya que antes vivía en pleno centro.

–¿Y por qué se ha movido si vivía en el centro de Turín?

–El primer año no me conocía mucha gente y estaba muy a gusto. Pero me tuve que ir de ahí por el ajetreo. Estoy en una urbanización mucho más tranquila y sí que paseo, salgo con el perro al parque... Me gusta hacer una vida normal.

–¿Es parecida la vida en Italia a nivel de aficionados y su pasión?

–En Turín es verdad que un poco menos. Creo que es una ciudad donde la gente tiene muchísima educación y respeto. Yo voy por la calle y si ven que estoy con mi padre o mi madre, o si estoy tomando un café, ni se acercan, ni te piden fotos... Aquí en España es inviable. Es diferente. Estoy encantado con la gente de ahí, me demuestran mucho cariño y es importante.

–¿Y el fútbol de ahí le gusta siendo delantero?

–Es difícil jugar en Italia. Por mis características me gusta jugar más con espacios, prefiero otro fútbol diferente al de ahí, pero me he acostumbrado. Y cuando jugamos Champions, que hay más espacios, solemos hacer mejores partidos.

–¿Se desarrolla mejor el oficio de delantero en ese fútbol?

–Se aprende por obligación. El año pasado, Tévez me dijo que después de jugar en Italia puedes jugar en cualquier lado. Y es verdad. No es lo mismo jugar contra tres centrales o cuatro, porque en Italia se ponen los laterales a defender por el centro, a jugar en otras ligas de Europa.

–¿Se siente más poderoso?

–Mejoras mucho. El delantero mejora en Italia, aprende a moverse mejor. En España puede que no estés metido en el partido y te cae una ocasión. Ahí como mucho puedes tener una o dos por partido y hay que aprovecharla.

–¿Valora más el gol?

–Sí, mucho más. El año pasado hice 15 sin tirar penaltis, que si los hubiera tirado me habría acercado a los 20. Para jugar en el Calcio no están mal esas cifras y creo que este año puedo hacer más goles. Tengo la suerte de estar en la Juventus y tengo grandes compañeros a mi lado.

–¿Qué es para usted el gol?

–Si no lo es todo, casi. Para la gente que no tiene mucha idea de fútbol, sabe que el delantero tiene que marcar, es lo que se le pide. Hay más cosas, es cierto, pero lo que vale es el gol. Es la mayor emoción que puede haber.

–¿Se obsesiona con ello?

–Sueñas con el gol si eres delantero. Uno mira el calendario y se hace a la idea de cuántos goles puede meter y dónde. Hay rachas, pero el delantero siempre lo tiene en la cabeza.

–¿Recuerda cuál fue el primero?

–Sería en el equipo del cole, cuando ya jugaba federado. Ahora no caigo en el primero, pero sí muchos otros que marqué. Mi padre me grababa casi siempre para tener recuerdos y tengo un montón de vídeos de cuando era pequeño.

–¿Es su primer recuerdo del fútbol?

–Yo creo que mi primer recuerdo es con mi padre y mi abuelo, que me llevaban siempre a un polideportivo al lado de casa. En el colegio entonces apenas se jugaba porque siendo pequeño no podías ir al patio donde se jugaba al fútbol. Me llevaban a ese polideportivo y ahí empecé a cogerle el gusto. Me llamaron varios equipos y mi padre no me dejó ir porque no tenía muy buenas notas. Pero ya más adelante fui al Atlético porque estaba más cerca de casa de mi padre y vi que me gustaba. No tenía la obsesión de ser profesional porque pensaba que era imposible. Y aquí estoy.

–¿Le molesta que le pregunten siempre por el Real Madrid y su posible regreso?

–No, no me molesta. Hay una opción de que vuelva y al final siempre se hablará de mí cuando haga un gol o un buen partido. Pero me gustaría ver si me preguntan por el Madrid cuando pase lo contrario. Si juego mal, nadie se acordará de que puedo volver al Madrid.

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